Capítulo 14: Huida
Gerald
Se ha cambiado el lugar de encuentro de los duendes, en
esta ocasión nos encontramos en los pantanos que limitan
con la corte de otoño. Un lugar inhabitable que los duendes
han recuperado para sus caprichosas diversiones. Han
levantado una estructura de ramas secas unidas a los
árboles marchitos como una cúpula.
¿En qué momento lo construyeron? Estoy seguro de que
nadie en la corte oscura sabe de este lugar.
—Los duendes no pueden estar trabajando solos —
murmura Lyon inspeccionando con desconfianza los
alrededores—. Espero no tome a mal mi comentario, pero
alguien de la corte oscura debe estar ayudándolos. Si no,
¿como se explica que no nos dimos cuenta de todo esto?
—Espero que estés equivocado Lyon. Pero no lo descarto,
todo está muy organizado y los duendes siempre han sido
desastrosos en todo lo que hacen.
El lugar está lleno. Se ha corrido muy bien la voz de que
la corte oscura ha tomado un campeón en los juegos de los
duendes. Un acontecimiento que ha traído hasta algunas
hadas de la corte de invierno, elfos oscuros, hadas
oscuras… Gritos de euforia llenan mis oídos. Ya traen a los
chicos, y la alegría entre los espectadores no se hace
esperar.
El jovencito que he elegido, Kevin, observa todo con
cautela mientras es escoltado por dos duendes que le
impiden ir a cualquier lugar. No se ve tan asustado como lo
estaba en la celda. Su contrincante es el mismo chico que derribo al niño gordo hace días. El preferido por los
duendes, no es difícil imaginar por qué. Disfruta lo que lo
ponen a hacer.
Un duende alza la voz y hace callar a la muchedumbre.
Anuncia la diversión de la noche y pierdo el hilo de sus
palabras. Del otro extremo de la estancia está esa chica de
cabello rojizo, muy cerca de ser descubierta.
—Ya vuelvo —susurro a Lyon antes de alejarme de la
mesa que compartimos. Ella se ha quedado paralizada en
el momento en que entra al centro de la arena Kevin. El
chico se ve aterrado al darse cuenta de lo que realmente
está por suceder, su respiración es agitada.
Agilizo el paso y sujeto a la chica antes de que se exponga
por completo ante la muchedumbre. Su visita en la celda
ha dejado a los duendes un poco paranoicos, y no solo eso,
la curiosidad de que un hada de fuego este por los
alrededores la hace valiosa para quien la atrape.
—Me gustaría saber cómo le haces para aparecer y
desaparecer así de repente, Mafer —susurro en su oreja.
Ella se estremece y se deshace de mi agarre. Está
sorprendida y enojada al mismo tiempo. Me gusta el color
de sus ojos, son atrayentes.
—Otra vez tú.
—Sí, otra vez yo. Soy Gerald, heredero de la corte oscura
—sonrió.
Ella alza una ceja con desinterés. No es una chica fácil
de impresionar.
—Es un gusto, su alteza —responde con sarcasmo—,
pero me va a tener que disculpar, tengo algo importante
que hacer.
Ella retoma sus pasos hacia el centro del lugar donde los
dos chicos luchan, me he perdido toda la pelea. Por lo
menos Kevin se está manteniendo en el juego, espero que
realmente gane. Necesito encontrar una forma de hablar
con él, saber cómo terminó en Encantus.
¿Por qué le importará tanto ese chico? La agarro por el
brazo y la hago girar, sus manos quedan sobre mi pecho. Puedo sentir su aliento contra el mío. Sus labios parecen
ser suaves, y no puedo dejar de pensar en probarlos.
—¿Que intentas hacer? —pregunta ella con fiereza.
—¿Tú qué crees? —no le doy tiempo a que pueda
responder. Tomo posesión de su boca con ferocidad, ella es
tan cálida y sus labios tan suaves.
Se aleja, dejándome hambriento de ella. El fuego la está
consumiendo, es impresionante de ver. Antes de
desaparecer por completo me abofetea, sí que tiene fuerza
en la mano. Mi mejilla palpita, sonrió. Ya nos volveremos a
ver Mafer.
La algarabía de los espectadores me hace recordar
porque estoy aquí. Regreso al centro de la estancia donde
ya la competencia ha terminado. En la arena se encuentra
el chico que siempre ha ganado las peleas de los duendes,
está en posición fetal en el suelo quejándose de dolor. Kevin
en cambio, sigue de pie, por la comisura de sus labios una
línea de sangre que ha comenzado a gotear en su ropa, tiene
las manos hechas puño y está paralizado por lo que ha
hecho.
Su respiración es agitada, y da vuelta en busca de la
salida, pero los duendes lo atajan antes de que pueda ir
muy lejos.
—Nuestro chico ha ganado —dice Lyon al verme.
—¿Crees que me permitan llevármelo a la corte oscura?
—Lo dudo. Los duendes no están muy felices de haber
perdido, su alteza. Ellos no esperaban que ese niño ganara.
Arrastran a Kevin de regreso al pasillo por el que había
venido. Y sacan con cuidado al pequeño que no ha hecho
más que quejarse. En los anteriores enfrentamientos los
duendes nunca se han preocupado demasiado por el
perdedor, la gloria es para el vencedor, y no es lo que veo
hoy.
El espectáculo ha terminado y todos comienzan a
retirarse. Los duendes no tienen nada que celebrar.
—Buena elección joven príncipe —dice la misma mujer
que nos recibió en la puerta del otro establecimiento de los duendes. No la vi cuando llegue—. Pero ya es momento de
que se vayan.
—¿Qué pasa con el chico?
—No puedo responder a esa pregunta —nos señala la
salida—, esperamos verlos pronto.
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Editado: 19.05.2022