Entre tu Corazón y el Mío Libro 2

Capítulo 17. Segunda oportunidad

20 de julio de 2002

Ahora que tenemos a la abuela, ni Martín ni yo queremos alejarnos de ella. Llevamos más de diez minutos abrazándola. Los dos parecemos niños chiquitos. Es como cuando nos cuidaba y la abrazábamos mientras que veíamos películas, solo la soltábamos cuando la abuela tenía que ir al baño o se nos terminaban los dulces.

­─Estoy muy feliz por tenerlos conmigo, pero también estoy muy enojada ─nos acusa con su dedo índice─. Se supone que los vería cuando estuvieran viejos, no ahora.

Ninguno de los dos esperaba morir a esta edad. Prefiero no hablar de eso, sigo sin sacarme de la cabeza el sentimiento de culpa.

─Abuela, ¿nos viste en cada partido? ─pregunto para evadir el tema.

─Los vi en cada uno de los partidos, no me perdí ni uno solo ─se pone a reír─. Sigo sin saber cómo fue que terminaste encima del camarógrafo. Toda tu cara termino aplastada en la cámara.

Martín y la abuela estallan en carcajadas. Los fulmino con la mirada, no le digo nada a la abuela solo porque la quiero mucho. Ese evento de mi vida ya lo había olvidado. Fueron tres meses de puras burlas, en el noticiero solo buscaban cualquier cosa para repetir el video de mi caída.

─Estoy muy orgullosa de ambos. No tienen una idea de la felicidad que sentía cada que los veía haciendo lo que más les gusta. Cada que podía los presumía con los otros ángeles.

─¿Te gusta estar aquí? ─inquiere Martín─. ¿Verdad que este sitio es maravilloso?

─La Terminal es bellísima. Todo aquí es tranquilidad y felicidad, más porque te reencuentras con personas que extrañabas. Aquí tengo a mis papás y a mis hermanos. Ahora los tengo a ustedes, pero sigo insistiendo que llegaron muy pronto. ¿Tendrán una segunda oportunidad?

Dejamos de abrazar a la abuela y nos encojemos de hombros. La abuela mira a uno y luego al otro.

─Lo estamos pensando ─responde Martín.

La abuela me voltea a ver, no le respondo.

─Por más que me hace feliz tenerlos aquí… son demasiado jóvenes. No les diré que hacer, pero si quiero que lo piensen muy bien.

Cristopher aparece enfrente de nosotros, en sus manos tiene un libro azul. Por las alas que vienen dibujadas en el lomo sé que es un libro de ángeles guardianes.

─Ángel Alicia ─hace una reverencia─, que alegría verla.

─Puedo decir lo mismo, siempre es un gusto verte.

─Me disculpo si interrumpo algo, tengo que hablar unas cosas con su nieto. Prometo que en unos veinte minutos lo tendrá de regreso.

─No hay problema para mí ─me toma las manos y me sonríe─. Aquí estaré.

La miro una última vez y sigo a mi ángel guardián. Me trajo a un lugar nuevo, hay un hermoso lago donde las estrellas se reflejan. El sitio es raro y muy bonito. La arena y las enormes rocas le dan un toque de playa. El cielo se ve de varios colores, los principales son el azul, el morado y el negro.

Las estrellas… no hay una palabra que pueda definir lo hermosas que se ven. La palabra hermoso se queda muy corto.

─Es la Laguna de las Estrellas. Uno de los lugares más especiales y más hermosos. Lo curioso es que no muchos ángeles saben de su existencia, por lo que será nuestro secreto ─guiña un ojo.

Me acabo de enamorar de este lugar, se ha vuelto mi favorito de toda la Terminal.

─Tengo buenas noticias ─nos sentamos en una de las rocas─. ¡Te conseguí una segunda oportunidad! Fue súper difícil por el tema de que tu muerte estaba destinada, pero lo logre.

─¿De verdad? ¿Cómo?

Pensé que me emocionaría la noticia. No tengo ni una pisca de emoción.

─Debatí muchos argumentos. Todos fueron basados en tu juventud y en la oportunidad que te dieron en el fútbol. Eso último fue lo que los convenció, piensan que es un beneficio para tu futuro.

─¿Tengo que tomar la decisión ahora?

─No ahora, pero no hay mucho tiempo. Quiero que lo pienses muy bien, primero piensa en lo que tú quieres y luego en los demás. Piensa en lo que es mejor para ti ─deja en mi regazo el libro que traía en las manos. El título del libro es: “Ángeles guardianes”─. Un regalo de mí para ti.

Abro el libro en la primera página, es un dibujo de unas alas. Las páginas del libro me encantan, las orillas están pintadas de color dorado y como separador es una pluma blanca.

─¿Por qué quisiste ser ángel guardián? ─le pregunto, cierro el libro y paso las manos por la portada.

─Me encantó la idea desde que mi guardián me hablo sobre ellos. Me hacía feliz saber que tendría que cuidar a alguien. Nunca tuve hijos ni padres que me cuidaran, por lo que quería ser un tipo “padre” para alguien ─baja la mirada y sonríe─. No sé si lo hice bien y como lo dije antes… ser tu ángel guardián ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida.

Se me hace un nudo en la garganta, lo cual es raro teniendo en cuenta que ahora soy un ángel.

─Te voy a contar algo que a casi todos les pasa. Al principio nos sentimos tristes y depresivos, eso se nos olvida por un rato al iniciar con el entrenamiento para ser un guardián. Cuando vemos por primera vez a nuestro ángel… se nos olvida todo. Solo pensamos en cuidar a ese pequeñito.




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