— Orión... Orión... ¡JODER! —estalló perdiendo la paciencia, sacudiendo el fragmentado espejo entre sus manos como su la pechera de la túnica del traje de su amigo fuera— Mierda maldito patán bueno para nada, ya vas a querer que te ayude a meterte bajo las faldas de alguna de mis amigas... ¡Orión!
James iba y venía por su habitación aferrando su pedazo espejo desesperado y enloquecido. Mierda, había pasado. Al fin. Lo marcó. Jodido Merlín, lo marcó. Luego le dijo que se iba a arrepentir. Mierda, lo jodió y lo peor no era eso, lo peor era que no podía quitarse de su boca el sabor de sus labios y la fuerza con la que sus manos lo tocaron.
¿Por qué no podía tener así fuera un poco de dignidad?
Por Gryffindor, si hasta Victorie estaba en la casa, ella no era un Troll, iba a descubrir que era una marca y... y...
Con un nuevo ataque de temblores, James sacudió una vez más el espejo.
— Orión, cabrón miserable hijo de puta... ¡ORION! —estalló furioso.
Para eso le valía tener un mejor amigo, para que no le diera ni un poco de atención. Ese idiota se la pasaba el día mirando ese espejo, echándole en cara que él no lo hacía y ese fue el momento en que decidió ignorarlo.
— Orión... Malfoy cabrón de mierda deja de tocarte pensando en...
— Cuidado Potter —gruñó Orión desde el espejo— Tengo a una menor de edad muy cerca y ya le enseñaste bastante de ese impresionante léxico que posees.
—¿Menor? —inquirió extrañado.
—Ayudo a Lily con sus tareas. —miró a su amigo alzando una ceja.
—A ti desde cuando te importa un rábano la tarea. En el año si acaso haces tus propios exámenes y eso porque ya todos saben que dejó que me copies hasta los apuntes.
—Bueno ella necesitaba ayuda y nuestros padres estaban debatiendo asuntos importantes en la privacidad de su, insonorizada, habitación.
Vio la maldad brillando en sus ojos y por primera vez ni siquiera le dio un poco de gracia
— Necesito que... Hablemos. —pidió al borde del colapso nervioso.
—Me di cuenta Potter —rodó los ojos— Lily linda, ¿por qué no me esperas en mi cuarto? —vio cómo su mejor sonrisa iluminaba su cara— Si sí linda, ya voy cuando termine con el fastidioso de tu hermano.
Arrugó el entrecejo. Que asco. A veces se preguntaba qué era peor. Si su padre enamorado del señor Malfoy u Orión perdido por su hermana. Casi temía que un día Albus saliera con el mismo cuento con Scorpius e iba a matarlos. Su madre le había dicho que si hace veintidós años le decían que los Potter no iban a poder resistirse a los encantos de los Malfoy, se hubiera reído tanto que la hubieran creído loca.
— Bien a ver, pequeño bastardo, ¿qué contigo? ¿Vamos a dar el gran salto? ¿Dejaremos las pajas e iremos al sexo seguro y con protección? —se burló.
—Sigue siendo muy chica Orión —amenazó cumpliendo primero con su rol de hermano mayor.
—Eres despreciable, —se quejó el rubio mirándolo asqueado— ¿Acaso tú perverso de mierda, crees que yo sería capaz de acercarme a una cría de doce años con alguna intención que no sea ayudarla con su tarea? —su boca estaba deformada por el enojo pero no se amedrentó.
—Cuidado, ella ya no te ve solo como mi amigo y eso no me gusta.
—El rey de la hipocresía, a su edad tenías sueños húmedos con tu Teddy.
La sola mención de ese nombre volvió a desatar el vendaval de emociones que lo habían embargado momentos antes. La idea de ser un buen hermano mayor se fue al garete y su mundo volvió a romperse. ¿Qué iba a hacer ahora?
— Joder Jimmy, ¿qué paso con tu rostro, hermano? —preguntó su amigo cuando en un descuido el espejo reflejo su rostro entero.
— Mi Teddy, me mordió. —murmuró bajito, le aterrorizaba decirlo en voz alta y que se volviera un sueño.
—Bueno Jimmy —dijo riendo su amigo— Qué decir... Me agrada que al fin hayas aprendido el dulce arte de reírte de las cosas.
—No es chiste. Me mordió. —respondió más convencido.
—Por favor... —resopló exasperado— ¿Tengo que llamar a tu padre? ¿La licantropía al fin despertó? —soltó una risa traviesa y él empezó a contar mentalmente para no empezar a insultarlo. Ya se había subido al chiste e iba a estar un rato con eso— Hombre ¿ya es luna llena? Pobrecito, tendría hambre Jimmy, cocinale algo así vas a ver que no te muerde. ¿Te mordió más partes, Jimbo? —murmuró alzando las cejas aparentemente— Te disfrazarte de bistec para que te hincara el diente eh picaron... Contesta... —canturreó.
—Mierda Orión, ¿ya? Tengo problemas serios aquí —se quejó— El hijo de puta me mordió con ganas la boca y el cuello...
—James dejó de ser gracioso. —comentó aburrido, cuando quería era muy bipolar— Si estas aburrido inventa otro motivo para llamar. Decir que me extrañas no te hará menos hombre.
—¡No te estoy haciendo una broma! —estalló perdido en la histeria— Vic llegó hace una hora y el idiota se encerró en su alcoba, cuando lo fui a sacar el infeliz se lanzó sobre mí, me puso contra la maldita pared, me beso, me manoseó el trasero y dejó dos jodidas marcas en mí maldito cuerpo. Boca, cuello —añadió frenético mostrándole ambas marcas.
Su respiración pesada salía entrecortada de sus pulmones. Jadeaba ligeramente y dejado el espejo apoyado en su escritorio se derrumbó en la silla
— Tu... Él... ¿De verdad lo hizo? —preguntó su amigo despacio y con cautela.
No se molestó en contestar, asintió con la cabeza resignado. Y qué beso. Joder si después de media hora y una insufrible cantidad de gritos de parte de Vic su polla seguía dura como una maldita roca.
Paso con cuidado la lengua por el labio hinchado y gimió. Joder con él, joder con Teddy, con Orión y joder con todos. Él sabía lo que esa mordida significaba. Lo que iba a representar en su vida. Conocía a Teddy de sobra como para saber que lo más probable es que no tuviera ni idea de lo que hacía. Si no, jamás lo hubiera hecho, no una sino, dos veces. Ahora estaba jodido. Podían pasar años hasta que un chico se le acercara y no quería ni pensar en que iba a ser de él si no podía mínimamente desquitar sus frustraciones con alguien.
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Editado: 16.12.2020