CAPÍTULO 15 :
El contador Alejandro empezaba a sentir una fuerte sensación de ansiedad sostenida, dentro de sí mismo, pues tenía que conseguir esGraciase dinero para poder adquirir aquel terreno en una zona de alta plusvalía, para cumplir ese sueño, esa meta, que tenía pensada y que acariciaba con poder conseguir desde hacía ya varios años, esto lo mantenía despierto casi todas las horas del día, y la pasaba mal y tan estresado tomando café, y a veces un poco de licor, estaba viviendo el momento más feo en su vida, prácticamente.
Y una de tantas mañanas ahí en la ciudad, de Toluca, en la calle Carranza, lugar en donde se encontraba la vivienda de los Bilbao García, pasaba a ocurrir qué el contador Alejandro iba bajando las escaleras, después de haber abandonado la recámara matrimonial, en su no muy lujosa casa, pero sí qué era una casa cómoda, y de una muy agradable experiencia, en cuanto de aquella experiencia de poder vivir, allí, en ese lugar qué era el sitio favorito para estar de los Bilbao De La Torre, con el solo hecho de estar allí, dentro de esa casa, uno podía darse cuenta todo aquello referente a tal experiencia, y sucedía que ellos ya vivían esa tan agradable motivación en sus vidas.
Su casa si no era suntuosa, si era muy amplia, y que la misma te generaba unas ganas muy inmensas de poder descansar allí, dentro de esa casa, de la casa del matrimonio Bilbao De La Torre, y así pasaba a ocurrir que el contador Alejandro se topaba con su hijo Rubén, en esas escaleras de casa, y como ya se le andaba calentando la cabeza al contador, este le reprochaba airadamente a su hijo, que cuál era el motivo por el que no lo podía apoyar, este a su padre?, pues su padre le aseguraba a su hijo Rubén que le convenía, que le iba a dejar un buen negocio para administrar, a él, y para vivir y disfrutar a su hermana, y para mantener feliz a su madre Bianca!, Y qué porque no iba a realizar Rubén aquello que le estaba aconsejando, y a su vez solicitando, su señor padre?, Alejandro trataba de abrirle los ojos para que Rubén estudiará la carrera de administración de empresas, pues de esta manera podría dirigir aquel negocio soñado por su padre, para su familia, para la familia Bilbao De La Torre.
El contador Alejandro iba bajando por esas escaleras que comunicaban a ese primer piso, de su apacible vivienda, con la planta baja de esta misma, iba arreglándose la corbata con una de sus manos, con la mano diestra, mientras que con la no diestra sujetaba una bolsa de cuero, dónde traía a su laptop personal, y así de esta manera el volvía acomodar ese nudo terco y necio que no quería quedar arreglado por la mano derecha del contador, quién fruncía un poco el seño de su mirada, en señal de molestia, mientras se quejaba un poco, pues ese nudo de la corbata parecía no querer quedar de la manera correcta, atado, Rubén venía subiendo las escaleras y al verlo su padre, de inmediato le hacía la plática a su hijo, y al dirigirse a Rubén le decía qué tenía que hacerle caso a su señor padre, esto era a él, que él tenía que estudiar la carrera de administración de empresas, pues el hacerlo representaba una gran oportunidad para él, para Rubén, oportunidad qué le cambiaría su vida al joven hijo del contador Alejandro, y esto esté trataba de hacerle ver a su hijo el joven Rubén, por lo que le pedía de la manera más atenta a su señor padre, el joven que no lo hiciera enojar, que no quería pelear con él, pero el acentito que utilizaba el contador Alejandro para dirigirse a su hijo Rubén, hizo que esté se pudiera sentir incómodo, y terminara por explotar en directo contra de su señor padre.
-padre otra vez con sus cosas!!, Comenta un tanto molesto Rubén.
- no me hagas enojar, que apenas y tengo tiempo para estar hablando contigo, le comentaba el contador Alejandro a su hijo Rubén, este último se molestaba al oír esa forma tan grosera que tenía su papá, de hablar para con él, en directo, ese y así era el padre de Rubén, y el contador no era que fuera grosero con su familia, él tenía muchas presiones en el trabajo, y a ese problema el tenía que solucionar tarde que temprano, para poderles de dejar algo económicamente, seguro para ellos, a su familia.
El contador Alejandro le ponía la mano en el pecho a su hijo Rubén, porque este intentaba alejarse de ese lugar, el contador Alejandro le solicitaba que le hiciera caso, que lo atendiera, pues ya le había comunicado que apenas tenía tiempo para conversar con él, que ya iba tarde para llegar a su trabajo y que le rogaba que lo comprendiera, mientras el contador Alejandro había articulado estas palabras, el joven Rubén con una de sus manos, con la diestra tomaba la mano con la cual su padre lo trató de detener, y Rubén solo atinaba a haberle dicho a su padre :