En Otra Dimensión

I

Hailey, enserio te vas a ir...
Sabía que el tono que Keily había usado para hablarme, no era en pregunta, solo afirmaba algo que ya sabía, pero que no quería aceptar. Le di una mirada a través de los lentes oscuros que estaba usando para ese día, a mi mejor amiga, la cual le decía sin palabras todo—. No puedo creerlo, justo cinco días antes de tu cumpleaños número veintitrés.

Después de decir esto Keily se cruza de brazos, y hace un puchero como que si fuera a hacer un berrinche como una niña pequeña.

—Sabes que es por mí bien.
Extiendo mi mano sobre la mesa del restaurante cerca del aeropuerto en el cual habíamos decidido almorzar, el último almuerzo que tendríamos por mucho tiempo. Porque después de abordar ese avión rumbo a Italia, todo cambiaria, lo presentía.

Mi amiga descruza los brazos y pone su mano encima de la mía en la mesa.

—Lo sé...—hace una pausa y mira hacia el frente, la carretera a través del gran ventanal que hay en el local, como si meditara las cosas —. Es solo que, se me hace difícil imaginar una vida sin ti, sabes que hemos estado juntas desde siempre y más que mi mejor amiga eres mi hermana.

—Tú también eres la hermana que nunca tuve y me duele alejarme de ti, más ahora que me entero que voy a ser tía— le sonrió al decir lo último.

—Creí que al menos con eso, te arrepentirías, pero veo que no, estás tan enfrascada en irte que nada ni nadie te sacará esa idea. Pero lo entiendo, es por tu bien y sé que necesitas alejarte de toda esta mierda.

Asiento dándole la razón y tomo un poco de mi copa. Y unos segundos después veo a Keily levantar su copa con jugo de uvas—para que pareciera vino, según ella—en señal de un brindis.

—Por un nuevo comienzo...

—Por un nuevo comienzo—repito yo. Y nuestras copas chocan produciendo un tintineo.

"Por un nuevo comienzo, y una vida mucho mejor" repito en mi mente.

****
 


 

"Atención pasajeros del vuelo 201 con destino a Italia, pueden abordar" 
 


Escucho en los parlantes del aeropuerto.

—Es mi vuelo—Al decir esto, me levanto del asiento donde estuve sentada junto a Keily por al menos cinco minutos después haber salido del restaurante y haber facturado las maletas.

— ¿Entonces no podré hacer nada para que te quedes?

—Me temo que no—le respondo—Dime que por favor no lloraras...

—Es inevitable, que no llore al ver a mi mejor amiga marcharse.

La veo abanicarse la cara con las manos para evitar que las lágrimas salgan, sin éxito. Sin dudarlo suelto el bolso de mano en el asiento que segundos antes había ocupado y la abrazó.

—Lo harás más difícil para mí y me harás llorar también.

—Eso es lo que quiero—ambas reímos por su comentario.

Vuelvo a escuchar en los altavoces la vos de la mujer diciendo que por favor abordemos el avión.

Me separo lentamente de mi amiga y sostengo sus manos junto a las mías.

—No perderemos la comunicación, y además te llamaré todos los días si me es posible, para saber de ti y esa bebé.

— ¿Esa?

—Presiento que va a ser niña. 
Recibo una sonrisa enorme de su parte.

"Pasajeros con destino a Italia, por favor abordar el avión 201"
 


— ¡Ya te escuchamos!— gritamos las dos al mismo tiempo y todos se voltean a mirarnos, pero luego siguen sus caminos como si nada. Y lo que minutos antes eran lágrimas se convierten en carcajadas por parte de las dos. Siempre hemos sido así, un poco alocadas.

Recuerdo que nuestros padres recibieron muchos dolores de cabeza de nuestra cuenta y pobres los maestros que nos tuvieron de alumnas. Siempre convencimos a nuestros compañeros de hacerles bromas, bromas bastantes pesadas.
Pero recordar a mis padres me pone triste y hace que mi sonrisa de alegría se esfume.

Le doy un último abrazo a Keily y agarro los tirantes del bolso que había soltado antes. Sin decir una palabra más me despido de ella con un adiós para hacerlo menos tortuoso.

Decido no voltearme y no mirar atrás. Se me escapa una lágrima que siento recorrer por mi mejilla, la cual limpio rápidamente y así de esa forma elimino los vestigios de que existió.

Paso por donde debo entregar mi pasaporte y boleto de avión para que la chica que atiende revise que todo está en orden. Ella lo mira y luego me da una sonrisa, no sin antes detener su mirada en el moretón que tengo en el lado derecho de mi rostro, moretón que a pesar que cubrí con maquillaje logra sobresalir y por esa razón había elegido para hoy usar unos lentes, lentes que había tenido que quitar de mi rostro, por requisito de la aerolínea.

Tomo mi pasaporte de las manos de la chica y me vuelve a sonreír, gesto que esta vez ignoro.

Recorro el pasillo que me conduce al interior del avión y una vez en la puerta una de las azafatas me sonríe cordialmente y me desea un buen viaje, le sonrió en cortesía y me muevo hacia el interior, para así dejar que las personas detrás de mí también puedan abordar.

Me coloco nuevamente los anteojos y de esta manera me siento más cómoda sin que los demás se queden mirando mi rostro y luego traten de disimularlo. Busco entre los asientos el designada para mí, y agradezco que justo me tocará cerca de la ventanilla y en el lado derecho, así no tendría que soportar la mirada de curiosidad de la persona que se siente a mi lado, porque el lado de mi rostro afectado por los golpes del chico que supuestamente me amaba no estarán a la vista, al menos si me mantengo siempre de perfil.

Dicen que huir de los problemas es un acto de cobardía al no hacerles frente. Pero yo prefiero parecer cobarde y huir de ellos para no tener que volver a ver a la persona que pensé nunca me haría daño.

Sé que Keily en parte se quedó enojada conmigo, porque según ella huí y él se merecía que yo estuviera el día del juicio, para que le dieran unos cuantos años de cárcel por violencia doméstica. Pero si esperaba al día del juicio, perdería mi oportunidad de trabajo en Italia como fotógrafa de una de las mejores revistas, y no, definitivamente no iba a perder esa oportunidad de trabajar en lo que me gusta y empezar una nueva vida, simplemente por él. Y sé que todo perderá valides sin mi presencia pero no me importa si el está libre y yo estoy bien lejos ya, donde no podría hacerme más daño, ni físico ni psicológico.



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En el texto hay: secretos, amor, magia

Editado: 19.07.2021

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