Entre tu Corazón y el Mío Libro 2

Capítulo 5. Malas noticias

15 de octubre de 1999

De reojo veo los ingredientes de los demás, todos traen cosas básicas y uno que otro trae cosas fuera de lo normal. Estoy nervioso, tenemos que preparar un platillo salado y otro dulce. Lo que voy a preparar son cosas que nunca antes he hecho, las recetas son de mis recetarios favoritos. Es algo muy arriesgado, en las indicaciones piden que preparemos algo que sabemos hacer muy bien, solo a mí se me ocurre aprender de memoria dos recetas que nunca antes he hecho y desear que me salgan bien.

La abuela me aconsejo que hiciera nuestro platillo favorito: Lasaña mágica (como solemos llamarla). Se me hace algo sencillo de hacer y yo quiero hacer algo que destaque. Quiero impresionar a los chefs.

─Tienen una hora para hacer su preparación salada y dos horas para su preparación dulce. Los chefs los llamaran a uno por uno para degustar primero el platillo salado, después de eso se dará inicio para la elaboración de su platillo dulce. Si terminan antes del tiempo levantan la mano y podrán pasar con los chefs ─explica el instructor. Mira su reloj de mano y aprieta un botón─. Pueden comenzar.

Para el platillo salado voy a preparar un fettuccine con camarones y ostiones. Mi plan es hacer la pasta casera, será la primera vez que intente hacerla de esa manera, es obvio que no puedo entregar un platillo con una pasta comprada en el supermercado y que solo la puse a cocer en agua.

Aun no empiezo y ya me siento estresado.

Saque mi libreta, dejándola en un lugar donde no estorbe. Prefiero aprender las recetas de memoria, pero para evitar que mi memoria falle suelo anotarlas en mi recetario casero.

Inicio con la masa de la pasta. Al tenerla lista toca estirarla a un tamaño correcto. Voy corriendo por una máquina para pastas, paso la masa por el aparato y esta la corta en líneas finas. Con una regla mido la longitud de un fettuccine para poder cortarla en tiras. Ya cortadas las meto en agua hirviendo. Mientras se cuecen tengo que cocinar los camarones y los ostiones.

Termino faltando cinco minutos a la hora que nos dieron. La presentación me quedo muy bien, parece de restaurante. Algunos compañeros terminaron mucho antes que yo, un poco más de la mitad espera impaciente para iniciar con el platillo dulce.

Paso con los chefs, al ser el último la presión me pesa en los hombros. Los tres prueban mi platillo sin pronunciar alguna palabra y sin hacer algún gesto. Regreso a mi zona de trabajo y el instructor da inicio a las dos horas para el platillo dulce. Para esto voy a hacer un volcán de chocolate con una salsa de frutos rojos y una bola de helado de vainilla.

El helado es lo primero que hago, al terminar dejo la mezcla en el congelador. En eso hago la mezcla del volcán, la pongo en varios refractarios y los meto al horno. Ahora toca hacer la salsa de frutos rojos.

Con el volcán listo lo emplato con una presentación que vi en un libro sobre emplatados. El helado es lo que más me preocupa. Lo saco del congelador y doy un salto de alegría al ver que quedo súper cremoso y se congelo súper bien. Saco una bola y la pongo alado del volcán.

Soy el cuarto en pasar. En los ojos de los tres chefs veo que les gusta mi platillo, tengo miedo, no vi esa mirada en el platillo salado. Los que ya pasamos empezamos a lavar los trastes sucios y guardar las sobras. Me queda mucho fettuccine y cinco volcanes, en casa todo se terminara en menos de cinco minutos.

El instructor me entrega una hoja con una serie de veinte preguntas. Las respondo muy rápido, son preguntas de conocimiento básico en la cocina.

Las hojas son retiradas y entregadas a los chefs.

Al terminar de revisarlas explican que van a llamar uno por uno, seré el último en pasar y eso me está matando.

Algunos dan saltos de felicidad, otros lloran y uno que otro oculta sus emociones. De los nervios me han entrado muchas ganas de hacer del baño, no puedo dejar de caminar de un lado hacia el otro y pasar mis manos por el cabello.

─Alonso Miller.

Dejo la estación, con ganas de desmayarme me dirijo a la mesa de los tres chefs. Llego con un poco de dificultad, por un momento sentí que me iba de lado.

─Joven Alonso, seré muy honesta con usted ─dice la chef, junta sus manos y las esconde debajo de la mesa─. Me encanto lo que hizo, desde acá vi como elaboro la masa de la pasta y eso le da muchos puntos. Sin embargo, le faltó algo. No estuvo mal, pero se quedó a un paso de ser perfecto.

─En el platillo dulce ─habla el chef que está sentado en el lado derecho─, no sé qué opinen mis compañeros, pero para mí fue el mejor que nos han presentado estos días ─asienten los dos chefs─. Todo estuvo espectacular, el helado fue la mejor parte. La presentación fue de restaurante y lo felicito por eso, no muchos logran hacer un buen emplatado.

─Escuche ─miro al otro chef. De los tres es el que más me asusta─, de los dos platillos el postre fue el mejor. Yo creo que tuviste una mala decisión en el platillo salado y es una pena. Vi tu manera de cocinar y déjame decirte que esa es la manera de trabajar de un cocinero, eres muy organizado y en tus ojos veo que estas hecho para esto. En mi restaurante serias muy bueno, uno de los mejores.

Escuchar eso me enorgullece mucho. La abuela siempre me felicita por mi manera de cocinar, pero recibir buenos cumplidos de un chef reconocido pasa mi límite de felicitad.




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