`Primero que nada, les pido una gran disuckpa, he estado bastante tiempo desaparecida, he estado demasiado ocupada, pero porfin les traigo el capitulo 12
Disfrutenlo muchooo y tratare de estar mas activa
Un fuerte dolor de cabeza me embarga, seguido de un mareo que casi me hace caer al suelo. Los helados se desploman con estruendo, y aunque mi deseo era pasar desapercibida, la suerte no está de mi lado.
Casi desfallezco, pero César, con su rapidez y preocupación, evita que toque el suelo.
- ¿Estás bien? - murmura César con voz suave.
- Sí - digo, tratando de reincorporarme.
- Aaaaahs
Escucho a Devany quejarse, y la culpa se apodera de mí. No debería decidir por la felicidad de César. Si él desea estar con ella, no debería quedarse conmigo. La situación se torna incómoda.
- Perdón, no quería arruinar su beso.
- No digas eso, no arruinaste nada.
- Lo mejor es que me vaya.
Una excelente idea, no puedo quedarme aquí sintiéndome vulnerable.
- Vámonos.
- No, tú quédate, estaré bien. Deberías conocerla y darle una oportunidad.
- Hasta que dices algo bien, Chicle.
- ¡Basta! - dice, mirando a Devany y luego voltea hacia mí - ¿Qué pasa? No te reconozco, nunca me hubieras dicho eso.
- Tu felicidad es lo primero.
Todo se complica más de lo que pensé.
- Mérida, ya vete.
Aguanto las lágrimas y me despido de César.
Caminando, temo desmayarme, pero no puedo permitirlo. Arruinaría su momento.
Quería que me escogiera a mí...
Siento que César me detiene.
- No te vayas.
Lo oigo susurrar.
- Sí, me voy porque me siento algo mal y quiero que seas feliz. Estaré bien.
- César, deja a Mérida. Ya la escuchaste, se siente mal y quiere darnos nuestro espacio - dice Devany, tratando de convencer a César.
Miro por última vez a César y me voy. Necesito alejarme rápidamente, me siento asfixiada y con una opresión fuerte en el pecho. No sé si es mi corazón partiéndose en dos, pero duele mucho.
Decido ir al consultorio de la doctora. Necesito alejarme un rato y cuidar de mi salud. Realizo algunas paradas para respirar y para enviarle un mensaje a la doctora. Después, llamo a mi mamá para decirle que estaré unos días fuera porque no me siento bien. Se preocupa mucho, pero le aseguro que no es nada grave y que le contaré cuando llegue.
Al llegar al consultorio, la asistente de la doctora me informa que ya me está esperando en el consultorio.
*Toc Toc*
- Adelante.
Entro, y lo primero que hace es tomarme la presión.
- Estás algo alta de lo regular. ¿Quieres hablar?
- Sí, solo sé que necesito tiempo para pensar las cosas. Tal vez deba conocer el lugar del que tanto me ha hablado.
- Se encontraron con la chica, ¿cierto?
- Sí, lo peor fue que él le iba a decir que no le hablara nunca más, pero no tuvo oportunidad porque ella no dejaba de insistir y después lo besó.
Lo último lo digo con mucha tristeza, me partió el corazón. De esas veces que piensas: ¡Quisiera ser ella!
- ¿Te sientes bien?
- Ya me siento mejor, pero sigo sintiendo esa punzada en la cabeza. Cuando estaba ahí, la chica lo besó y yo por un momento casi me desmayo, solo porque César alcanzó a sujetarme. Pero me siento un poco culpable por interrumpir aquel beso.
- Mérida, es tu salud. Pudiste desmayarte en el camino al consultorio. Ni siquiera sé cómo le hiciste para llegar. Soy tu doctora y mi deber es cuidarte, así que nos iremos ahora.
- ¿Ahora?
- Sí, ahora. Y volveremos hasta que tú estés más tranquila. Pero como amiga te lo digo, no puedes ocultarle tus sentimientos a César por mucho tiempo. Tu salud está en juego.
- Sé que debo decirle, pero ¿y si no soy correspondida?
- Ya eres una persona adulta que sabe tomar sus decisiones. Unas se ganan y otras se pierden.
- Esa no es una canción de Morat.
- Exacto, y tiene mucha razón. Debemos ser personas maduras y pensar que si esa persona no te corresponde en sentimientos, entonces una de dos: o te alejas o te aferras. Y ahí sí entra lo que tú querías para César: verlo feliz, pero con alguien a quien sí quiera, no con alguien con quien casi casi te esté forzando tu mejor amiga.
Rio un poco porque es verdad.
*Morat siempre tiene la respuesta.*
- Tienes razón. Tal vez no quería salir con ella y yo lo forcé.
- Sí, pero en ese momento no ibas a pensar con cabeza fría. Estabas muy alterada.
- Sí, necesitamos irnos ya, doctora. Quiero pensar bien las cosas.
- Excelente, entonces andando.
En eso, mi celular empieza a sonar y sí, era César.
- ¿Debo contestar?
- Como tú prefieras.
Y decidí hacerlo porque él no tiene la culpa de lo que me está pasando. Además, no se merece que me vaya así sin más.
*Llamada*
**César:** ¡Mérida! ¿Estás bien?
Suena muy preocupado y alterado.
**Mérida:** Hola, estoy bien. Tranquilo.
**César:** Estaba muy preocupado por ti. ¿Dónde estás? Fui a tu casa y no salió nadie.
**Mérida:** No estoy en mi casa, César.
No sé cómo decírselo.
**César:** Dime dónde estás, iré por ti.
*Tú puedes.*
**Mérida:** César, no estoy bien. Mis dolores de cabeza se han vuelto constantes y no quiero ponerme peor. Estoy en el consultorio de la doctora. Tranquilo, pero necesito tiempo. Es
muy difícil decirte todo esto. No creas que te estoy abandonando, porque no lo estoy haciendo. Solo necesito tiempo para recuperarme yo. La doctora se ha ofrecido a llevarme unos días a un lugar donde pueda estar más tranquila. Solo quería decírtelo.
**César:** No te irás, ¿verdad?
Dice llorando. Ahora me siento peor.
**Mérida:** Claro que no, mi guapo. Prometo regresar pronto. Cuídate mucho y yo te buscaré cuando vuelva. Y gracias por llamarme. Te quiero mucho.
**César:** Yo te quiero más. Tu salud es primero, así que te esperaré. Cuídate.
Editado: 31.08.2024