Entre Monstruos

Encuentro Cercano

21 de julio del 2021.

Amelia.

Okey, entonces hoy es el día. En el que por fin podré salir de este lugar. Quisiera decir que estoy muy feliz y emocionada, y claro que lo estoy; pero al mismo tiempo estoy aterrada de lo que pueda pasar afuera. No tengo a papá a mi lado y eso lo hace peor. No me siento cómoda salir sin el permiso ni presencia de él.
Pero bueno, sigamos con el relato.

Tomé una bocanada de aire, maldita pesadilla. Me dolía la cabeza de tanto soñar. Miré el techo en busca de algún otro pensamiento y por accidente vi la compuerta.

Ya es hora...

Comencé a temblar, mi corazón empezó a latir fuerte. Mi respiración cada vez más rápida al pensar en el simple hecho de salir.

¿Tienes miedo?

Ahora, después de 7 años queriendo salir, tengo miedo.

Qué ridículo.

Tocaron la compuerta y antes de responder, se asomó una cara familiar por el pequeño hueco.

—¿Lista?— preguntó Samantha, alzando una ceja.

— Aún no lo sé... Tengo miedo de salir.

—Ven Amy —dijo mientras me ofrecía su mano–. Nada te va a comer.

Algo en ella inspiraba confianza, aunque no era de las personas que confiaran en ti.

Le hice caso, tomé su mano y comencé a subir la escalera. Sentía algo muy fuerte, como cuando te tiras de una tirolesa. Pero no era algo muy emocionante y agradable de sentir.

Me tiró por el brazo, saliendo la mitad de mi cuerpo y ahí lo vi.

Mis primeros rayos de sol en 7 años. No estaba afuera pero seguía siendo un avance. Miré alrededor, la casa era como la recordaba.

Paredes de madera, muebles marrones, uno de ellos con una mancha de café de papá. Aunque mi papá se la pasaba solo arriba, todo estaba limpio, teniendo en cuenta que a él no le interesa mucho eso.

Al fin podía respirar aire fresco, ver los árboles, hasta escuchar un pájaro no era más que un sueño en el sótano.

— Amy, no has terminado de salir; ¿Y ya estás llorando?— me interrumpió Samantha, sacándome de mi trance.

— Ja ja si... — suspiré. Estoy haciendo una tormenta en un vaso de agua.

Me sacó completamente del agujero de la compuerta y pude observar el ambiente completamente. A través de las ventanas se veía el bosque.

Vivíamos en una cabaña un poco alejada del pueblo pero justo en el bosque. A través de la ventana se observaba árboles destruidos, algunos en el césped, otros al parecer pisados.

Se abrió la puerta de golpe, entró Joshua con tres bolsas de papas fritas en la mano, más una de galletas en la boca.

—Awww... yo quería ver a Amy saliendo de ahí... — susurró Joshua mientras lloraba falsamente y se quitaba las bolsas de encima.

— Realmente creí que sería algo más épico, con la música y todo eso —agregó Samantha.

Los dos me dieron un cálido abrazo y me invitaron a sentarme en la sala. Es raro que te inviten a hacer algo en tu propia casa.

— Y dime, mi "ya no Ana Frank", ¿Qué se siente salir de esa caja de cerillos?— preguntó Joshua intrigado mientras masticaba verozmente una papa frita.

— En resumen se siente muy bien volver a salir. Pero igual tengo que salir a afuera a buscar a mi papá.

—¿Tienes alguna idea de lo que pudo haber pasado? —interrogó Samantha, leyéndome con sus ojos.

— No, ni idea. Sólo sé que es muy raro en él, desaparecer de esa forma. Y no me puede contactar porque las líneas telefónicas están dañadas.

— Creo que deberíamos salir y buscarlo, si no lo hacemos, es posible que algo le haya pasado y no regrese —sugirió Joshua.

–Estoy de acuerdo con Josh. Claro, sólo si quieres hacerlo –agregó Sam–. No te obligaremos a hacer nada que no quieras.

—No saldremos —exclamé—. No ahora.

Joshua rodeó sus ojos verdes en señal de molestia.

— ¿Por qué no podemos salir según tú?

–—Apenas acabo de salir del sótano; ¿Y ya quieres que vaya a afuera? Déjame aunque sea respirar bien el aire —dije, mirando a Joshua.

No quiero morir y ni siquiera disfruté mi salida del sótano. Es demasiado rápido.

Josh se levantó y gritó:
Okey, entonces hagamos lo que tu dices —se entrelazó los brazos–. Esperemos a que tu papá, la persona que nunca desaparece; regrese de quién sabe dónde y te diga: "¡Hija! Tuve un pequeño accidente, casi muero, pero como no viniste me las tuve que arreglar solo!"

Joshua se veía molesto con mi deseo de quedarme. Estaba tenso, cosa que es muy difícil de conseguir, moviendo el dedo de su mano derecha en desesperación. Él era del tipo de amigo que era el gracioso y a la vez el cariñoso del grupo.

— Amelia, tu papá te encerró por años en tu sótano, ni siquiera a la sala te dejaba salir; yo que tú lo dejo afuera, pero como tú eres tú y lo quieres, tenemos que ir a buscarlo. Además es tu oportunidad para conocer el mundo del que te perdiste— añadió Samantha, poniendo sus manos en mis hombros.

— ¿Y qué se supone que llevemos? A menos que quieras que nos coman– pregunté, ya rendida.

Joshua sacó tres mochilas y pronunció: 
–En cada mochila tenemos una carpa, comida para hasta donde Samantha la deje, y cuatro armas. Específicamente una escopeta y tres revólveres. –
señalando cada uno de los artículos en la mochila. Ya se había calmado, extrañamente más rápido de lo normal...

No preguntaré de donde sacó esas armas, él encuentra cosas de lugares misteriosos.

— ¡Hey! ¡Eso es un insulto para mí! —gritó Samy, aguantando la risa.

5 minutos de total y puro silencio, el ambiente se había tornado callado desde la broma de Samantha.

— Salgamos. Ya no me importa si morimos, me convierta en vampiro o termine de cena de algún monstruo, hay que encontrar a mi papá.

Joshua me dió una sonrisa de lado y Samantha gritó un "¡Sí!" con entusiasmo.

Me alejé de ellos para bajar al sótano. Estuve tanto tiempo allí que se me hace extraño estar afuera.

Bajé corriendo y busqué la ropa más abrigada que pudiera encontrar, me decidí por una camisa roja cubierta con una chaqueta negra super gruesa y gigante. El frío no me va a ganar. Me puse unas botas de nieve que papá tenía guardadas y salí.




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