Entre Tu Mirada y La Mía

Capítulo 18


*
—Vamos que no seas mala, hermana vámonos de una vez a la playa. 
—No Michelle y deja de brincar dentro de la camioneta. —La niña hizo poco caso a lo que decía su hermana mientras buscaba un lugar para contemplar la vista de la carretera. 
Fernando estaba viajando con Aurora que había sido como un ángel para su salvación.
—Entonces Fernando a que te dedicas. 
—Soy fotógrafo.
—Ala que bien y se te da bien la fotografía.
—Algo, aunque no he publicado mi trabajo. 
—Parece que tu vida es complicada. 
—Si algo así. 
—Yo también he conocido muchos lugares haciendo fotografía en el país, aquí está la cámara puedes verlas. —Aurora dejando el volante por unos segundos paso una cámara fotográfica de marca Panasonic a Fernando, el agarro la cámara con sumo cuidado.  Reviso la pantalla, había una foto de la pradera de antes, donde lo habían encontrado, la luz era perfecta y captaba la pureza del momento, era como si el sol se posara encima de algunos árboles y dejara ver un ambiente completamente nuevo, fresco con aliento de vida. 
—Está muy bien tomada, pareces casi una experta.—La chica se echó una carcajada. 
—No  creo, tú eres el experto.
—Bueno como soy un experto te debes fiar de mis palabras, cuando llegues a la ciudad porque no vamos a donde una amigo mío que también es fotógrafo para que te busque algún trabajo.
—¿Lo dices enserio?—Fernando afirmo con la cabeza—. Entonces tendré que apurarme para devolverte a casa, así me consigues un trabajo.
—Te gusta mucho la fotografía. 
—Sí. Claro me encanta.
—¿Estudiaste? —Ella callo en un momento de encogimiento—. No tuve tiempo, sabes que la vida es algo dura, y tuve que cuidar a mi hermana desde pequeña, poco después tuve que empezar desde joven a trabajar en lo que saliera para que ella no pasara nada. Sabes la vida no es color de rosas. 
Fernando escuchando aquellas cosas que fardaba Aurora, la chica de cabello castaño algo mayor a la que conoció un par de días antes en una situación complicada, ahora veía que la chica era fuerte no era alguien que flaquea con cualquier situación. Veía a una mujer bella y valiente que enfrentaba a la vida, aunque también veía a una joven bella con derecho a un mejor futuro.
—¿Cuántos años tienes?—Ella sonrió.
—Creo que las mujeres no deben decir su edad.
—Vamos creo que en el trabajo lo pedirán.—Viendo que insistía…
—Tengo veintinueve.
—Eres joven. 
—Gracias y tú cuantos tienes Fernando el fotógrafo. 
—Tengo treinta y tres. 
Ella guardo silencio por un poco, pero después con alegría y ánimos como siempre se mostraba en la vida volvió a hablar.
—Bueno el trato será este, te llevare a casa, pero antes debes ayudarme en algunas cosas. 
—¿Qué cosas?—Pregunto Fernando rascándose la cabeza.
—Debes acompañarme a una de las tumbas de mis familiares. 
—O entiendo, es como una peregrinación. 
—Si algo así. 
—Oye y cuantos estados vamos a cruzar.—Parecía importarle a Fernando.
—Ninguno. Iremos a la parte más remota de este condado hasta que lleguemos a las tumbas, pero antes debemos pasar por una fiesta. 
—¿Fiesta?
—Si de un amigo.
—Ok. ¿En dónde será?
 —Ya casi estamos llegando.—Fernando se alarmo mucho.
—No espera pero estoy mal vestido. 
—Creo que no te debes preocupar por el atuendo. Al final veras que solo es algo superficial. 
—Y la niña.—Miro a Michelle. 
—Tranquila se quedara en un cuarto de arriba mientras visito a mi amigo. La casa es demasiado espaciosa. 
—Bueno como tú digas. Aunque me siento algo apenado, en llegar a un fiesta de completos desconocidos sin ninguna invitación. 
—Relájate vas conmigo.—Fernando recostó los hombros en el asiento dela camioneta esperando que la chica llegara a la ubicación de la fiesta, viendo a la ventanilla pensaba en la ciudad, en Kiny en Hernando, pensaba que las cosas se le habían ido de control, todos estarían buscándole o llorándole en una lápida. Esperaba que aurora resolviera sus problemas rápido para volver. Así suspiro con melancolía.
—¿Qué piensas?—Aurora se había percatado de la dolencia del fotógrafo. Fernando inmediatamente se volvió a sentar derecho.
—En mis amigos deben estar preocupados.
—Mucho. Pienso yo.—Intervino ella rápidamente—. Pero tienes que tener paciencia. Puedes hacer una llamada cuando lleguemos a la casa de mi amigo. 
—No. 
—¿Porque?—Aurora estaba extrañada—. No quieres decirles que estas bien.
—Si los llamo, entonces mandaran un equipo de rescate y ya te di la palabra de que te acompañaría a ti, y a Michelle a la tumba de tus familiares. 
Aurora quedo completamente conmovida con lo que decía el fotógrafo, nunca antes escucho a hablar a alguien con tanta determinación, ademas estaba cambiando el hecho de poder llamar a su familia para decirles que estaba bien y regresar a la ciudad, solo para acompañarla a ella al monte donde estaban las tumbas de sus familiares, un hombre así era de confiar, o así lo pensaba ella en su defecto. Se sintió extraña había sido mucho tiempo desde que alguien le decía algo así. Desde que estaba en la universidad, cuando tuvo su último novio, estaba claro que aquellas palabras que soltó la boca de empresario, hizo un boom en la cabeza de la chica. 
—Wow, no me hagas sonrojar. 
—¡Ja! No te he dicho nada para que te sonrojes. 
—Pero me gusta tu actitud. 
—No nada de agradecimientos, lo hago solamente porque di mi palabra y soy un hombre de palabra así que te ayudare en todo.
—Bueno, Bueno. Tampoco es para que te enojes, sé que puedo contar contigo.
Poco después aurora condujo como por diez minutos exactos.
—Hemos llagado.—Freno el auto al frente de una cabaña que parecía la casa de terror en las atriciones de los carruseles.
—¿Es allí?—Pregunto Fernando para confirmar.
—Si claro, Vamos.
Michelle estaba completamente roncando así que Aurora se bajó primero y cargo a su hermana para llevarla a una habitación. Fernando se encargó de cerrar las puertas, y luego la siguió hasta subir las escaleras de la casa.
—Aurora digo que sigue siendo una mala idea, no conozco a nadie.
—Pero me conoces a mí y está bien.
—Aja y si me preguntan quién soy o algo así.
—Solo diles que soy tu prima y ya. 
—No creo que sea buena idea.—Aurora toco el timbre y después un chico fornido y parecido a un modelo de la televisión salió al corredor.
—Ala, has llegado aurora. Vamos rápido. La fiesta ya comenzó. 
—Si Jef, tranquilo que ahora seguimos, él es mi primo Fernando lo he traído para que disfrute de la fiesta, trátenlo como a uno de ustedes, yo iré a un cuarto para poner a mi hermana en descanso. 
—Vale te esperamos. —Jef miro a Fernando y le indico que pasara— Ven pasa, la fiesta ya comenzó.
Fernando dio unos pasos en falso, hasta llegar a pasar la puerta, adentro era caluroso y la temperatura elevada. Parecía que estuviera en un horno, mucha gente estaba abarrotada en la sala,  y otros en la cocina, aurora se perdió entre las escaleras para subir al segundo piso, y él se quedó con Jef en la entrada de la casa.
—Así que eres el primo.—Dijo el chico musculo.
—sí.
—No había escuchado de ti antes. 
—Bueno es que me apegue a mi prima ahora, en este viaje.—Fernando estaba un tanto nervioso, muy nervioso. Pero no dejaba que nadie se lo descubriera. 
—Pasa aquí hay algunos muchachos que debes conocer.
 Inmediatamente la sala se quedó callada cuando Jef entro con el nuevo miembro de la fiesta, la sala estaba abarrotada como con diez personas, nueve hombres y una chica, aunque era un poco obvio Fernando se le vino en mente la palabra orgia, pero no quería pensar lo peor de aquellos ciudadanos. 
—Amigos él es el primo de Aurora, trátenlo como a uno de nosotros.—Enseguida le dio un empujón a Fernando que lo arrastro al centro de la sala, cayendo en la boca del lobo.
—Soy Fernando.—Fue lo único que pudo decir, antes de sentir las miradas escrutan tés encima de él.
—Bienvenido. —Dijo uno de ellos, característico por tener la cabellera larga, muy larga hasta llegar a sus hombros y luego terminar en un tinte.—Espero que disfrutes la fiesta. 
—Si.—Dijeron todos en un grito de guerra. 
—Diviértete. 
Fernando fue haciendo algunos conocidos hablando de cosas sin importancia, al cabo de unas horas los extraños que vio antes habían quedado como unos chicos muy simpáticos que le dieron la bienvenida a un grupo de amigos, Aurora apareció después y la fiesta empezó, la música estaba elevada tanto que hacia retumbar las paredes y casi todo el mundo brincaba al ritmo del rock, casualmente Fernando se había dado cuenta de que ellos, eran un grupo de hippies que andaban por el mundo con ganas de hacer el bien, nada malo en absoluto, pero que también hacían fiesta a los parco. 
Un rato después de que la fiesta hubiera empezado los chicos sacaron de la nada, un tipo de cigarrillo un poco más oscuro de lo común.  Era un poco más abombado y parecía un habano, Fernando degustador de los habanos por excelencia y buen empresario que era, enseguida arrebato el habano de las manos del chico.
—Ven esto es para hombres—los chicos miraron con asombro mientras encendía el habano dándole jaladas intensas y calándolo en su pecho. 
Enseguida Fernando vio que las cosas empezaban a darle vuelta, sentía una risa en su cuerpo, tanto que no la podía controlar, entonces fue a buscar algo para contener las ganas de reír, lo único que pudo conseguir en aquella fiesta pagana era vodka, y trago un poco para que aquella extraña sensación se apagara, pero al contrario solo la encendió mas, ahora su garganta también sentía aquel cosquilleo intenso. Dejaba crear sonrisas pesadas y vagas que se escapaban de la nada mientras caminaba lento, buscando aquel excelente habano otra vez. Llego a donde estaban los muchachos fumando aquel habano.
—Dame más.—Fue lo único que pudo decir.
Inmediatamente el chico de cabello largo le dijo unas palabras, pero no las escucho, Fernando no podía distinguir lo que él decía, las palabras parecían convertirse en plomo y caían al piso, en el trayecto de la boca al oído. Así lo veía él. Dio otra fuerte calada al habano y volvió a sentir aquella maravillosa sensación, aunque estaba claro que debía contenerse, pero no podía hacerlo, ahora sentía ganas de volar.
—Puedo volar.—Grito—.Puedo volar. Inmediatamente llamo la atención de la gente todas las personas que estaban dentro de la casa miraron al empresario.—Puedo volar…—Empezó a aletear con los brazos, queriendo volar. 
—Ese es el espirito.—Grito el chico de cabello largo, y los demás lo animaron. 
—Volar. —Siguió gritando Fernando.
Aurora vio a Fernando haciendo el ridículo, e intento calmarlo, pero fracaso, inmediatamente fue a ver que le habían dado al chico, se paró enfrente de Richard Marín. 
—Que le has dado.
—Nada.—Aurora miro los ojos del aludido, que estaban del rojo intenso como un jitomate. 
—Estas drogado.
—No claro que no. 
—Vamos si ni siquiera te puedes mover.
—El fumo porque quiso, nosotros no lo obligamos.
—Les dije que le trataran como un amigo no que lo drogaran. 
Encolerizada la chica empezó a calamar a Fernando. Dando algunas zancadas largas se puso en la cocina, Fernando estaba subido en la mesa dando aleteos con los brazos, posiblemente ya estaba completamente drogado, pero él se negaría a entenderlo. Por el bien de ambos debía tratarlo, hacerlo recobrar la memoria.
—Fernando cálmate.
—No, puedo volar. Mira. —Salto de la mesa, cayó al piso dándose de lleno un golpe tremendo en la cara. Había quedado boca abajo completamente inmóvil. La gente estaba completamente impresionada con el golpe tremendo que había parado la música, con la magnitud de impacto.
—Fernando.—Aurora fue a ver como estaba.—Me escuchas. 
Solo respondió con  un gruñido demasiado leve. Aurora suspiro con tranquilidad. Estaba vivo.
—¿Esta bien?—Pregunto Jef.
—Parece que si.—Fernando con rudeza se levantó del piso agitado.
—Puedo volar.  Ahgrrrr ….—Grito como un berserker y tomo a aurora de los hombros robándole un beso, con lengua incluida.
La gente se animó. 
—No. Cálmate. —Inmediatamente aurora lo tomo de las manos y lo separo de su boca, para luego llevarlo al auto arrastrándolo, pero la gente seguía animándolo más y más. Bajaron el corredor con algo de rapidez hasta que se metieron al auto.
—No siento mis piernas…—Dijo Fernando.
—A no creo que haya sido porque te hayas drogado.
 —No creo. Estoy bien voy a volar.—Inmediatamente lo detuvo.
—No vueles ni nada, solo quédate completamente quieto en el auto. 
—Dentro. 
—Sí. Y si viene el coco. 
—Vamos ya estas grandecito para temerle a cuentos de camino. —Fernando procrastino. 
—Vamos no quiero. —Hizo un puchero.
—Súbete.—Aurora fue inclemente. Señalo al interior del carro con su mano derecha.
—¿Y cuánto tiempo debo pasar aquí?
—Hasta mañana
—No. 
—Hazme caso y súbete. 
Fernando poco a poco fue entrando en el carro a punta de regaños de Aurora, cuando estaba adentro, logrando sellar el carro aurora lo dejo encerrado y fue directamente a la fiesta, Fernando estaba tan débil, que apenas podía moverse tampoco lo intentaba al completo, solo pensaba cosas, como que el techo le daba vueltas, y una risa lo invadía por momentos siempre que estaba por dormir haciendo más larga la noche.  Pero después de algunas horas pudiendo conseguir el sueño. 
La maña siguiente llego con buenos ánimos, y Aurora fue al carro muy por la mañana para comprobar como estaba el fotógrafo, vio que estaba durmiendo cómodamente, así que ya estaba mejor después del desliz que tuvo en la fiesta con aquel habano, busco rápidamente a Michelle que aún estaba dormida la introdujo en el carro, y comenzó el viaje de nuevo. Fernando al percatarse de que el carro estaba en movimiento despertó.
—¿Qué pasa?—Su voz ya era normal.
—Estoy encendiendo el carro.
—Oh era eso. —Inmediatamente se llevó las palmas de la manos a la cabeza.— me duele. Diablos.
—Como no te va a doler, te drogaste y lo combinaste con vodka.
—Imposible. Yo solo fume un habano.—Aurora rio. 
—Eso no era un habano. Richard te drogo. 
—Pero duele mucho. 
—O es que también te diste un golpe tremendo intentando volar.—Fernando miro frunciendo el ceño.
—¿Volar?
—Efectos de la…
—SI ya se.—Fernando intervino rápidamente. 
—¿Lo habías hecho antes?—Pregunto Aurora.
—¿Que, fiestear?
—No lo otro
—Jamás. —La chica rio con suavidad.
—Pues ala, es tu primera vez, y espero que sea la última. —Fernando afirmo con la cabeza. 
—No tengo buenas experiencias. 
—¡Ja! Yo tampoco. 
Aurora no le conto nada sobre el beso acalorado que le había dado en la fiesta, y para que todo fuera llevadero tampoco quiso contarlo, solo quedaría como un secreto entre los muchachos y ella, porque el pobre de Fernando apenas recordaba. 
—Ahora sí, sin más dilaciones vamos a la tumba. 
—SI mejor. 
Aurora piso el acelerador y poco después salieron de la cabaña donde la fiesta portentosa había terminado, pero seguramente empezaría otra por la noche. 
Puso rumbo a las montañas donde la familia de aurora tenía una casa, en esa casa casualmente no la habitaba nadie, la usaban solo como un cementerio, cada vez que alguien de la familia moría lo enterraban allí, era el panteón de la familia. Un lujo que se podían dar, al menos en ese aspecto. 
—¿Aurora, haces todos los años este viaje?—Pregunto Fernando.
—Sí. Siempre a estas fechas del año. 
—¿Quién de tu familia murió?
—Mi padre. En un accidente de tráfico por conducir un automóvil a alta velocidad. 
—Oh lo siento.—Fernando se encogió de hombros. 
—Tranquilo ya paso. 
 —Entonces desde eso has vivido sola en la ciudad y vienes al campo cada año a llevarle flores y recordarlo.—Ella mantenía una sonrisa bellísima que se reflejaba con el sol, que entraba por el parabrisas.
—En efecto.  Pero también llevo una cerveza de la que más le gustaba y la vierto en su tumba, es un tema espiritual, tal vez no lo entiendas.     
—Si lo entiendo también, aunque no lo hago, mi padre también murió hace rato, pero no llevo cerveza a su tumba, recuerdo que le gustaba más el ron. —Ella rio.
—Bueno que te puedo decir cada uno tiene sus gustos. 
El auto se había convertido en una cámara de revelaciones y confidencias,  aunque Fernando nunca pensó que la chica tuviera esas historias, pero tampoco juzgaba a un libro por su portada, menos cuando la chica era Aurora. Pero sabía que también había sufrido en sacar a su hermana adelante, muy adelante, poco a poco fue forjando su camino poniendo ovarios, que eso contaba mucho en aquella era en la que estaban, también podía haber quitado dinero a los hombres, claro lo podía hacer simplemente haciendo que un empresario se engatusara con ella, pero no, no era así, no era de esas chicas que venden su moral por un par de monedas, aunque en su caso estuviera justificado.
—Siempre has mantenido a Michelle. 
—Sí. Siempre porque mama nos abandonó hace mucho.
—Diablos que fuerte.
—SI pero ya lo hemos superado, uno se hace fuerte con el tiempo.
Bromeaba esa sonrisa ocultaba lágrimas y pena, estaba claro que le había dolido, el abandono de una madre, debió ser lo más duro que le pasara en la vida, o que no tenía corazón solo para asimilarlo así por así, claro que tenía corazón, un enorme corazón que era capaz de albergar a una completo desconocido en su carro y llevarlo hasta su casa, hacerle un favor de vida o muerte a alguien que conoció en una carretera haciendo una fogata, ella no tenía el corazón de piedra, más bien tenía un corazón de seda fina, de la más fina y dulce como la miel. Fernando sabia por el dolor que había pasado esa chica, y lo único que no podía hacer que ella se derrumbara era la pequeña Michelle, que también debió sufrir mucho, hasta ese día, porque Fernando de Aguilera estaba completamente convencido en no dejar sufrir más a Aurora, mucho menos teniendo a la pequeña Michelle a su cuidado, iba a prestar su casa, empresa, la recién constructora o si era posible hasta todos sus contactos, para mejorar la vida de aquellas chicas. Era eso o quitarse el título de Empresario del año, y ponerse el de fotógrafo de turno. 
—Diablos.—Dijo Aurora rompiendo el silencio pensativo de Fernando. 
—¿Que paso?
—Nos quedamos sin gasolina. 
—¿Qué?
—Se me olvido recargar gasolina. 
—¿Enserio?—Aurora afirmo con la cabeza.
—Fin de juego. Nos quedaremos aquí un largo rato. 
El carro se estaciono de inmediato, quedo sin el vital combustible para el viaje, Aurora  hundió la cabeza entre los brazos aun agarrados al volante. Fernando vio como la chica se estaba lamentando internamente, cosa que no se perdonaba. 
—Tienes un mapa.—Pregunto Fernando. 
—¿Qué?
—Un mapa, para ubicarnos y saber dónde está la gasolinera más cercana. —Aurora pensó. 
—En el maletero.—Salió inmediatamente disparada a buscar cosas entre el maletero, consiguió el mapa, pensó en volver adentro del carro, pero Fernando ya se había puesto a un lado de ella. —Aquí esta. Siempre llevo uno, porque para donde vamos es algo confuso el camino, creo que debe servir. 
Fernando examino el mapa. Y lo extendió encima de la cajuela del carro.
—Claro que sirve, la casa de Jef debía quedar aquí—Apunto a una brecha en el mapa, donde dividía la carretera de una zona boscosa—  Entonces suponiendo que las cosas estén como deben de estar, nosotros estamos aquí, —apunto a la carretera—Justamente detrás de esa montaña. Así que si seguimos el camino, encontraremos una…—Deslizo el dedo hasta llegar a un punto— una gasolinera. —Miro a aurora con esperanzas.—Esta a quince kilómetros, se puede llegar caminando. 
—Pero es mucho.—Negó con la cabeza.
—Lo intentare. 
—Estás loco. Son quince kilómetros a pie, gastaras como cuatro horas en llegar, y otras cuatro en venir. 
—Solo dame el bidón de la gasolina y espérame, también dame el dinero necesario, creo que serán por dieciséis litros algunos veinte dólares. Ademes si consigo que el encargado venga nos traerá más gasolina o nos llevara a la estación. Vamos no pienses que te voy a dejar tirada después de todo lo que has hecho por mí, sería ridículo. —Ella afirmo con la cabeza, no tenía una mejor  opción, esperar que alguien pasara por ahí, era como esperar que el desierto lloviera, completamente una locura. 
—Qué remedio, pero cuídate. Aquí tienes. —Le entrego el bidón para la gasolina y después le dio el dinero.
—Volveré lo más pronto posible, no le vayas a abrir la puerta a ningún desconocido hasta que yo venga. Vale.—Ella afirmo con la cabeza mientras se metía al carro.
—Vuelve pronto. 
—Sí. Ya vengo. —Le hizo una señal de despedida con el brazo.
Así Fernando se mantenía firme en la decisión de buscar gasolina, aurora pudo ver que el hombre estaba completamente decidido a sacarla de ese apuro, vendría con la gasolina lo sabía en el corazón, lo último que vio en un largo rato, fue la espalda erguida de hombre alejándose poco a poco en la carretera hasta que ya no se podía ver nada.
Poco después  Fernando con determinación imparable camino hasta la gasolinera, en su trayecto no consiguió que ningún auto parara para ayudarlo. En lo absoluto había llegado solo con ayuda de sus piernas, pero estaba tremenda mente cansado, además el sol era inclemente como para volver enseguida. Fernando cuando vio al encargado de la bomba de gasolina inmediatamente le hizo una señal. El empleado con buenas ganas salió del cubículo, e inmediatamente atendió a Fernando. 
El empleado vio que Fernando llegaba caminando, así que le pregunto de donde venía, Fernando explico lo sucedido, y el amable empleado se asombró, el empresario le pregunto al chico si tenía alguna camioneta para llevarlo al lugar donde estaban las chicas. El empleado afirmo con la cabeza y con gusto se ofreció a llevarlo. Así Fernando regreso rápidamente a donde estaba Aurora después de haber llenado el bidón de gasolina hasta lo último, y otro bidón de reserva que le había obsequiado el empleado al ver su situación. 




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