Lizzie
—Ya son las doce—Raven mira su reloj a través de unas gafas de sol.
Estamos recostados en tres reposeras que ofrecen una vista preciosa del mar. En la playa hay un placentero aroma a protector solar y a decepción porque por alguna razón, es mediodía pero no han llegado noticias de nada.
—Me dijo Celina que debíamos vernos aquí—Se encoge de hombros, James—, ¿Por qué otra razón nos invitaría a todos a la playa del hotel?
A unos metros se hallan Dove y Jessica, hablando con Matt y otros jugadores del equipo de polo. También están los padres de los Foster, construyendo con los hijos de Meghan unos castillos de arena. Los demás invitados estan disfrutando del día de playa, como personas normales, sin preocuparse por romper una relación.
—Pero, ¿Por qué en la playa?—pregunto confundida.
—Es dramático, me gusta—expresa Raven, asintiendo con la cabeza.
No sé el momento exacto en que Dove se acerca a mi lado, pero de pronto está de la mano de su novio, preguntándome:
—¿Qué tal tu ojo, Liz?
—Otra vez, perdón—se disculpa Matt.
—No te preocupes, está mucho mejor—contesto—. Además, yo no tendría que haber estado allí.
—Ya casi ni se nota—alega Dove con una sonrisa.
—Si no mejoraba, podías utilizar un parche—sugiere con diversión Raven.
—O podías golpearte el otro, para que ambos fueran iguales—Agrega Jessica con una sonrisa cuando se acerca.
—Grandes consejos, muchas gracias—contesto.
—¿Qué es un gran consejo?—alega Jake.
Aparece de la nada, tomado de la mano con Celina. Él lleva un traje de baño celeste y ella un bikini blanco con helados, de su brazo libre cuelga algo azul. Ambos tienen una sonrisa en el rostro, no parece que algo haya perturbado su paz en lo absoluto. Es lo que por poco provoca que no se nos caiga la mandíbula a los tres. James, particularmente, frunce el ceño.
Nos damos un mirada de desentendimiento.
—Nada, bromas—contesta, Jessica.
—Veo que todos trajeron traje de baño—dice Cel. Nosotros tres llevamos nuestros bañadores porque James dijo que después de la cancelación podíamos celebrar con un día de playa. Pero no hay cancelación. Me mira—. No te ofendas, Liz. Me gusta mucho tu bañador de una pieza pero creo que traje algo que te encantará.
Todavía me cuesta conciliar lo que sucede, por eso cuando me otorga el bikini que vimos el otro día, no muestro entusiasmo en absoluto.
—¡Lo compré esta mañana! ¡Es el traje de baño que te encantó de la tienda que fuimos ayer!—exclama, emocionada—. ¡Estaba hecho para ti!
Normalmente cuando me regalan ropa, suelo saltar en una pata pero estoy tan confundida que digo:
—Ah, está muy lindo.
—Vamos, Liz—Toma mi brazo, obligándome a que me ponga de pie—. Vi una de esas casetas de playa, seguro que podemos usarlo para que te cambies.
Agradezco, por un lado, que Celina me lleve lejos de esa situación porque realmente no quiero ver como James le clava dagas con los ojos a su hermano después de que el plan salió mal. Pero, no puedo dejar de preguntarme: ¿Por qué salió mal?.
Cuando estamos lo suficiente alejadas, le digo:
—No hacía falta que lo compraras, en serio.
—Shhhh, son tonterías.
—Prometo darte el dinero en cuanto pueda.
—Me alcanza con un gracias—responde contenta.
Alcanzamos la caseta de la que habla Cel en unos segundos.
—Gracias—le digo antes de ingresar a ella.
Se nota que es un pequeño espacio donde guardan redes, salvavidas y artículos de esa índole. Me recuerda a la película Diario de una princesa, a excepción de que no me persiguen los medios por estar relacionada con la realeza y mi crush no es un rubio vanidoso que está atrapado conmigo en esta caseta.
Me coloco el bikini. El otro lo llevo en la mano.
Al salir, Celina me da una mirada rápida y dice:
—Te queda precioso.
La sangre corre a mis mejillas.
—Gracias—Frunzo el ceño—. Hmmm, ¿Puedo preguntar que hacemos aquí?
En realidad, me refiero a la razón por la cual estamos en la playa.
—Ah, a Jake se le ocurrió un día de playa.
Cuando pronuncia su nombre no hay ni una pizca de recelo ni nada semejante, me pregunto que sucedió. Me pregunto si puedo averiguarlo.
Ella expresa su preocupación por apurarnos para alcanzar los juegos que tiene planeados para esta tarde. Al parecer, contrató a un organizador de actividades que nos acompañará en toda la estadía.
Cuando estamos de camino al grupo de personas que están aguardando por la diversión, me atrevo a preguntar:
—¿La cena de ayer fue divertida?
Se paraliza por unos segundos, con sus ojos bien abiertos. Pasan unos segundos hasta que vuelve a retomar el paso, esta vez un poco más acelerado, mientras retuerce sus manos.
—S—Sí super divertida—Rasca su cabello.
—¿El regalo fue lo que pensabas?—No me gusta ser quién escarbe en la herida, porque se ve que es algo de lo que se siente avergonzada pero tengo curiosidad.
—Bueno...—Acelera—. Sucedió algo muy gracioso—Estamos cada vez más cerca del grupo, nos detenemos a dos centímetros—, el nombre del collar era otro.
Muestro una expresión de sorpresa.
—Ay no, eso se oye horrible.
Me siento la peor persona del universo.
—Sí, al parecer quién hizo el collar se equivocó de nombre—Se balancea de un lado a otro—, ¡En fin! ¡Vamos a ver cuál es la primera actividad del día!
Vuelve a tomarme del brazo y me arrastra dentro del grupo, hasta la primera fila.
No puedo evitar pensar que tuvimos suerte en que Jake no hubiese abierto la caja antes de dársela, de lo contrario, habría notado que alguien cambió el collar.
A través de los ayudantes y el organizador, puedo ver a James frunciendo el ceño. Debe estar pensando en nuestro plan fallido, o conociéndolo, ideando uno nuevo. No pasa tanto tiempo hasta que me atrapa mirándolo, por lo que desvío la mirada. Pero él la mantiene, sé que lo hace, la siento en mi cuerpo.