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Isabel...
La opresión en mi pecho estaba presente por la ansiedad que causaba el momento. En estos veintidós años de vida la ansiedad era parte de mi una y otra vez me encontraba frente a muchos caminos, pero solo uno de estos tenía la salida para mi. No era la mejor tomando decisiones, pero tenía que intentarlo sin importar que.
- Si... - no sabía cómo decir o explicar lo que mi mente queria, asi que lo abrace fuerte, el tardo en reaccionar pero cuando lo hizo me apretó en su pecho y dejo un beso en mi cabello - intentalo, intenta borrar lo que yo sola aun no he podido hacer durante todos estos años - mi voz era un susurro lleno de dolor y pena.
- Te prometo que haré todo lo que esté en mis manos para hacerlo... Haré que me ames tanto como yo a ti - una lagrima salio de mis ojos con tan hermosas palabras, aun no podía creer que el mismo niño baboso, mimado y grosero que conocí hace ocho años en aquel internado, hoy esté aquí conmigo diciéndome todas estas palabras - porqué si Isabel, Te Amo.
Y esas palabras fueron suficientes para dejar salir el mar de lágrimas que me estaba guardando, lloraba por mi, por no sentir lo mismo que el, lloraba por no ser capaz de olvidar y lloraba por amar tanto a un fantasma sin del pasado sin retorno.
El te amo de Christian me hace darme cuenta de muchas cosas, una de ella fue el amor que Christian siempre estuvo y yo no lo había sabido aprovechar.
Flashback...
Me encontraba pensando en lo que haría el fin de semana para poder escaparme de este internado, era 14 de febrero y pensaba salir con mi novio a celebrarlo sin ningún tipo de interrupción.
Mi tío había dado la orden en el internado de no dejarme salir sin personal autorizado de aquel lugar, se encontraba de viaje y no creo que venga nadie por mí para llevarme a la mansión el fin de semana, así que idee un plan perfecto para escaparme sin ser vista.
Al salir del salón de clases me encontré con el baboso más grande de todo el planeta, Christian Ricci, recostado en mi taquilla de brazos cruzados sobre su pecho y su cabello rubio caía sobre su rostro hasta toparse con sus ojos. El y su primo eran los más lindos y populares de todo el internado, dos grandes galanes a la vista de cualquier chica con gusto y sentido.
Al pararme frente a él sus vista fue directo a la mía de manera extraña, haciendo que yo la aparté rápidamente, sus labios formaron una sonrisa llena de arrogancia demostrando lo badboy que suele ser.
- Hola, ¿Podrías darme un permiso?.
- Cada día más bella, sin duda pequeña Williams - sus halagos no me hacían gracia, eran el asco para mí saber que era él la persona que lo hacía.
- ¿Acaso ahora eres amable? Porque cuando llegue fuiste un completo imbécil conmigo, así que es extraño que ahora quieras ser mi amigo para convertirme en la carnada de la semana - di media vuelta para dejarlo parado sin nada que decir, me fui sin buscar nada nada en mi taquilla, no estaba para pensar en sus juegos de idiotez.
- Espera - sus manos me detuvieron - nunca fue mi intención hacerte creer eso, no juzgues nunca a un libro por su portada preciosa, recuérdalo bien - se fue dejando un beso en mi mejilla sin mi permiso.
Fin del Flashback...
Si algo había aprendido de eso era que con Christian no todo era literal y que él era una completa caja de sorpresas ante el mundo, se mostraba ante ellos como el badboy del año pero al conocerlo bien es completamente diferente. Y no solo esa vez me sorprendió con esa frase tan repetitiva, sino que dejaba cada día en mi taquilla frases de libros tan conocidos que me era imposible creer que era él quien hacía tal cosa. Unos dedos sonaron fuerte frente a mi cara dándome de mis recuerdos.
- ¡Hey! Planeta tierra llamando a mi novia - su sonrisa se amplió en su rostro, y estoy casi segura que saboreó la palabra novia como un dulce entre sus labios con deleite, yo me aleje de el dejando marcando un espacio prudente entre ambos.
- Estaba pensando en lo raro que es estar aquí, así contigo en vez de estar matándonos como perros y gatos - mis manos nos señalaban a ambos como cosa rara.
- ¡Alto ahí! Yo no me mataba contigo, tú me decías y yo solo me defendía preciosa - mi risa se escuchó fuerte y estoy segura que desperté a medio barrio con ella.
- No, porque sin mal no recuerdo, alguien me hizo la vida imposible al llegar a Londres - mis ojos acusadores fueron fechas hacia él, para luego ponerlos en blanco.
- Amor a primera vista - mis mejillas se formaron rojas y por lo que piensan si no que coraje, cuando está a punto de contestar... - y ya rencorosa - él se abalanza contra mí para abrazarme, pero soy más fuerte y resisto de el.
- Déjame Chris tengo que irme ya, mañana tengo que viajar para Argentina y tengo que descansar - aplauso para mí y mi excusa perfecta. Su ceño se frunce al pensar lo que le he dicho y se porque, mi vuelo no sale hasta la tarde, pero no quiero que él se pegue aún más a mi, no soy del tipo de persona que estará pegada como un chicle sin descanso a su pareja.
- Isabel, si sabes que el vuelo es hasta la tarde, así que tenemos tiempo aún - y ahí está lo que no quería que pasara, pero no tendría corazón para rechazarlo - no quiero que te sientas presionada, solo quiero pasar tiempo contigo.
- Está bien, vamos, está haciendo frío aquí afuera - él fue hasta mi puerta como todo caballero para abrirme la puerta para bajar e ir adentro.
La mansión está toda a oscuras, solo se escuchaba el rotundo silencio de reinaba en mi hogar. Me fui hasta la cocina en busca de algo que tomar dejandolo a el aparado en la sala. Cogí un poco de agua, al voltear estaba él detrás de mí, me había seguido sin siquiera hacer ruido alguno.
- ¿Quieres algo de tomar?.
- No, creo que he tomado mucho esta noche.