Capítulo 2

Creo que hasta el día de hoy me sorprende el poder que tiene. A veces olvido que es capaz de mover una montaña si así lo desea. Para mí, siempre fue James. Mi mejor amigo, el chico que me gusta desde que soy niña. Nunca me importó su dinero ni tampoco sus contactos.

Por ello, aún me cuesta asimilar que Susana me permitió todo un mes de vacaciones. Creo que también quiso ofrecerme un ascenso—digo creo porque todavía mi cerebro estaba entumecido con recibir tanto en pocos minutos— pero lo rechacé. De todas formas, su asistente no fue perseverante. 

—¿Por qué estas enojada?—Por un segundo voltea hacia mi asiento, luego vuelve a colocar la mirada donde corresponde; en la ruta a Sunshine of Summer.

Lleva una sonrisa perfecta en el rostro que me gustaría arrancarle.

—No lo estoy—Entorno los ojos.

Sí, lo estoy.

Tengo instalada la idea de que indirectamente me ha manipulado para traerme aquí. Pero por otro lado, debo admitir que no soy una persona que oponga demasiada resistencia. Siendo sincera, me conformo con muy poco. Solo una mirada de esos lindos ojos me derrite por completo. Los que, por cierto, seguramente están brillando debajo de las gafas de sol que lleva.

—Agradezco que me ayudes con mi misión—Me da una mirada sugerente.

Me concentro en el paisaje que hay del otro lado de la ventana. Soy bastante orgullosa cuando quiero. 

Pero entonces él hace su movimiento; coloca su mano sobre mi muslo desnudo y comienzo a sentir cosquillas por todo el cuerpo. Un hilo eléctrico recorre desde mis pies hasta mi nuca. No puedo moverme, por mucho que quiera hacerlo. Es casi como si se intentara apagar la atracción entre dos imanes cuando están a pocos centímetros; romper el magnetismo es imposible. 

Así que hago lo más raro del mundo: solo me quedo allí, mirándola fijamente.

—No hay problema—comento y él retira la mano.

Dejo de sentir electricidad, sin embargo, mi cuerpo y mi ánimo están en calma. Sabe la clave para tranquilizarme, no creo que la use teniendo noción de lo que significa para mí. Bueno, no completamente. Creo que para él representa un gesto amistoso. Nada más que eso.

—Nos vamos a divertir mucho—concluye.

Otra vez, esa sonrisa de lado. Me mata. Me atraviesa. Me intimida. Pero, me encanta. 

Tardamos, aproximadamente, veinte minutos en llegar al complejo. Cuando James aparca el auto en la entrada, ya hay cinco botones dispuestos a descargar todas las maletas. Más adelante, cerca de la puerta, está parado Raven con una sonrisa en los labios.

No tardo mucho en correr a sus brazos porque han pasado meses desde la última vez que nos vimos. Últimamente el trabajo consume todo su tiempo. Por muchos años creí que sería James el serio empresario adicto al papeleo y lo es, pero Raven se está convirtiendo en una persona responsable. Y esa posibilidad me inquieta, pues nunca pensé en él como un hombre maduro. Eso significa que estamos creciendo, ¿No? Un horror.

—Lizzie basta, me asfixias mujer—expresa con la voz ahogada.

Lo suelto, enfadada.

—Como sea, ni siquiera quería tu amor—murmullo mientras me cruzo de brazos.

La risa de James se deja oír a mis espaldas y ese delicioso canto ancestral me llega al corazón. Es delicado y elegante, me imagino que como la risa de todos los ricos. Pero no es la verdadera, pues cuando algo le causa realmente gracia, James olvida los modales y suelta una carcajada que me parece aún más maravillosa. Quizás porque es su verdadero yo.

—Hola, mi hermano—lo saluda. Luego, se dan el abrazo típico entre hombres que comienza con chocar las manos y termina en darle palmadas en la espalda al otro.

—No soy tu verdadero hermano—contesta Raven con una sonrisa.

Está siendo sarcástico, evidentemente son como familia. Somos como una familia.

—Te aseguro que eres mejor que el tengo—concluye mi amigo con amargura.

Sin dar margen de respuesta, entra al hotel con seguridad. Hoy porta la bandera de la guerra, es la clase de actitud que siempre debe dar miedo en Foster porque es incontrolable.

No es como que va a ir a golpearte la cara si está enojado, James es distinto. Sonríe como si nada sucediera, es lo suficientemente seguro para saber que el problema que atraviese lo va a superar.

Lo seguimos pero unos metros atrás, debo admitir que no tenemos la misma personalidad amenazante que él.

Raven pasa un brazo por mis hombros.

—¿Qué tan mal está la cosa para ti?—lo señala.

—Muy mal—respondo—. ¿Cómo entraste en esto?

—Estoy de acuerdo en que Jake jugó sucio—Se encoge de hombros—. Además, quería vacaciones y me pareció una buena excusa, ¿Y tú?

—Mmmh, bueno yo...—No sé qué responder, creo que Raven no sabe que me gusta James. Hago énfasis en creo porque nunca se lo he dicho directamente—. Ya sabes.

Él sonríe con picardía y vuelve la vista al frente.

—Ajam, sí claro.

Hemos atravesado las puertas de vidrio, entrando al clima encantador del lobby. Afuera hace muchísimo calor pero aquí adentro la temperatura es perfecta. No solo la temperatura, el lugar es enorme y su arquitectura moderna me fascina. Los pisos son de alfombra amarilla combinando con las paredes revestidas de madera y hay un enorme escritorio frente a una cascada.

—¿Qué?—frunzo el ceño, deshago su agarre para tomar una postura de impaciencia.

Me siento chiquita cuando me poso en frente. Es decir, soy de contextura pequeña y la mayoría de la población tiene que bajar la cabeza para hablarme, pero cuando estoy cerca de él o de James, me siento literalmente una hormiga, son muy altos.

Abre la boca, pero antes que pueda decir nada se queda mirando hacia un punto detrás de mi espalda y camina hacia allí, expresando con alegría:

—¡Amanda y Rosell!—Se acerca a darles un abrazo a cada uno de los ancianos—. Mis segundos padres.

Me acerco al círculo que se ha creado entre James, Raven y los señores Foster con algo de cautela. En serio, todavía no entiendo como Rav puede ser tan confianzudo como para soltar esos comentarios cerca de ellos.