No es tan difícil irme alejando de Gil, él también pone de su parte, cancelando reuniones con todos por salir con Nat.
Aún no tenemos la dicha de conocer a la chica que nos está quitando a nuestro mejor amigo - nótese el sarcasmo- sin embargo, ya es normal juntarnos sin él, a pesar de que queremos que no se note su ausencia. Justo como hoy, estamos en un bar que está repleto, bebiendo cervezas y platicando de tonterías, como de costumbre.
Gil no se ha aparecido por acá, según él, iba a ir a rumbear. Nunca habíamos sabido que a él le gustaran esos ambientes, sin embargo por amó supongo que uno hace muchas locuras.
Mientras bebemos mi mirada viaja a lo largo del lugar, hay muchas chicas con escotes pronunciados, vestidos muy cortos o ambos. Quizá hoy me lleve a una de ellas a casa.
- Ahora vuelvo- les digo a los chicos mientras no pierdo de vista a una pelirroja que parece contonearse solo para mí.
Murmuran un de acuerdo o al menos algo así percibo, el alcohol está empezando a hacer de las suyas en mi sistema.
Me comienzo a acercar, manteniendo mi mirada fija en la delicia pelirroja que tengo enfrente, su sonrisa pícara solo me confirma que ella también lo desea.
Cuando por fin nos juntamos no hacen falta las palabras, comenzamos a bailar, o más bien ella comienza a restregarse contra mí. Y no puedo dejar de pensar en ese vestido dorado demasiado ceñido, ni en esos enormes pechos que comienza a rozarme de a poco.
Mis manos viajan por esa estrecha cintura y sus labios mordiendo el lóbulo de mi oreja son lo que necesito para perder el control. La lujuria comienza a hacer de las suyas y una erección comienza a formarse.
Ella parece notarlo porque me restriega aún más sus caderas mientras se sigue contoneando al ritmo de la canción de fondo.
Estoy a punto de perder los estribos, son demasiadas las sensaciones, mis manos viajando alrededor de su cuerpo, ella meneandose ante mi creciente erección y su boca trazando todo un camino por mi cuello, pero entonces la veo.
Una melena castaña bailando en una orilla de la pista, su vestido ajustado no está ni muy corto ni muy largo, lo justo para poner a trabajar la imaginación, esta bailando sola, mientras sostiene su bebida en una mano y con la otra intenta controlar esa melena rebelde. Parece que canta a todo pulmón y no puedo dejar de verla, mis manos caen a los costados, ya sin fuerzas y parece que la pelirroja lo nota.
Siento su cuerpo aún más cerca, si es eso posible, y me gira la cabeza de manera brusca para volver a conectar nuestras miradas.
Siento como sus manos bajan por mi espalda, mientras ligeros arañazos traspasan la tela. Sin embargo la chica de melena castaña aparece entre mis recuerdos, que por el alcohol comienzan a ser borrosos.
Alzo la mirada en su busca nuevamente, pero la veo ahora bailando con un tipo alto, mientras sonríe coqueta. Supongo que hoy me toca llevarme a la pelirroja y ese tipo correrá con suerte por llevarse a la castaña. Sin embargo la erección palpitante me recuerda que yo podría ser el tipo con suerte al que la castaña le baila de manera bastante sensual.
La chica pelirroja, que hasta el momento he olvidado preguntar su nombre me besa de manera feroz y es cuando decidí que ambos deberíamos ir a divertirnos a un lugar más privado.
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