Entre Tinieblas y Anhelos

Capítulo 10

Derek

Era sábado por la mañana y desperté tras unos toquidos a la puerta de mi habitación.

—¡¿Qué sucede?! —pregunté amargado.

Detestaba completamente que me despertaran tan temprano, dado que mi rutina empezaba desde las 9 de la mañana y ahora deben ser apenas las 7 a.m.

—Lamento molestarlo, joven, pero su madre me pidió que le avisara que baje a desayunar —respondió la empleada detrás la puerta.

—Maldita sea —me quejé—. De acuerdo, dile que bajo en un momento.

—Como ordene —respondió antes de escuchar el sonido de sus pasos alejarse.

Me levanté de la cama y me dirigí a la ducha, no había necesidad de desvestirse, puesto que ya me encontraba desnudo. El dormir vestido me incomodaba y desde que tenía 16, opté por dormir de esta manera.

A pesar de que quería tomarme mi tiempo al ducharme, debía hacerlo rápido o mandarían a la empleada a llamarme nuevamente. No entendía la razón por la cual me llamaba a desayunar hoy, teniendo en cuenta que ella y mi padre se iban a trabajar antes de que yo despertara.

Luego te tomar una toalla y secarme adecuadamente, me vestí únicamente con una bata de seda, amarrando la cintura y dejando la parte superior semiabierta, permitiendo que mis pectorales y parte de mis abdominales se muestren.

Salí de la habitación y caminé hasta las escaleras en forma de caracol, las cuales descendí con lentitud, para luego dirigirme al gran comedor.

Al llegar vi a mi padre, el cual se encontraba sentado al igual que mi madre y Noah. Cada uno inmerso en sus cosas, mientras el ama de llaves y la empleada que fue a llamarme, colocaban el desayuno sobre la mesa. Con desinterés me acerqué y jalé una de las sillas para poder sentarme.

—Buenos días, hijo, ¿no piensas saludar a tus padres? —inquirió mi madre, dejando de lado el iPad que estaba sosteniendo hasta hace poco.

—Hola —respondí de mal humor.

—¿Esa es forma correcta de saludar? No recuerdo haberte educado de esa forma —expresó mi padre, bajando el periódico que había estado leyendo.

Escucharle decir aquello me causó gracia y cierta molestia. Después de todo, no fueron ellos quienes me criaron, sino la ama de llaves y las empleadas que se quedaban en casa, puesto que ellos se la pasaban en sus trabajos y apenas los veía a la hora de cenar o antes de dormir.

—Déjalo Mike, debe estar enojado por haberlo despertado tan temprano —intervino mi madre.

—Eso no es motivo para que responda de esa manera, somos sus padres, debe aprender a respetarnos —dijo mi padre, dirigiéndome una mirada acusatoria.

—Ya sabes como son los chicos a su edad. ¿Acaso no fuiste tú igual? No le tomes importancia.

—Chloe, es porque lo consientes de esa forma que tiene ese carácter. ¿No recuerdas las veces que nos llamaron de su escuela para decirnos que se había involucrado en una pelea? Hace poco fue lo mismo en su universidad. Tuve que pagar muchísimo dinero a esa familia para que no presentaran una demanda —expresó mi padre claramente enojado.

No tomé importancia a su conversación y bebí algo de jugo de naranja, mientras le alcanzaba a Noah el jarabe de arce para sus wafles.

—Sólo fue una pequeña pelea entre jóvenes con gran energía —refutó mi madre, quitándole peso al asunto.

—Pero que dices mujer… ¡tuvo que ser llevado al hospital porque su mandíbula se desencajó y dos se sus dientes se cayeron! —exclamó mi padre, golpeando el periódico sobre la mesa.

Mi madre observó a mi padre con una expresión algo cansada y luego dirigió su mirada a mí. Sus ojos celestes escudriñaban mis reacciones, pero al ver que permanecía inmutable, volvió a enfocarse en mi padre.

—Cariño, quiero tener un desayuno tranquilo. Han pasado semanas en las que no hemos tenido tiempo para esto, no arruinemos el ambiente, ¿de acuerdo? —sugirió mi madre.

Mi padre alternaba su mirada entre mi madre y yo y tras unos segundos emitió un largo suspiro, retomando su atención al periódico.

—¿Mi hermano es mala persona? —preguntó el mocoso de Noah, a quien le di una mirada divertida.

—No, claro que no. Tu hermano solo es… algo brusco —respondió mi madre, lo que hizo que rodara los ojos.

Hubo un tiempo en el cuál me metía en problemas con la finalidad de buscar su atención, pero eso dejó de importarme hace años. Lo último que mencionaron fue producto de la estupidez de aquel sujeto que me provocó, de no ser así, no lo hubiera dejado en ese estado.

El desayuno transcurrió en silencio, con algunas preguntas ocasionales de mi madre preguntándome como me iba en la universidad o si ya tenía novia, lo cual negué rotundamente.

¿Tener una novia? Que estupidez, ¿por qué debería amarrarme a una persona? Poder divertirse sin restricciones es lo mejor que puede haber.

Pasado unos minutos, mi padre se levantó y dijo que ya debía irse al trabajo. Al escucharlo, mi madre mencionó lo mismo, levantándose para poder retirarse, no sin antes decirme que debía cuidar a Noah y que, si llegaba a salir más noche, no debía meterme en problemas.




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