Entre amor, dudas y traición

Capítulo 7: Dificultades y tormentos.

Esa fue la primera de las muchas tantas veces que estuvieron juntos. La primera escapada de todas las que prosiguieron en las noches siguientes. Mientras más tiempo y momentos íntimos compartían, los sentimientos de Julián por Valeria, se disparaban en unas proporciones tan grandes que, sin pensarlo, lo convirtieron en un adicto por sus besos y caricias. Ella, por su parte, experimentó cómo, poco a poco, él se convirtió en una pieza indispensable para su día a día; su forma de ser y tratarle, tan única y espontánea, con todos sus pequeños y sencillos detalles, simplemente no tenían grado de comparación con nadie más, y sin darse cuenta, se enamoró de él.

Para Julián y Valeria, todos los momentos que compartían eran tan mágicos y especiales, que se podía comparar a un cuento de hadas, en el que anhelaban un “y vivieron felices por siempre”, un final feliz. Las ganas de estar juntos y los deseos por explorar qué tan alto era su grado de compatibilidad, los llevó a inventar y reinventarse sin imponer límites en su relación. Todo fue perfecto, único e irreprochable mientras transcurrió el primer mes, y no era para menos, ya que siempre estaban presentes el uno para el otro, como el sol para el día, y la luna para la noche.

Sin embargo, esto luego terminó por convertirse en un espejismo, muy a pesar de que, en teoría, ese amor, mutuamente correspondido, tenía la suficiente fuerza para sortear cualquier obstáculo que osara interponerse entre ellos y, hasta inclusive, dejar atrás todo lo previamente existente, con tal de crecer y florecer juntos; pero aunque parezca bastante contradictorio, este no fue el caso entre Julián y Valeria. Aunque el primero no tenía nada que ocultar y su único interés era ella, esta no era la misma situación en el caso de Valeria. Ella arrastraba con fantasmas de un pasado que muy pocos conocían; secretos ocultos que no tardarían en golpear su conciencia una y otra vez de una manera incesante. Eso la hacía sentir culpable ante la posibilidad de hacer daño al hombre del que estaba enamorada.

—¡Te veo muy enamorado amigo! Me alegra que todo marche bien en tu relación con Valeria. —Fue algo que dijo Roberto en una conversación aleatoria a su amigo Julián.

Julián antes de que Valeria llegará a su vida, siempre había sido alguien totalmente independiente, y nunca había estado involucrado seriamente con alguien más. Además de esto, en los últimos tres meses, aparte de Valeria, solo se había involucrado con Alexandra, en aquel fugaz desliz en una noche de tragos.

—Lo sé, amigó. Te confieso que esa mujer es muy especial. Me siento muy bien con ella. No tengo ojos para nadie más y lo mejor de todo, es que estoy seguro, que ella siente lo mismo por mi. —Fue la respuesta que obtuvo Roberto por parte de Julián en esa ocasión.

Aunque Julián estaba muy seguro de sus sentimientos por Valeria y también de cuán lejos estaba dispuesto a llegar en esa relación, eso no significaba que existiera una igualdad de condiciones en el caso de ella.

Valeria, a medida que se enamoraba de Julián, comenzó a preocuparse al ver como, poco a poco, su propio dominio y control sentimental se deslizaba entre sus manos con cada instante de felicidad a su lado, hasta perderlo por completo. A pesar de que ella estaba encantada con lo que contínuamente vivían, se sentía feliz y llena de energía cuando estaba a su lado; no había enterrado ni dejado atrás el pasado que arrastraba. Desafortunadamente para él, un elemento significativo en su vida terminó reapareciendo cuando menos lo esperaba. Ese ser inmortal, repentinamente aparecido, cortó las alas de Valeria de un solo tajo para bajarla de las nubes, obligándola a darse un duro golpe con su propia realidad, tan fuerte que la forzó a despertar del hermoso sueño que representaba Julián y la hizo recordar quién era realmente.

—¡Pronto volveré! Ya solo falta una semana para regresar. Espero verte lo más pronto posible… Me has hecho mucha falta y no sabes cuánto te he extrañado. —Fue la noticia que recibió Valeria durante una llamada telefónica, una que daría vueltas al romance que estaba viviendo con Julián.

Valeria, durante el tiempo en que, hasta ese momento, había compartido con Julián, difícilmente mencionó aspectos relacionados a su pasado ni tampoco dió detalles de sus experiencias personales. Las pocas veces en que manifestó algo, siempre fueron relatos breves y puntuales, en los que no hizo referencia a alguien específico o al menos así lo dió a entender.

—¡Sabes que siempre estaré para ti! —Es la respuesta que dió Valeria, a ese ser misterioso que estaba regresando inesperadamente a su vida.

Julián, tan confiado, tan inocente, pobre tonto; nunca se tomó la molestia de indagar o, al menos, preguntar sobre la procedencia de los fondos que daban sustento a la vida de su amada Valeria. Siempre imaginó que estos procedían de la literatura y de su creatividad. Sin embargo, aunque una parte de ese dinero provenía de allí, ella lo utilizaba para sus ahorros, y ese que empleaba en su vida diaria para pagar viajes, ropa, comida y otros gustos, tenían otro origen. Esos fondos procedían de un tercero, alguien que Julián, de haberlo sabido, hubiera deseado que no existiese y, menos aún, tener que enterarse jamás, porque su idílico romance estaba por convertirse en una relación llena de dificultades y tormentos.

Valeria llevaba años involucrada en una relación disfuncional con un hombre casado. Alguien que era mucho mayor que ella; el propietario de algunas empresas de éxito. Aunque para ese hombre ella solo era “la otra”, él siempre cubría todos sus gastos, y cada vez que surgía alguna oportunidad de tiempo libre en su agenda, nunca dudaba en aprovecharlo para estar con su amante. Ella siempre ocultó esa relación, y la única persona que siempre supo la verdad y la existencia de ese hombre misterioso, era su amiga Alexandra, quién siempre le guardó el secreto y con quién Valeria se mantenía distante desde que estaba con Julián.




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