19 de noviembre de 1999
Los nerviosos me estrujan por todo el cuerpo. Son las ocho en punto, es momento de que vaya a tocar la puerta. Llegue hace cinco minutos y no me he atrevido a bajar del auto. Nada malo me va a pasar, tal vez solo se me sonrojen las mejillas cuando la vea o algo peor, orinarme en los pantalones. ¿Por qué pienso eso? Puede que sea muy nervioso, pero es cero probable que me llegue a pasar eso.
─Alonso, es ahora o nunca.
Tomo el ramo de girasoles que compre, me acomodo el moño y bajo del auto. Con pasos lentos y seguros me acerco a la puerta, toco el timbre y doy un paso hacia atrás. Aun no la veo y ya se me vinieron a la mente cientos de cumplidos. Sé que se verá hermosa, ella es hermosa.
De repente la puerta se abre, me asusto lo que provoca que de un pequeño brinco. Los ojos de la mamá de Rosie me hacen un análisis completo, confieso que me asusta su penetrante mirada.
─Buenas noches, señora Morales ─saludo con amabilidad─. ¿Rosie esta lista?
Ambos volteamos a ver a las escaleras, Rosie baja como toda una princesa. No puedo quitarle la mirada de encima, no me equivoque al decir que se vería hermosa; se ve más que hermosa. Me veo muy tonto, no puedo dejar de verla con la boca abierta. Su vestido rosado resalta con su nuevo color de cabello, nunca imagine verla con cabello negro.
─Te ves muy hermosa ─logro decir, me agradezco por no haber tartamudeado. Su sonrisa hace que me sonroje, al igual que ella, sus mejillas combinan con el color de su labial─. Esto es para ti, espero que te gusten ─le entrego el ramo de girasoles.
─Muchas gracias, no te hubieras molestado. Son preciosas.
─Creo que es momento que se vayan, se les va a hacer tarde ─indica la mamá de Rosie, tomando los girasoles de las manos de su hija─. Diviértanse, su papá la quiere aquí a las diez en punto.
─No se preocupe, a las diez estará aquí ─prometí.
Rosie se despide de su mamá y juntos nos dirigimos al auto. Como todo un caballero le abro la puerta del copiloto. Antes de subir al auto miro el cielo y sonrió. Pido de todo corazón no arruinar la noche, los bailes no son lo mío.
─Me gusta como se ve tu cabello, aunque extrañare el color morado ─confieso. Me pongo el cinturón de seguridad y pongo en marcha el motor.
─Ayer en la noche me cambie el color. Creo que dejare el morado por un buen tiempo, quiero verme con el color original de mi cabello.
Le regalo una sonrisa.
─Deberías teñirte ─acaricia mi cabello─. Te quedaría bien un color rubio.
─No, no. Eso nunca.
Después de eso ninguno de los dos ha dicho algo, vamos en silencio disfrutando la música del casete que puse para el camino.
Ayudo a Rosie a bajar del auto. En la entrada hay una fila para tomarte una fotografía en pareja, al llegar nuestro turno mi sonrisa no pudo salir más grande porque ocupaba todo mi rostro. Tomados de las manos entramos al elegante lugar, dudo que se vea así por dentro y no me equivoco, parece una discoteca.
A lo lejos veo que Martín nos hace una señal desde su mesa, sin soltarnos de las manos nos dirigimos con él.
─Hola chicos, los dos se ven muy bien ─dice Danielle con una sonrisa.
─No, la única que se ve muy bien eres tú. Eres la más hermosa de todo el lugar ─indica Martín. Danielle lo abraza y le da un beso en la mejilla─. Tranquila Rosie, eres la segunda más hermosa.
─No le hagas caso ─susurro en su oído─. Para mi eres la más hermosa de toda la ciudad.
Tomamos asiento en las dos sillas desocupadas. Me causa ternura ver a Martín y a Danielle. Llevan tres semanas saliendo, pero parece que llevan años. A veces me dan ganas de vomitar por lo cursis que son, luego recuerdo que soy igual y se me pasa.
Hoy es la noche, hoy le tengo que pedir a Rosie que sea mi novia. Vengo motivado y con cero miedo, bueno, con treinta por ciento de miedo, lo que resta son mariposas en el estómago.
─¡Qué emoción! La próxima semana nos graduamos ─grita Danielle.
─Y en tres días es el cumpleaños de Alonso ─revela Martín. Danielle y Rosie me voltean a ver con sorpresa.
Con el estrés de las tareas, los exámenes finales y el estado de salud de mi abuela, olvide que voy a cumplir años. Estos días he tenido la cabeza vuelta loca, he estado ocupado con cosas más importantes. Mi cumpleaños es algo que no me importa, solo es un año más de vida.
─¿Por qué no nos habías dicho? ─manifiesta Rosie.
─Bueno, pues…
─Tenemos que organizar algo ─intervine Danielle─. Solo se cumplen dieciocho una sola vez.
─No se preocupen, no quiero nada. Tal vez solo podríamos ir a algún lugar.
Lo que quiero saber ahora es a quien contrataron para hacer la cena. El platillo no sabe tan bien, le hace falta amor y sazón. ¿No pudieron contratar a alguien mejor? Pagaron para poner buena música, pero no pudieron pagar para buena comida. Me siento decepcionado, lo mejor de los bailes aparte de bailar es comer.