EMMY
— ¿Qué te sucede mi amor? — preguntó Siegel — Tú cara está pálida.
— Creo que algo de la comida le cayó mal a mi estómago, si me permites iré al baño — Cómo no iba a estar pálida si Oliver estaba aquí. Salí del comedor y caminé por otro pasillo para no toparme con él.
Me topé con algunos invitados a los cuales solo les dí una sonrisa. Corrí hacia las escaleras hasta llegar a mi habitación, cerré con seguro y empecé a buscar mi única salvación: mi celular, tenía que abortar esta misión, si Oliver me veía aquí, era mujer muerta. Busqué la maleta que traía, ya que ni siquiera la había desocupado, era urgente encontrar el móvil, tenía que enviar un mensaje para que me localizaran y vinieran por mí.
La maleta estaba en el armario, así que le dí vuelta a todo, me arrodillé en el piso y empecé buscar entre todas mis cosas, pero nada, no aparecía por ningún lado. Ese aparato era mi salvación, tenía que escapar de aquí ahora, pero no podía hacerlo sola, para iniciar no tenía idea en dónde estaba.
Estaba tirada en el suelo con toda mi ropa por todos lados, buscando ¡El maldito móvil! salí del armario y busqué en la habitación, tenía que estar en algún lugar, ese aparato era mi llave de salida. No podía perderse, estuve tan ocupada cantando victoria que ahora iba a morir de un infarto.
— ¿Dónde estás ¡Maldito teléfono!? — estaba desesperada porque no lo encontraba, traté de recapitular las últimas horas con el aparato y recordé que había llamado para informar mi mudanza hacia la casa de Siegel, de seguro lo había dejado en el apartamento.
¿Cómo iba a librarme de esto?
Escuché toques en mi puerta — Señorita ¿Está bien? — Se trataba de Prisicila — El jefe la está esperando, quiere presentarle a alguien — ¿Qué iba hacer? ¿Cómo evadir esa presentación? al menos hasta que pudiera encontrar la manera de escapar
— Dile que no estoy bien, me siento muy mal y no podré bajar.
— ¿Necesita un médico? — gritó del otro lado de la puerta.
— ¡No! Solo necesito reposo, me dormiré y mañana hablaré con él — Escuché como Prisicla se retiraba. Me lancé al suelo mirando hacia arriba y entonces caí en cuenta de algo — ¡Maldito traidor! — Si Oliver estaba aquí significaba que él era cómplice de su padre.
Sabía que detrás de esa cara bonita se escondía un maldito traidor. Desde que llegó a mi casa a golpear a mi hermano sabía que no podía confiar en él.
A los pocos minutos escuché nuevamente toques en la puerta — ¡Sofía! ¿Qué sucede? — se trataba de Siegel — ¡Me ha dicho Prisicila que te sientes mal! — Me levanté del suelo y me acerqué a la puerta
— Si, mi amor, algo me cayó mal, discúlpame con los invitados y tu hijo, pero no estoy bien para bajar.
— ¡Llamaré a un médico!
— ¡No! Estoy segura que solo con un poco de reposo estaré bien, no te preocupes.
— ¿Estás segura?
— ¡Te lo aseguro mi amor! pide disculpas de mi parte — Escuché como Siegel se iba de mi puerta, regresé al suelo, ya que era el único lugar en donde encontraba consuelo. Esta posiblemente sería mi última noche con vida, a menos que lograra escapar.
Me levanté otra vez y me dirigí a la ventana, tenía un enorme balcón y que me permitía tener una vista de toda la casa, incluso había otro balcón a mi lado del mismo tamaño. Pero estaban muy altos, si me lanzaba desde allí iba a terminar con unos cuantos huesos rotos.
Así que ese plan no funcionaba, regresé a la habitación, me desvestí y me metí a la cama, esperando que el día de mañana tuviera mejor suerte y lograra escapar de este lugar.
(...)
Mis primos habían preparado una fiesta, Julie estaba aquí y ya estaba medio borracha, por otro lado mi hermano Adrien coqueteaba con otra mujer, aún no comprendía ese matrimonio a veces se notaban que estaban muy enamorados y en otras ocasiones que querían matarse.
Mientras tanto yo miraba de reojo al estupido amigo de Julie. Olvier, ese muñeco de plastico, hijo de papi que cree tener el mundo a sus pies — Te apuesto que no eres capaz de acostarte con el sexy amigo de Julie — retó una de mis primas
— ¡Ja! por favor si esta loco por este cuerpo — me señalé
— ¡Demuéstralo! — Yo era una mujer atrevida y no le tenía miedo a los retos, además ya había tenido un encuentro caliente con él, en la granja de mi madre. Me terminé lo último que quedaba de mi cerveza, caminé hacia él, quien se encontraba con una amiga
— Me lo permites — interrumpí su conversación. tomé el brazo de Oliver y este me miró de manera extraña a mi amiga no le importó y se movió
— La estaba pasando bien con ella
— Pero la pasarás mejor conmigo — Lo jalé del brazo para llevarlo a la habitación de arriba
— No lo creo, la quiero a ella — me reto, era increíble que quisiera pasar un momento con ella y no conmigo — Me gustan las chicas femeninas y no aquellas que quieran estrangularme cada vez que me ven
Eso era un insulto para mi — ¡Por favor! las niñas femeninas no te podrán hacer de lo que yo soy capaz — trataba de hacerse el dificil, porque estaba segura que él más que nadie quería meterse entre mis piernas
— Sé que solo es un reto para ti, lo digo porque tus amigas no paran de vernos ¿Qué has apostado?
— ¡Te felicito! me has descubierto, aposté con mis amigas que no ibas a querer acostarte conmigo y lo logré — quise irme, pero me detuvo con una mano en mi brazo
— Pues déjame decirte que perderás dicha apuesta.
— ¿Por qué?
— Porque esta noche conocerás al lobo hambriento que has despertado — Me jaló hacia su cuerpo, tomó mi nunca y junto nuestras bocas. Esto me tomó por sorpresa pero a los dos segundos estaba correspondiendo a su beso. Estábamos tan juntos que sentía dolor en mis pechos debido a nuestra cercanía.