No quiero hablar de los sucesos de ayer en este preciso momento. Ahora mismo solo puedo pensar en las incontables formas en donde podría haber terminado esa pelota en lugar de mi ojo. Pero Matt ya ofreció sus disculpas, así que técnicamente estoy enojada con mi habilidad por estar colocada en ciertos sitios donde mi vida se pone en juego.
Je.
—¿Está muy mal?—pregunto con miedo a Raven.
Deja a un lado el tenedor con el que estaba degustando sus waffles y me inspecciona. Su otra mano está aferrada a la punta de un periódico, así que acabo de interrumpir su lectura.
Compartimos una mesa redonda en el buffet, el que por cierto está abarrotado de gente. Los mozos van de aquí para allá rellenando cada tanto la barra de comidas y la fila parece no tener fin. Algunos se cambian de mesa, y otros hablan sobre empresas. Hay niños corriendo por doquier. Todo esto me hace pensar en que el dinero y la élite no pueden cubrir el hecho de que son como unas vacaciones.
—Eres un bonito y precioso…—Espero expectante su respuesta y concluye:—, oso panda.
Mi mirada se nubla, me siento bastante acongojada. Nunca me importó tanto mi aspecto pero la verdad es que hoy debo verme horrible, porque ni siquiera pude pegar un ojo en toda la noche pensando en mi estúpida capacidad de hacer el ridículo.
¿Pegar un ojo? Acabo de hacer un chiste, será que me está afectando volver a juntarme con Raven.
No importa, a nadie le gustan las graciosas. Nadie me va a querer. James no me va a querer. Digo, Celina es una bomba y además no tiene el ojo morado. Lo único que tengo a favor es que no estoy casada con su hermano pero a él no le interesan esa clase de obstáculos. Creo que voy a morir de angustia.
—¿Qué le dijiste?—Oigo la voz de James, seguido del chirrido de la silla.
Acaba de sentarse a mi lado, pero no quiero que me vea, así que mantengo la cabeza baja.
—¡Agh! ¡¿Por qué siempre yo debo hacer algo y…?!—Comienza a quejarse Raven y sospecho que James le ha dado una mirada de pocos amigos porque enseguida corta el discurso:—. Le dije que era un hermoso oso panda.
Él suspira.
—Liz, mírame—me pide.
Las lágrimas están cayendo por mis mejillas. Genial ahora menos lo voy a mirar, siendo un oso panda marrano.
Pero al final cedo, ¿Por qué? Porque en el fondo sé que tarde o temprano va a tener que ver a este osito llorón. Al menos lo que duré la hinchazón, calculo que como mucho unas dos semanas.
—Oye, no está tan mal—Sonríe, su mano está sobre mi mejilla. Es un tacto suave, cálido y electrizante. Creo que tiene miedo de que vuelva a esconder el rostro. Su cara está literalmente a dos centímetros de la mía—. Le da carácter a tu belleza.
—¿Carácter? ¿Eso es algo bueno?—He dejado de llorar pero seguro que mis ojos todavía se encuentran rojos.
—Sí—Dice y sin previo aviso, veo como sus labios se acercan.
Deposita un beso sobre mi ojo malherido y literalmente se me cae la mandíbula al suelo. No respiro, no sé cómo hacerlo. Lo olvidé. Tampoco recuerdo cómo lograba que mi cuerpo se moviera porque me quedo paralizada, totalmente quieta. No tengo idea qué expresión tengo en el rostro pero seguro que es una de impacto.
Ni siquiera puedo concebir que ya se ha alejado y está desplomado en su silla con despreocupación como si no hubiese hecho nada.
Comparto una mirada con Raven y parece que ambos estamos desconcertados. Pero claro, él reacciona antes que yo.
—La pelota también golpeó su pecho—Agrega con una sonrisa—. ¿Se lo quieres besar?
No.No.No.
Él no acaba de decir eso.
—Si ella quiere—Mi mirada va directamente hacia James.
No.No.No.
Él no acaba de responder eso.
Luego, sonríe. Está bromeando. Bien, no hay porque hacer sonar las alarmas.
—Estas de muy buen humor hoy, James—destaca Raven, desviando la conversación.
Es cierto, está bastante feliz.
—Es que tengo muchas ideas en la mente—Alza ambas cejas con sugerencia.
Claro, el plan. El que ha hecho para conquistar a otra mujer que no soy yo. Sus palabras literalmente me toman del cielo y me derriban al lodo.
—¿Cómo cuáles?—pregunta Jake y al pelinegro se le desfigura la mueca de diversión para transformarse en una de amargura.
—Cosas de la empresa, nada importante—Ahora, le contesta con una sonrisa.
Está intentando parecer amable porque Celina está a su lado. Sin embargo, la irritación que le provoca tener a Jake cerca le sale por los poros. El ambiente está en llamas.
—Es la empresa de la familia, claro que es importante—refuta él.
Cel menea la cabeza, incomoda.
—¿Cómo está tu ojo, Liz?—interviene antes de que empiece la discusión.
La atención está sobre mí. Todos están esperando una respuesta.
Me inhibo un poco.
—Ah, bien, creo—contesto.
—Se ve bastante mal—suelta Jake.
No lo tomo a mal, sé que es como esas clase de cosas que sueltas sin pensar, como si fuese lo primero que se te viene a la mente y lo dices. Una clase de sinceridad inocente.
Mi amigo no piensa lo mismo.
—A ella la golpeó una pelota, ¿A tu cara que le pasó?—le devuelve James.
Raven ríe por lo bajo pero si me preguntan, siento que deberíamos estar evitando una pelea.
—Jake eso fue grosero—Cel intenta ignorar el comentario de mi amigo.
—Ah, lo siento Liz, no fue mi intención—Rasca su nuca como un niño que acaba de ser reprendido por su madre y está arrepentido de sus actos.
No te preocupes, si es que yo vine a arruinar tu boda. Como ves, somos iguales.
Pero no digo eso, en cambio contesto:
—No te preocupes.
—Bien, ahora que volvimos a ser todos amigos—dice emocionada y clava la mirada en mí—. Liz, vamos a salir de compras con las chicas, ¿Te gustaría venir?
—Ah, bueno, yo…—comienzo a balbucear.
Pienso seriamente en rechazar la oferta pero por poco olvido mi misión de hablarle bien de James, así que quizás sea buena idea pasar tiempo juntas. Por mucho que me duela. No por Celina, ella es amable, sino por lo que conlleva su presencia.