Uno nunca cuenta el tiempo para nada,
pero existen razones para no hacerlo
y otras para olvidarlo
y quizá otras que lo convierten en recuerdos
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8:07 am
A diferencia del clima cotidiano que se permitía en los últimos días, ese día en particular eran diferente las nubes que cubrían el cielo, con ese color gris que aparentaba ser un día deprimente.
Gillian miro por doceava vez el cielo y preguntándose si debió haber traído un paraguas.
En el auto no reinaba el silencio totalmente, pues la música del reproductor de Ben tranquilizaba lo suficiente como para hablar.
—¿A dónde dices que vamos? —lo miro un instante y prosiguió a pellizcar le su mano que posaba en su rodilla.
El la miro mal y quitó su mano para ponerla al volante.
—Tengo que hacer unas cosas, tipo, relaciones públicas.
—Por eso me hiciste levantarme temprano —se lamentó—, para ver cómo trabajas. Que cita Ben.
No pretendía ser agresiva pero el sueño y el tiempo que llevaban en carretera consumía su buen humor.
—¿Te parece sexi? No importa no me respondas, yo sé que sí —dijo conservando su buen humor.
Ella lo miro divertida y pensó como regresarle la broma, para picarle un poco.
—A qué pueblo abandonado iremos hoy ¿eh? Y que vas a hacer ¿Repartir despensas?, ¿simular que escuchas sus problemas?, ¿inauguraciones con mucho dinero?
—Iniciar un proyecto—dijo con desdén, sin regresarle la mirada.
A veces, sólo a veces, le molestaba su tono burlón con el que se refería a su trabajo.
Pues no siempre había políticos malos que preferían tomarlo todo, sin hacer un cambio beneficioso para los terceros. En ocasiones algunos eran buenos.
En cambio, ella lo miro sorprendida y sin esperar respuesta siguió con sus pensamientos, prefería sorprenderse con el proyecto de su novio, pues ¡Era un proyecto!
Por fin en tanto tiempo, él iba a comenzar uno y suponía que era grande e importante. Así que, entendía la importancia del asunto.
No dijo nada más, de pronto se sintió entusiasmada de verlo trabajar de verdad y no tras la sombra de su padre. Aunque, tendría que pasar un tiempo para que las cosas fuesen diferentes, al menos hasta que él forjará una carrera política.
Se acomodo nuevamente en su asiento, esta vez observo a su novio un poco antes de acercarse a su mejilla para darle un beso.
9:37am
El pueblo al que finalmente llegaron se trataba de un lugar al que su identidad aún se rescataba. Las casas pequeñas que tenían un ligero toque colonial y también era muy silencioso, daba la impresión de que era, de esos lugares a lo que casi nadie visitaba.
El clima por otra parte no había mejorado, una llovizna los recibió desde la entrada y al parecer los acompañaría todo el día, aunque eso no impedía las actividades que Benjamin tenía planeado.
Cuando el auto se detuvo en frente de lo que pareció un recinto, se miraron un instante y luego ambos se disponían a salir tomando sus abrigos para al menos no sentir las pequeñas gotas que se esparcirían en la tela.
Algunas personas lo esperaban en la entrada y algunas otras como también los niños y jóvenes que recibirían el lugar, estaban ya, en sus posiciones esperando que la ceremonia comenzará.
Benjamin miro a todos con orgullo, observando algunas remodelaciones que el lugar había sufrido, debido a su deterioro por el abandono.
Y ahora este recinto se volvía el primer centro comunitario de grandes talentos en un pequeño pueblo al sur del estado.
En el que su crecimiento era nulo desde veinte años atrás y así como otras comunidades en común recibirían el mismo programa.
Estiro su mano para encontrar la de Gillian, quien lucía algo desorientada, ella le sonrió como muestra de que lo estaba asimilando.
Continuaron su camino hacia una de las salas que funcionaba como auditorio. La ceremonia comenzó con la presentación de las autoridades y el discurso de Benjamin, la ruta de los salones.
Todo un protocolo de inauguración que terminaba con un pequeño festín en el patio del recinto.
—¿Te gusta?
Benjamin llego a su asiento, junto a Gillian, después de sacarse el mayor número de fotos con todos los asistentes, mientras ella lo esperaba en la mesa.
—Es increíble, me gustan tus ideas y tú discurso uff fantástico, como era eso… por cada sueño una razón para creer en talentos, ¡Espléndido!
—Se me ocurrió en el momento —avergonzado la miro fijamente— ni siquiera pensé en si funcionaba.
Gill hizo lo mismo, le regresó la mirada para comprobar lo que ya sabía.