Luego de que te fuiste no pude sacarte de mi mente, tu mirada me dejo muy atónica, pase muchas horas pensando en tu extraña expresión al momento de entregarte el café que tanto me dijiste que querías que fuera perfecto; esas palabras me decían algo más y quería de cualquier manera saberlo no era capaz de solo ignorarte y olvidar todo aquello.
Lo que yo no sabía era lo que pasaría después.
Pasaron muchas horas hasta que termino mi jornada laboral, eran ya las seis de la tarde; fui a cambiarme rápidamente. Ese día me fui muy bien arreglada y me encontraba con un maquillaje que resaltaba de una manera única mi rostro, llevaba puesto un vestido que aunque era muy sencillo, hacía que mi figura se viera muy esbelta. Para mi sorpresa al salir todos mis compañeros ya se habían ido sin esperarme, me toco irme sola aquella tarde cosa que era muy inusual.
Me fui caminando muy despacio, la tarde estaba muy hermosa el cielo estaba tan azul que no pude evitar quedármele observando por un buen rato, cuando de repente sentí una mano que me agarro por el hombro no niego el hecho de que sentí un poco de miedo de ver quien era la persona que me cogía del hombro pero también sentí mucha curiosidad, todo mi cuerpo se paralizo al ver que eras tú, el señor que decía que se llamaba marcos y que siempre lo observaba en silencio.
—No te asustes— dijo el sin vacilar
Yo con mi rostro totalmente enrojecido le conteste:
— creo que ya me has asustado lo suficiente
Él lo que hizo fue reírse, pero; que sexy y hermosa sonrisa pensé de manera inmediata, de verdad que todo lo que era este hombre me seducía cada vez que conocía más de él.
Hasta que me miro con sus ojos fríos y me dijo:
—Disculpe señorita no quería asustarla; solo que la vi pasar y quería saludarla.
Bueno ya no hemos saludado, así que me voy primero dije fríamente
—No te vayas pensé en saludarte e invitarte el café que quedo pendiente ¿Quieres ir a beber un café conmigo?— Pregunto dócilmente.
Yo por supuesto que me moría por dentro por ir tomarme un café o lo que sea con él, aun si no mostré mis emociones sentí que no era conveniente en ese momento.
Así que le conteste rápidamente. —Si quieres mañana nos vemos aquí en este mismo lugar y vamos a tomarnos un café ¿vale?
El me miro un poco extrañado pero acepto sin poner peros, él era de la clase de persona que sabía esperar. Se despidió de mi con un cálido beso en la mejilla que hizo que mi cuerpo temblara de puro gusto; yo me despedí regalándole una sonrisa no quería que notara que él me encantaba de la cabeza a los pies.
Cuando lo vi irse pensé en cuál era su interés en ir a tomar un café conmigo ¿por cortesía? Tal vez era lo más probable, no podía crear en mi la ilusión de que él se fijaría en una mujer como yo, por supuesto no me consideraba una mujer desagradable ni nada de eso; si no que era demasiado obvio que el me doblaba la edad yo me encontraba en mis 20 y él estaba en sus 40 años y no tenía tiempo de enamorarse.
Y fue cuando me pregunte que había detrás de ese encuentro tan repentino entre los dos, mientras caminaba aquella calle tan hermosa y con ese clima que me hacía entrar en calidez.
¿Sera que hay alguna posibilidad? Pensé, mientras le sonría de una manera especial al paisaje y a la vida.