Mérida
Estaba haciendo la sopa y no me di cuenta de lo rápido que se paso el tiempo, apagué la estufa y voy a la sala y veo que César se quedó dormido.
Se ve tan lindo así, solo verlo me saca una sonrisa. Creo que sí tiene cara de bebé, me acerco y le hablo varias veces y no me responde. me inco a un lado de él y mi corazón empieza a latir muy rápido.
Mi corazón demuestra lo siento pero no estoy preparada para ser rechazada y aparte no quiero perderlo
—Nunca me dejes a pesar de lo que pase lo que te diga—le susurré.
Espero y no haya escuchado nada y si me pregunta pues fingiré demencia. No sé como terminé enamorada de ti César.
Me fui arriba a dar vueltas a mi cuarto. No quería quedarme viéndolo como tonta, y pues acá estoy toda una desesperada.
Escucho el timbre y corro antes de que vuelva a sonar y despierte a César.
La pagué al chico de la pizza, y al darme vuelta César ya está atrás de mí con cara de dormido.
—Hola dormilón—saludé divertida.
—Hola—dice él bostezando.
—¿Tienes hambre?
—Si, ¿ya está la sopa?
—Desde hace rato.
—Entonces no perdamos tiempo por qué ya huele a qué está súper rica.
Nos fuimos a sentar y César le da una mordida a la pizza y hubieran visto su cara, era como si no hubiera comido pizza nunca.
A mí me sacaba una sonrisa verlo así. Creo que cada días me enamoro más de él.
—Dime que hay más sopa—pregunta casi suplicando.
—Te he fallado, ya no hay.
—¿Qué?—dice con cara de tristeza —Pero, bueno, entonces me debes otra sopa.
—Acepto mi castigo, pero por mientras te invito un cono.
—Mejor vayamos al súper mercado y compramos una grande.
—Okey vamos.
Nos fuimos caminando y al llegar todas las personas o mejor dicho todas las mujeres tenían puesto su mirada en ya saben en quién.
César.
Nosotros andábamos por todo el súper mercado y hasta podía decir que me sentía su novia, no hasta que una chica viene en nuestra dirección.
Mi vida no puede ser peor
—Hola guapo—saluda coqueta.
¡¿Guapo?! ¡Solo yo le puedo decir así! Bueno él no lo sabe, ¡pero yo se lo puse primero!
—Hola—contesta indiferente viendo el precio de... ¿unas servilletas?
Ella le sonríe y se muerde el labio a propósito, eso significa que le está coqueteando y enfrente de mi que es lo peor.
—¿Y tú te llamas?—le dice sonriendo como tonta.
Y en eso mi teléfono sonó, y así es como mi vida se resume, en un fake total.
—Disculpen—digo para irme al otro pasillo. Tampoco quiero escuchar como se coquetean.
—¿Diga?—dije al responder.
—Hija, te marqué a la casa pero no contestaste.
—Perdón mamá, César y yo vinimos a comprar helado al súper.
—Uhh justo por eso te llamaba—dice—. ¿Ocupo que compres mandado o quieres morir de hambre?
—Mamá eso no se pregunta.
—Bueno, compra lo necesario para que sobrevivas
—Vale, te llamo después, bye—y corté.
Suspiro y al darme vuelta choco con alguien.
—Ay perdón—digo riéndome un poco.
Es un chico alto y rubio (salido de un libro) y musculoso, demasiado diría yo.
—No perdóname a mi venía distraído—me miró la cara con picardía—. Pero si tengo que distraerme para toparme con chicas tan lindas lo haré más seguido—me guiña el ojo. Sus ojos, me recuerdan a alguien. Incluso su cara con esas pequeñas pecas que la adornan haciéndolo ver muy bien.
No me aguante y me reí ante lo que dijo.
—Supongo que gracias por el cumplido.
—No tienes que agradecerme yo solo digo la verdad—dice modesto—. ¿Cómo te llamas linda?
—Mérida—le ofrezco mi mano y la agarra.
—Eithan, mucho gusto linda.
—El gusto es mío Eithan.
—¿Por qué tan sola, Mérida? Te pueden robar.
No pude alcanzar a responder cuando alguien más habla por mí.
—Pues sola no está—. Brinco cuando veo que César viene caminando.
El chico a mi lado sonríe al ver a mi mejor amigo.
—Eithan—le ofrece la mano.
—César—ambos juntan las manos.
Y a mí, me está dando un paro cardíaco por dentro. AIUDAAAA.
—Eithan si nos disculpas nosotros tenemos que irnos—digo al notar la tensión en el ambiente.
No puedo ni hablar estoy muy nerviosa.
—Uhh, tan pronto—dice haciendo un tierno puchero.
—Si, es que tenemos que empezar a hacer unas compras—respondo.
—Bueno linda espero y nos encontremos otra vez.
—Si, ojalá.
–-Bueno Eithan, fue un gusto conocerte—dice César.
Eithan solo sonríe de lado y lo único que veo es que se acerca a mi y me da un beso en el cachete muy cerca de la boca.
Yo me quedé ahí parada ahí sin decir nada y después solo veo la mano de César enfrente de mi cara.
—Hay que irnos—digo caminando y dejándolo atrás.
Por un momento creí que él se podría estar celoso, pero después todo se derrumbo cuando me acorde que lo había dejado con la chica.
—¿Como te fue con la muchacha?
—¿Cuál muchacha?—responde distraído.
¡Pues cuantas fueron! ¿Doce?
—Con la que te dejé cuando mamá me habló.
César parece recordar un poco y luego dice:
—No paso nada.
Me quedo con la boca abierta.
—¿Nada?¿No le diste tu nombre?—pregunté sorprendida.
—Nop—dice como si nada.
—¿Por qué?
—Sabes que me estaba coqueteando, fue demasiado obvia.
—Bueno, es solo que me fui y así—entonces, me di cuenta de algo—. ¿Tienes miedo?—pregunté mirandolo a los ojos—. Es que vienes de terminar una relación...
Sé lo que se siente
—Un poco—admitió—. Solo no quiero enamorarme ahora, y si me hubiera gustado créeme que yo mismo me fuera acercado.
>>¿Y tú?—por un momento me quedé en blanco—. Con Eithan
—Es Guapo y lindo pero no más qué …—deje las palabras en el aire cuando me di cuenta de la tontería que estaba apunto de hacer.
—¿Qué quién?—preguntó César al ver que me quedé callada.
Santo Dios, ahora que digo.
—Qué... Jordi—dije la primera persona que se me vino a la mente.
Perdóname Jordi pero es una situación de vida o muerte.
—¿Jordi? ¿Te gusta acaso?—inquirió confundido.
Rayos, no salgo de un problema para meterme en otro.
—No, pero en definitiva Jordi está más guapo entonces no son tantos mis gustos.
—¿Entonces no?
—No, no, solo se me hace guapo y Jordi lo sabe, me lo restriega cada vez que nos vemos. Además, ahora estoy en la etapa más linda de mi vida y solo quiero disfrutarla.
—En eso sí estamos muy de acuerdo los dos ...Vas a ver qué un día encontraremos a alguien que nos haga muy feliz y con la que tengamos mucha confianza por qué es importante al igual que la comunicación.
Si supieras que yo te quiero a ti.
Después de pasar por cada pasillo un millón de veces y pelear por el último chocolate que quedaba, llegamos a la caja. Pasamos todo y me toca pagar.
—Buenas noches, ¿es todo?—pregunta la cajera.
—Si.
Pagué y cuando me iba a dar la vuelta la señora me habló.
—Espero y no se moleste pero hacen una linda pareja.
Me dice apuntado a César que pone todo en el carrito, mientras que mis mejillas comienza a arder.
—Gracias pero...
—También se lo digo por qué ahorita pasé por el pasillo y él no le quiso dar el número a una muchacha, espero duren mucho, de esos quedan pocos.
—Gracias—repetí.
Tenía mucho que alguien no pensaba que éramos novios y me pone feliz de cierta forma.
Salimos y César guardaba las cosas en un taxi cuando alguien me toca el hombro.
—Hola, ¿te puedo pedir un favor?—pregunta con ilusión
—Dime.
—Le puedes dar esto a tu amigo?—señala a César la chica—. Y por favor que no vea la nota su novia—luego se va dejandome confundida.
¡¿Novia?!
Y si era su número
¿Cuál novia?
—Listo—me avisa César segundos después. Nos subimos al taxi.
—Ten—le entrego el papel.
El abre el papel y me ve con cara de que no entiende nada.
—¿De quién es este número?
—Recuerdas la chica con la que te dejé en el pasillo, ella me dio su número—respondí con los ojos cerrados con la cabeza viendo al techo.
—No lo quiero—dice rompiéndolo en pedacitos y tirándolo por la ventana.
Abrí mi boca por la sorpresa que eso me genero.
—¿Por que le dijiste que tu novia venía con nosotros?
—¿Espera qué?—se ríe un poco— ¿Qué te dijo?
—Pues me tocó el hombro y me pidió de favor que te lo diera sin que tú novia lo viera.
Vuelve a reírse pero con más ganas.
—De qué te ríes.
Necesito saber el chiste para reírme también.
—Pues que yo le dije que tú eras mi novia y ella pensó que mi novia venía con nosotros.
No aguante y me empecé a reír con él.
—Con razón se me hizo raro que digiera que tú novia no lo viera.
—Espero y no te moleste que le allá dicho eso.
—Claro que no—respondí. Aunque desearía que fuera real.
Por un rato hubo silencio en el auto interrumpido por las canciones de la radio. Hasta qué...
—¿Oíste lo que dijo la señora?—le pregunté a César.
—Si, no quise meterme en su plática—respondió.
—Fue linda.
Sentí lindo que me digiera eso.
—Si, además, ya me estoy acostumbrando, aunque sigo sin entender qué es lo que hace que piensen eso.
—Tal vez se nos nota, pero no sé qué se nos nota.
—No sé, pero yo prefiero decir que si somos novios—me dice.
Al llegar a casa fuimos directo al sillón, estábamos tan cansado que no quisimos pararnos y nos pusimos a ver una película, hasta que se me cerraron los ojos.
Quise despertar cuando sentí que alguien me tomaba en brazos y me dejaba en algo suave ,supongo que era mi cama. Quería abrir los ojos pero sentía como su respiración chocaba con la mía y mejor los mantuve cerrados.
—Pequeña—dijo con la voz más ronca de lo normal—. No sé que quieren decir todas esas personas que nos ven juntos, pero si tratan de decir que serás la mujer que tanto he buscando...—se queda callado un momento—. Sería algo raro pero tal vez con el tiempo lo vaya entendiendo, no me da miedo por qué se que eres tan única y eres mi tipo, hay cosas que tú tienes que yo busco. Es solo que me parece extraño.
Estoy en shock.
¿Escuché bien?
Él dijo que yo era el tipo de mujer que buscaba. <<Mérida no vallas a llorar estas dormida>> pensé. ¿Por qué me ilusiona? Si él supiera que él es el hombre que busco y es muy mi tipo, por qué el no hizo nada para enamorarme, él me enamoro por como es.
Un chico lindo, listo, amable qué... terminó siendo mi mejor amigo.
César
Me quedé pensando en lo que la señora dijo y no solo en eso, sí no en toda la gente que no lo a dicho.
Al voltear veo que Mérida se quedó dormida, viéndola bien, ella también parece un bebé. Se le pondría roja la cara en cuanto lo escuche.
Cómo estaba dormida y no me oía dije algunas cosas que necesitaba sacar, pues ella no se va a dar cuenta que se lo dije... ¿cierto?
Al llevarla a la cama la dejé pero me quedé mirándola de cerca.
Es hermosa.
—Pequeña, no sé que quieren decir todas esas personas que nos ven juntos, pero si tratan de decir que serás la mujer que tanto he buscando...—me detuve en la mitad de la frase pensando en lo poco usual que sería estar juntos... como pareja—. Sería algo raro pero tal vez con el tiempo lo vaya entendiendo, no me da miedo por qué se que eres tan única y eres mi tipo, hay cosas que tú tienes que yo busco. Es solo que me parece extraño.
Veo que se empieza a mover y me voy directo a la puerta para salir del cuarto.
—Cesar …— Al voltear ella me está sonriendo y está roja—. ¿No te vas acostar?
—Ehh—no podía decir nada, estaba nervioso.
—Ya es tarde y tenemos que dormir—insistió
Nos acostamos y me sentí como si fuéramos novios. <<¿Qué estoy diciendo>>. Me estoy volviendo loco con todo esto.
Desde que la conocí siento una necesidad de siempre estar con ella y no querer separarme de su lado, tampoco siento que quiero una pareja -y eso es raro por qué el César de antes ya hubiera conocido a alguien- No sé que está pasando pero ella me está cambiando.
Perdí la cuenta de cuánto tiempo ha pasado, pero ella ya está dormida recargada en mi pecho y por alguna razón me sentía bien. Seguía sintiendo aquella electricidad que hacía que me pusiera mi piel de gallina.
Ella se voltea y sigue en mi pecho pero su pierna está arriba de la mía enrollada y yo tengo mi brazo en su espalda. Agarro su pelo y es tan lindo y largo, lo enrollo en mis dedos y hace que mi corazón lata súper rápido.
Es tan nuevo para mí dormir así, nunca pensé que volvería a dormir con otra chica en una misma cama, pero me siento fan cómodo.
Siento como mis párpados se vuelven pesados y me entrego en los brazos de morfeo.
Editado: 31.08.2024