Mientras apuntaba momentáneamente a cada persona del rondel que se fijaban a mi alrededor, y en posición de pelea, o al menos lista para ella, reparé en un chico de cabellos azul rey que no dejaba de mirarme, analizando cada acción, cada reacción, analizando mi rostro. Tenía una cicatriz que atravesaba desde el centro de su ceja hasta el final de su ojo, y a decir le daba un aspecto duro.
Nadie hablaba, nadie se movía de su lugar, ni atacaban pero tampoco retrocedían ¿Qué estaban intentando hacer? ¿Qué estaba intentando hacer yo? Mientras en mi mente cuestionaba mi comportamiento salvaje, bajé la guardia y con ello la katana.
- ¿Podrías guardar tu arma?- el chico de la cicatriz se abrió paso entre todo el gentío
Guardé la...mi katana – sí, ya era mía.- aunque no baje la guardia del todo.
- Perfecto.- otra vez el chico de la cicatriz, sonrió un minuto para las demás personas y luego se volvió para hacerlo también conmigo, y continuó: - Eres una Sombra, como todos nosotros, no hay nada de qué preocuparse.- poco a poco se acercaba más a mí.- ¿Cuál es tu nombre?
- Ares.- musité aun con los nervios tensos.
- Ares, este es el clan Sombra. Todos somos como tú.
Ésta vez no dije ni una sola palabra, la idea de pertenecer a un clan me resultaba asfixiante, pero el alto y fornido chico que estaba en frente mío hacía cambiar mi opinión, aunque solo mínimamente. La barrera de personas que estaban a mi alrededor poco a poco se iba dispersando, como si mi aparición ahí perdiera relevancia y fuera de lo más normal.
El chico el los cabellos azules me encaminó hacia una pequeña choza en el centro de todas las demás casas.
- Mi nombre es Liam, los apellidos aquí no importan (aunque tampoco a fuera).
- Sí, eso es cierto, no creo que un sangre Negra te pregunte tu apellido antes de matarte.- agregué con cierto tono de sarcasmo, que al parecer él no detectó.
- Tienes razón, jaja. ¿Hace cuánto tienes estando fuera?
- No lo sé, probablemente más de 3 años.
- ¡Vaya! Sí que es mucho tiempo. Desde que esquivaste la flecha me ha picado lo curiosidad por preguntarte ¿Cómo diablos hiciste eso?- mientras Liam hablaba sus ojos no dejaban de buscar los míos.
- ¿Hacer qué?- intenté sonar modesta, pero tenía tanto tiempo sin tratar con una persona que no recordaba bien cómo hacerlo.
- Saltaste sobre un flecha en movimiento solo para esquivarla.
- La verdad no fui yo, fueron mis instintos creo...
- Fue increíble, en verdad, Ares.
- Y tú, ¿Cuánto tiempo llevas aquí dentro?
- Casi 5 años, se puede decir que yo fundé el clan, pero no me gusta decir eso.
Mientras charlábamos nos íbamos acercando más a la choza que parecía ser nuestro destino final. El día se había acabado y ahora la oscuridad poco a poco cubría el baluarte.
- Llegamos, es mi choza, pero puedes quedarte aquí. Por ahí hay una camisa mía, puedes ponértela mientras lavan tu ropa. En un momento vendrá un chica por ella. Siéntete como en casa.
Dicho esto, Liam abrió la puerta de la cabaña y me dejó adentro. La choza era pequeña, pero calida y comoda, tenía un pequeño sofá una cama grande y a la izquierda se encontraba la cocina-comedor con 2 sillas. Al lado de la cama estaba una pequeña y desgastada comoda, arriba de ésta estaba una camisa del tono de cabello de Liam, azul rey. Era bastante grande para mí, pero en este caso era perfecta, me cubriría hasta muy por debajo del trasero y eso estaba bastante bien.
Casi 5 minutos después de descambiarme por completo y ponerme la suave camisa a cuadros de Liam llegó una chica con el cabello completamente rojo, de raíz hasta puntas, portaba una canasta y me pidió mi ropa con una sonrisa bastante curiosa. Luego de habérsela dado, opté por salir de la cabaña y explorar un poco, el problema era que sin mi ropa interior mis pechos se notaban tras la camisa cuadrada así que me abstuve de salir de la choza. Pasada la hora de estar en el sofá viendo únicamente como las sombras se movían tras la ventana. Llegó Liam de nuevo y sin hacer caso de mi presencia comenzó a cocinar unos huevos fritos. Al parecer habían logrado criar gallinas dentro de del baluarte.
- La cena ya está lista.- Liam había colocado los cubiertos en la mesa, e incluso había colocado un florero con unas cuantas rosas blancas.
Decidí no decir palabra alguna y solo sentarme frente a él en la mesa. Mucho tiempo atrás mis cenas eran muy parecidas a esa, solo que sin ser una Sombra, con mi ropa y sin un chico tan guapo como lo era Liam, muy a pesar de su cicatriz.
Terminada a cena decidí entablar una conversación con el chico. (En realidad ese día no hablamos demasiado)
- Gracias por la cena, estuvo muy buena.
- No hay de qué, Ares. No me gusta presumir pero no soy tan malo cocinando.
Yo solo sonreí.
- Bueno, creo que quieres descansar ya, ¿cierto?- la pregunta que él había formulado parecía capciosa.