| Capítulo 21: Entre lobos y confusión |
Madison:
Kayden ha perdido la cabeza.
Eso es lo único en lo que pienso mientras me alejo de su coche, andando, después de haberle gritado que deje de tomarme el pelo tres veces. Oigo el coche por detrás. No ha terminado de irse, solo mantiene una distancia prudente mientras otros coches le adelantan e intenta, cada par de minutos, que vuelva a subirme al coche.
No lo hago.
—¡Madison! —insiste una vez más.
Otro coche toca el claxon al pasar por su lado y oigo algún insulto de fondo.
—Te he avisado tres veces. Si me vas a tomar por idiota, déjame en paz.
Lobos.
Nos hemos ido de esa comunidad de mala manera y todo lo que se le ha ocurrido ha sido inventar un cuento de niños sobre hombres lobo. Lo peor es que él sí parece creérselo. Eso, ya, es preocupante. Aquello es una secta, y le han lavado por completo el cerebro con sus fantasías.
—No voy a dejarte tirada en medio de la carretera —insiste él.
Paro.
En eso le doy la razón, estamos demasiado lejos de cualquier ciudad como para hacer este tramo andando. Por eso, en vez de andar, estiro el brazo, levanto el dedo y empiezo a hacer autoestop.
—¡Madison! —se queja Kayden.
—¿Qué?
Kayden maldice, sale del coche, y lo rodea hasta el borde de la calzada por el que estoy andando. Baja mi brazo de forma brusca y sus ojos marcan un humor poco agradable que me hace querer dar un paso atrás. No lo hago.
—Vuelve al coche. Ahora.
—No.
—Madison, esto no me hace ninguna gracia.
—A mí no me hace gracia que me tomen el pelo.
—Intento protegerte, no voy a dejarte aquí —insiste entre dientes.
—Entonces deja de...
Antes de poder terminar, otro coche que tiene que esquivar el de Kayden toca el claxon y baja la ventanilla para insultarnos a su paso. Eso me hace olvidar lo que iba a decir.
—Tú haz lo que quieras, pero yo seguiré con mi camino lo más lejos que pueda de allí. No sé qué os traéis entre manos, pero, ni me interesa saberlo, ni me interesa seguir cerca. Vosotros por vuestro lado y yo por el mío. Puedes decirles eso.
—No es tan fácil. Si te vas ahora te buscarán.
—Que lo intenten, no serían los primeros.
Llevaba tiempo pensando en cambiar de estado, de moverme más al sur. Este puede ser un buen momento. Así que doy dos pasos lejos, levanto la mano de vuelta y hago autoestop mientras ando para alejarme del coche de Kayden. Él sigue mis pasos a menos de tres pies de distancia y su voz presiona en mis oídos a cada paso.
—Te rastrearán y te encontrarán, Madison. Si no son ellos serán otros. Si desapareces ahora, eso es lo que va a pasar. Si pones en peligro...
Dejo el brazo caer y me vuelvo hacia él.
—¿Si pongo en peligro qué, Kayden? —interrumpo—. No sé de qué iba todo eso y no me interesa saberlo.
—¿Crees que eso les va a importar?
—¡Debería!
Mi rabia no es contra Kayden, sino hacia una situación que ni siquiera me interesa entender porque no va conmigo. Hace dos años me di de bruces contra un horrible lío sin quererlo, desde entonces me mantengo al margen. De todo.
Debería haberme ido cuando tuve oportunidad. ¿Cuántas alarmas vi? ¿Cuántas veces pensé que había algo raro? Es mi culpa por haber querido disfrutar de una "vida normal". O de lo más cercano que pudiera encontrar.
—No les va a importar. Lo sepas o no, les ha dejado de importar desde que...
—¿Desde que qué?
Kayden aparta la mirada de mí por primera vez desde que hemos empezado a hablar.
—¿Desde que qué? —insisto con mi pulso acelerándose.
Me mira y sé, antes de que hable, que lo que va a decir no va a gustarme.
—Desde que decidí sacarte de allí.
—¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? —pregunto.
—Ellos iban a hacerte creer que tenías esquizofrenia, Madison. Iban a seguir por esa línea sin importar las consecuencias. Tuve que elegir entre serte sincero o que siguieran con eso. Así que, ahora, hagas lo que hagas, ellos no harán distinciones. Si te vas sola, van a ir a por ti porque el riesgo de que te vayas de la lengua es demasiado alto.
—¿Pero que me vaya de la lengua con qué si ni siquiera sé de qué va todo esto?
—Te lo he dicho en el coche.
Otro coche toca el claxon durante unos segundos antes de seguir. A nadie le hace la mínima gracia que Kayden haya dejado el coche al borde de la calzada y no les culpo.