Entre tu Corazón y el Mío Libro 2

Capítulo 31. Día uno

 28 de julio de 2020

No sé cómo lo estoy logrando, pero lo estoy logrando.

Hablar con ella es más fácil de lo que pensaba, el truco es no mirarla a los ojos. La teletransportación es una buena excusa para poder tomar su mano, hacerlo me fascina, quisiera nunca soltarla. Durante el recorrido le he respondido cada una de sus preguntas, en su mirada veo lo emocionada y lo confundida que está con el lugar.

Me da ternura ver como se aferra al columpio para no caer al abismo, si ella supiera que no es un abismo real y solo es una ilusión. Si te llegas a caer aterrizas en un campo de fuerza que en segundos te regresa a la superficie.

─Tengo una pregunta.

─Puedes hacer todas las que quieras, tenemos mucho tiempo para darle respuesta a cada una.

─Es sobre la última regla ─mis alas se tensan─. ¿Por qué los ángeles guardianes no se pueden enamorar de sus ángeles? Nadie puede prohibirte a quien amar.

Sabía que llegaría este momento: en donde me quedaría sin respuestas. No pensé que sería tan pronto.

¿Debo asustarla con las millones de historias de los caídos enamorados? Ana es de esas personas que le encanta el amor, ella ama los libros románticos y adora las flores y corazones. Ella no conoce el lado malo del amor, no sabe lo que es enamorarse de alguien no correspondido. No tiene idea del infierno al que uno va cuando te enamoras.

—¡Alonso! Por fin te encuentro.

Al escuchar esas palabras mi alma se relaja. Por eso amo a Martín, siempre me salva de los peores momentos.

─Llevo quince minutos buscándote, a veces me sorprende la capacidad que tienes para esconderte. No deberías apagar tu localizador.

Mi localizador lleva apagado unos cuantos meses, a veces me gusta tener mi privacidad. Está bien, lo apague para que Cristopher no se diera cuenta del contrabando de los cigarrillos.

—¿Qué pasa, Martín?

—Cristopher quiere verte, tiene algo importante que decirte ─ve a Ana y me hace una señal con las cejas. Su sonrisa no puede ser más grande porque desaparece su rostro.

─Martín, te presento en vivo y a todo color… a Ana. Ana, él es Martín.

Salto del columpio y la ayudo a bajar. Martín estrecha su mano para hacer a continuación una reverencia muy formal, me estoy aguantando las ganas de reír.

─Es un placer conocerte, Ana. Soy Martín, el mejor amigo de este loco ─golpea mi hombro─. Antes de que se olvide, una bella mujer a la cual quieres mucho, me pidió que te dijera que desea verte.

─¿A mí?

─Vamos con Cristopher, la buscaremos después.

Puede que sonó muy grosero, pero me urge hablar con Cristopher. No puedo cargar más con este peso llamado desesperación. Tengo la corazonada de que tiene buenas noticias para mí, aun así no me hago muchas esperanzas.

Tomo la mano de Ana y aparecemos afuera de la oficina.

─Tengo que hablar con mi superior, procurare no tardar. Martín habla mucho por lo que la espera no será aburrida.

Llamo a la puerta y entro en cuanto escucho la voz de Cristopher. Antes de entrar me olvide de amenazar a Martín por si se le ocurre decirle cosas sobre mí a Ana, no es que me moleste, pero conociendo a mi amigo ya me imagino las cosas que le va a contar.

─Por favor dime que hay buenas noticias ─entrelazo los dedos y recargo mi barbilla en ellos.

─Las noticias son buenas para mí, para ti… ─con la mano me señala que tome asiento, de mala gana le hago caso─. Lo primero, ya está lista la orden de la segunda oportunidad. Me adelante un poco y se la lleve al comité para que la leyeran, los argumentos que escribí los convencieron. Lo único que hace falta es tu firma.

─¿Qué argumentos escribiste?

─Los escribí como si fueras tú, me base en algunas cosas que dijiste… la corta edad que tiene, su hermana pequeña, el ingreso próximo a la universidad… la mayor parte son sobre las cosas que va a lograr en el futuro.

El Supremo me dio al mejor ángel superior, sin Cristopher estaría perdido.

─Aparte de la firma tenemos que entregar la lista de los siete deseos.

─No hay problema, saliendo me encargo de eso.

─Aquí es cuando entra la parte que no te gustara oír ─se afloja la corbata─. Ya me dieron la fecha del día que va a regresar… el veinte de agosto.

─¿Veinte?

Eso es en un mes, Ana no puede estar tanto tiempo aquí y lo digo por el bien de los dos. Lo que me preocupa es que el día sea veinte, ese número esta maldito para mí.

─Ana no puede estar aquí veintitrés días. La conozco muy bien, va a aceptar la segunda oportunidad, pero se va a enamorar de este lugar y al final no va a querer irse. Peor aún, va a querer ser ángel guardián y adiós Tierra.

Fue lo que me paso a mí y a muchos ángeles. La Terminal te atrapa, te enamora y nunca te deja ir.

Nuevo miedo desbloqueado: Ana enamorada de la Terminal y queriendo ser ángel guardián.




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