¿Me está besando, Patricio me está besando? ¿Por qué lo hace? Yo sin querer y como si mi vida dependiera de eso comencé a besarlo también, ¿a quien voy a negar? Hace mucho quería hacerlo, hace tanto tiempo que deseo besarlo, sentirlo de esta manera.
Su respiración chocando contra mi rostro, mientras ladeaba el suyo buscando distintas formas de besarme y no había falsedad en este beso, mi estómago estaba hecho un volcán en erupción no quería que terminara, no quería despertar de este sueño, de este increíble sueño, porque no se lo que me espera después de esto.
Paró sus besos lentamente y su respiración estaba agitada igual que la mía. Solo sus hermosos ojos hicieron contacto con los míos.
Tragué grueso, mis labios latían fuertes y ninguno de los decía nada.
— ¡Patricio!
—¡Mercy!— dijimos los dos al mismo tiempo, ahí mirándonos en medio de esos dos caballos, en medio de la nada, solo frondosos árboles nos rodeaban.
—Explícame por favor— pedí
—Perdóname— es lo que contestó.
— ¿Perdón por qué?
—Por hacer lo que hice.
— ¿Y por qué lo hiciste?— pregunté, intentó separarse pero no sé lo permití.
— ¡Patricio!— volví a reclamar.
—Mercy, fui un tonto no debí besarte somos amigos y tú… — ¿Yo qué? ¿Yo qué Patricio?— comencé a alterarme, sabía que quería decirme algo, pero no sé animaba y eso ya me estaba matando.
—Tú te vas a casar con Diego y…
—Y tú tienes novia, pero eso no evita que quiera una explicación y luego déjame decidir— giró a mirarme había tantas dudas en sus ojos, estaba luchando con él mismo.
—Al principio solo me gustaba tu forma tan sencilla, tu forma tan despreocupada de ver la vida, me divertía todas las tonterías que decías, tus ocurrencias me sacaban de la rutina.
—Conocerte para mí fue lo mejor que me pasó en la vida Mercy— volvió a acercarse a mí y mi corazón comenzó a retumbar en mi oído, mi pulso estaba acelerado, quería volver a sentir sus labios, ¿Acaso? ¿Acaso Patricio siente algo más por mí, algo más que solo amistad?
—Mercy esto no ha sido fácil para mí, he luchado con esto hace mucho tiempo y siento que si no lo digo, sino lo saco de mí, siento que… — ¡Chicos! Al fin los alcancé.
—No es cierto…— dije en voz alta al ver a Lucy perfecta aparecer montado en un hermoso corcel, y luego bajó como las diosas, perfecta con sus piernas largas, y su atuendo más que perfecto ¿Y por qué ella tiene un sombrero y yo no? ¿De dónde lo sacó? Ahora ya conquistó hasta a mi ganadero enamorado, simplemente genial.
— ¡Patricio, amor!— dijo acercándose a él y dejar un beso en sus labios, él solo me observaba, había cortado nuestra conversación, ahora me quedaré con las ganas de saber que es lo que le está matando y con qué caracoles es lo que ha luchado por tanto tiempo, aunque su beso solo tal vez, solo no estoy alucinando y tal vez estoy soñando muy alto, pero tal vez, yo le guste.
Abrí mis ojos muy grandes y solo lo miré y entendí qué… mi pato, mi amigo, mi mejor amigo ¿Gusta de mí? eché una carcajada sin darme cuenta y voltearon a mirarme.
Sí gusta de mí mientras se besa con otra, seguro que sí. Los dejé ahí y caminé de vuelta por donde éste caballo desquiciado me trajo.
— ¡Mercy!— reclamó Patricio.
— ¡Mercy! ¿Dónde vas?— me sujetó del brazo.
—Ni loca vuelvo a subir a ese caballo endemoniado, de ninguna manera. Me voy, me voy caminando a la casa, tú trae a los dos, puedes montar a ambos— enarcó una ceja.
—O Lucy, que sabe hacer tantas cosas, ella puede montar a ambos— también enarcó una ceja.
—Mercy, no irás caminando queda lejos.
—Ya te dije que no volveré a subirme a ese caballo.
— Tenemos que hablar— susurró para que solo yo escuche y posé mis ojos detrás para ver a Lucy quien nos miraba curiosa.
—Lo haremos, no ahora, pero ten por seguro que lo haremos, ahora déjame seguir mi camino de vuelta a la casa.
Sin verlo venir me tomó de mis piernas y me levantó en el aire, me subió a su caballo y se subió el detrás. Estaba perpleja por lo que acababa de hacer.
— ¿Qué haces Patrick?— preguntó su novia.
—No dejaré que camine hasta la casa es muy lejos y es obvio que no subirá al caballo así que lo llevaré y también a Mercy.
— ¿Por qué no solo la guías en el otro caballo?— estaba claro su molestia, su voz denotaba celos, los mismos que yo tengo cuando la veo a ella con él.
Yo solo sonreí sintiendo el cuerpo de él pegarse al mío, su calor traspasarme todo, quería que sus manos me rodearan pero era imposible ya que una mano guiada nuestro caballo y con la otra sujetaba el otro. Pero podía sentir su respiración y lo sentí tensarse cuando apoyé mi cabeza en su pecho, hasta ahí llegaba mi altura.
Deseo con todas mis fuerzas que esto que yo estoy sintiendo por él sea lo mismo que el siente por mí, tal vez si le gusto, tal vez esos celos en contra de Diego sea por eso, tal vez, solo tal vez exista la esperanza de que el príncipe se enamore del sapo, sé que así no es el cuento, pero en este caso, Patricio es el príncipe y yo el sapo.
— ¿Vas bien? — su voz ronca me sacó de mis cavilaciones enviando una descarga eléctrica en mi delicioso y escultural cuerpo de sandía.
—Sí, voy bien… ¿Patricio?
—Dime— contestó y sé que no podíamos hablar mucho porque la perfecta iba a nuestro lado.
—Gracias— dije y él solo suspiró.
—Siempre estaré para ti—contestó y solo giré mi rostro levemente para observar a Lucy quien sin inmutarse solo montaba despacio. No quería que el camino termine, pero lastimosamente tuvo que ser así y la casa apareció en nuestro campo de visión.
— ¿Qué sucedió? — preguntó Diego llegando con rapidez hasta nosotros y el guapetón también. Patricio bajó y nuevamente me ayudó a bajar tomándome de la cintura y sus ojos se posaron por breves segundos en mí, para luego alejarse como si huyera de mí.
—Pues déjeme decirle señor guapetón— pude ver el atisbo de sonrisa en sus labios al escucharle decir guapetón. —Que su caballo es todo menos manso, me llevó lejos, quería secuestrarme, aléjala de mí.
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Editado: 17.05.2022