Entre Tú Stand y El Mío

Capítulo 11

Sindy salió con una sonrisa del consultorio, su tobillo había sido vendado con muchas vendas, la herida no había pasado a mayores solo era una esguince que pasaría con una semana de descanso. Ahora tenía la excusa perfecta para no ir a la fiesta, aunque la verdad no había sido nada mal caerse en aquel escaloncillo. Nathalia iba a su lado ayudándola a caminar, pero estaba segura que se había salido con la suya, sabía que Sindy iba a utilizar la lesión para escaquearse de la fiesta. 
—Te saliste con la tuya Sindy.
—Si pero dolió.
—Ja que chistosa eres.—Nathalia puso los ojos en blanco.
—La verdad es que ahora que estoy más relaja pienso que tu si vas a ir a la fiesta. Bueno me dirás que chismes suceden.
—Claro lo que tú digas. 
—Nathalia y sabes no le digas ni una palabra a Sander sobre esto.
—¿Y porque?
—Me daría pena.
—Aja ¿sabes que te comportas como una niña verdad?
—Si pero con él, las cosas son distintas. Además él me va ayudar con el asunto de mis padres.
—¿Qué? —Nathalia se impresiono. 
—Como escuchaste, si todo sale bien. El dinero no se va a ir.
—¿Entonces solo piensas en el dinero?
—No es para… 
—No lo digas, es tu decisión. Creo que ya se para que es. 
Mariana estaba esperando en la puerta de la clínica con el auto, cuando vio que Sindy se subia al auto con unas vendas en los tobillos se asustó toda. 
—Que paso señorita Sindy.
—Nada vamos a casa.
—ya la revisaron.
—Sí. Solo es una cosita leve nada más. 
Mariana recordó la visita de Sander en el stand tenía que contárselo. 
—Señorita Sindy su novio la fue a buscar.
—¿Qué? —Ahora Sindy era la que estaba impresionada.
—Si él la fue a buscar en el stand.
—O Sander. —Recapacito, porque al escuchar la palabra novio había flipado, quedo en las nubes por unos segundos, hasta que volvió a la farsa del novio—. ¿Y qué paso?
—Pues dijo que tenía que contarle algo importante. 
—¿Sabes que era?
—No.  
—Tranquila Mariana llévame a la casa por favor.
Cumpliendo las órdenes de Sindy la pequeña chica fue a la casa, llevándolo con rapidez pero seguridad cosa que la catalogaba como buena conductora. Después Sindy y Nathalia   se bajaron del carro y subieron al departamento, Nathalia se quedó un rato más, aunque no mucho tiempo porque debía regresar a la casa de sus padres, cuando ella se fue a la casa, Sindy tomo el control remoto del televisor. Y puso algún canal de películas, como pudo moverse llego hasta la cocina y puso en el microondas una bolsa de cotufas para acompañarla con la película esa sería la cena. Busco en bol grande para todas las cotufas. Después le esparció mantequilla por encima y volvió con rapidez de una tortuga al sofá. 
Cuando se sentó en el sofá enseguida sonó el timbre de la casa. Miro a la puerta, seguro era Nathalia. Habría olvidado algo. Entonces se levantó y con algo más de fuerzas fue dando saltos cortos hasta llegar a la puerta. Cuando la abrió lo primero que vio fue una cabellera de color claro con rizos en ella.
—Sander. —Dijo sorprendida—. ¿Qué haces aquí?
—Vine a verte. 
—¿Qué?
—Si no te vi en el centro comercial, quería ver como estabas.—Sander miro el pie de Sindy y se percató de la venda en el tobillo. Aunque Sindy la ocultaba detrás de la otra pierna.—¿Que te paso ahí? 
—Me caí.
—¿Y estas bien?
—Sí.
—Oye quería decirte, ya que somos novios por mera mentira. Necesito un favor. 
—¿Qué es? —Sindy frunció el ceño. 
—Fácil solo necesito que vayamos a la casa de mis padres, que también me están fastidiando con el tema. 
—En pamplona.
—Si allí mismo. 
—¿Pero y los negocios?
—No  nos tardaremos más de dos días. Te lo prometo. 
—¿cuándo será?
—En un par de meses.
—Mis padres también están pesados con eso. Primero debemos ir a que te conozcan. 
—Bueno. Oye ya es tarde me iré a casa.
—No espera.—Dejo salir de su boca Sindy. Sander iba a dar vuelta, pero ahora se quedó clavado, ante la pequeña posibilidad de una oportunidad.  El miro como si estuviera preguntado—.  Estoy viendo una película, y sabes no me puedo mover muy bien. Ayúdame. 
—Bueno. 
—Pasa siéntete cómodo. 
Sindy estaba pensó que se había convertido en una loca, estaba invitando a un chico recién conocido a su casa, aunque con la excusa perfecta y después de eso lo estaba invitando a ver una película juntos. Además de ser el primer chico que había invitado a su casa en la noche desde que se mudó al departamento. Sander se impresiono cuando vio la sala, era demasiado espaciosa, era tan grande como un salón de baile, la cocina estaba a unos pasos de él, la decoración era muy elegante, algo de esperarse de una chica tan atenta. 
Lo que más le sorprendió fue aquella vista que se podía contemplar desde las ventanas panorámicas. Una vista de la ciudad de Madrid en la noche, miles de focos prendidos y estelas de carros paseándose por la noche. Sander estaba muy complacido con eso, parecía que la tierra estaba llena de sorpresas para el chico. 
—Qué te parece la casa.
—Es muy bonita. 
—Gracias. Me costó mucho remodelarla.
—¿No la compraste así?
—No. Antes era un depósito de cosas, la primera vez que la vi era un terror, después cuando desalojaron las cajas y demás cachivaches entre y solo había nada, las paredes. Poco a poco fui amueblando y después pinte la casa, más tarde derrumbe la horrorosa pared de cemento que tapaba la vista de la ciudad. Y puse esa ventana que tanto te gusta. —Señalo a la ventana. 
—Me imagino que gastaste mucho en mano de obra y materiales.
—En materiales si, la mano de obra fui yo. —Sander la miro fijamente a los ojos, como diciendo ¿enserio?
—¿Tu sola? —Sindy afirmo con la cabeza. 
—Si. Yo sola. 
—Pero porque no solicitaste ayuda. 
—Mis padres, dijeron que si gastaba mucho dinero me echarían de la casa, y gaste todo el dinero en esto. —Alzo sus brazos señalando el departamento— entonces me fui de casa, para ganar mi independencia. Eso fue hace cuatro años. 
—te quedaste a dormir donde tu amiga Nathalia mientras estaba lista tu casa. Entiendo. 
—No. No la había conocido. 
—Conocí a Nathalia un año después.  Dormí aquí. —Sonrió con orgullo doloroso. 
—¿En la construcción? —Sindy afirmo con la cabeza.
—Entonces habías gastado todo en la casa, y tus padres no te soltaban dinero. ¿Cómo hacías para comer?
—Trabajaba en un bar. 
—¿De camarera?
—Algo así. —Sander entendió perfectamente. Y quería darle una abrazo como para estrujarla pero se arrepintió no tenía tanta confianza. 
—Debió ser duro. 
—Sí. Pero la vida es dura siempre. 
—Sí. —El chico sonrió con algo de parsimonia. 
Sindy se sentó en el  sillón, mientras que Sander, miraba por la ventana, la chica ignoro por completo la presencia del hombre aunque en ocasiones miraba a donde estaba para ver que hacía. O para ver si estaba incomodo, más vale estaba muy callado, no era lo que ella quería, ella quería que Sander se lanzara encima de ella y le diera un abrazo para eso la historia que había contado, para endulzarlo un poco. Pero parecía que no captaba la indirecta. Ni se sentaba a un lado de ella para ver la película. Estaba quedando como una tonta estúpida y demás. Y el chico como un niño de secundaria.
—Oye que tienes en la nevera. 
—No sé. —A Sindy le extraño la pregunta.
—¿Ya cenaste?—Ella miro el bol lleno de cotufas. 
—No. 
—Entonces yo solucionare eso. —Sindy inclino la cabeza, no sabía de lo que estaba hablando. El chico sabía cocinar. Ella miro por encima de sus hombros y vio que Sander sacaba cosas de la nevera y tomaba uno de los vinos que estaba en la despensa. 
—¿Qué harás?
—Solo quédate viendo la película y no veas para atrás es una sorpresa. 
Sander estaba haciendo un poco de ruido, primero una licuadora, que Sindy pensaba que no funcionaba y la había puesto encima de la nevera como recuerdo. Después picaba cosas, muchas cosas estuvo como cinco minutos picando cosas. Aunque quería romper la promesa y mirar para atrás no lo hacía. Aunque el suspenso la estaba matando. De la nada surgió un olor por la cocina, era exquisito, y si así olía como sabría ese platillo que Sander estaba cocinando. Volvió a escuchar la licuadora con su típico sonido que no le dejaba escuchar la película. Una brisa estaba completamente invadiendo la sala, Sindy miro que era, la ventana estaba abierta de par en par. Esa ventana llevaba años sin abrirse y Sander lo hizo hoy  inocente de tantas veces que ella la había partido. Miro la ventana con aquella melancolía que decía recuerdos dolorosos del pasado, gritando con impasibles ansias de tomar su cuerpo y llorar. 
La culpa no era de él, no sabía nada de la ventana ni muchos menos del pasado tan profundo de la chica, Sindy se quedó calla contemplando el cielo estrellado en la cuidad Madrileña. La brisa era fresca y a comparación del aire acondicionado, esta traía un olor peculiar. Algo nostálgico que calaba en la mente de Sindy intentando recordar pero aun así no pudiendo encontrar aquellos retazos de su memoria que buscaba.  La cocina estaba ardiendo más que nunca, los olores ahora parecían una bomba, por eso Sander había abierto la ventana. Sindy solo esperaba que el platillo fuera bueno. 
La noche estaba fría muy fría estaba completamente fría para la chica aunque la cocina estaba muy caliente esperando aquel famoso platillo por el cual Sander estaba cocinando. La chica no sabía cómo pudo llegar a ese punto de tener a un hombre cocinando en su cocina. Sander parecía muy entretenido en la cocina, tanto que parecía estar bien acostumbrado al frio de la noche. 
—Termine.—Dijo Sander tan alto que hasta los vecinos pudieron escuchar—. Puedes voltear. 
Cuando Sindy miro a la mesa todo estaba en perfecto orden. Ahora estaba dispuesta a resolver cualquier problema que se interpusiera entre su cena con Sander. Las velas en su lugar platos servidos perfectamente y una noche en de velada a la luz de la luna. Aunque las estrellas no se veían con facilidad se podían ver estelas pequeñas de luz, esa eran las estrellas. 
—Wow me impresiona.
—Bueno es que cuando vives solo después debes aprender cosas. 
—Pero lo hiciste demasiado rápido. 
—Sí. 
—¿Qué es?
—Siéntate a comer y lo descubrirás. 
Sintiéndose algo tentada la chica dejo de divagar entre tantos pensamientos y entonces se fue a la silla y se sentó. Puso las manos sobre la bandeja que tapaba el plato y la alzo dejando salir un aroma exquisito. Vio el platillo y un filete jugoso y bien adobado. Era espectacular y hasta tenia buena pinta como para hacerle algunas fotos y colgarla al Instagram. 
—Se ve bueno. 
—Sí. —Se jacto sin nada de humildad—. Come no has cenado. 
—La cosa es que me siento apenada.
—No nada de eso.
—Pero…
—Igual soy tu novio ¿verdad?
—Pues si estamos fingiendo ser novios. 
—Debo comportarme como tal. —El chico tenía razón, apenas se trataban como conocidos era de esperarse que el plan fracasara cuando estuvieran junto a sus padres. 
—Buen punto. 
—Come que se va enfriar.
Sindy se fue derecho a él bistec era una carne muy buena y no recordaba cuanto tiempo había estado en el congelador de la nevera. Ninguno dijo palabra alguna en la cena, se centraron en los sabores a los cuales eran sometidos con severidad por la comida. Y hasta el frio de la noche se había vuelto un dulce calor que abrigaba su cuerpo lleno de escalofríos. Sindy después de comer se levantó de la mesa, y fue a la sala en pequeños brincos. Sander la siguió con la mirada esperaba que ella se cayera para irla a ayudar pero para su sorpresa no pasó nada.
—Sindy lavare los platos sigue viendo las películas. 
—No. —Su voz se puso muy rígida, autoritaria—. No vas a limpiar los platos. De eso me encargare mañana. 
—¿Como si estas con la lesión?
—No me importa no los lavaras es una orden.
—Ja no soy uno de tus empleados. —Sindy quiso gruñir como un gato en una pelea.
—Pero es que me da pena ponerte a hacer eso.
—No tengas nada de pena, solo quédate quieta.
Sindy tampoco podía hacer nada más, estaba con aquella lesión no podía parar al chico que se propuso a lavar los platos de la cocina. Entonces se resignó y se quedó en el mueble viendo como Sander lavaba platos. Así hasta que lavo el último de los platos, de verdad Sander estaba en otra onda, que hombre del siglo XXI lavaba platos con tanta elegancia y delicadeza, a no ser que fuera un lava platos de restaurant, no porque los mismos encargados de los platos, en los restaurantes viven estresados y con la cara arrugada, y Sander nunca hizo ni siquiera una mueca al ver sucio en los platos, sino que mantuvo esa sonrisa tan característica de él.
Sindy estaba sintiendo como tener una familia con ese pequeño hombre representaría desayuno en la cama y cena romántica todas las noches. Se ruborizo un poco al pensarlo y hasta se le acelero el corazón. Pero era la verdad aquel duro tempano de hielo había sido roto con el calor del bistec caliente y jugoso. Ahora lo que buscaba Sindy era que le hiciera el amor, para ver si era tan habilidoso como cocinaba o como lavaba los platos, pero eso era una cosa que no iba a descubrir esa noche, porque estaba fallando su cerebro consecuente de los efectos del delirio. O de un simple calentamiento de hormonas en el cuerpo de la chica. Sindy pensó rápido en cómo saber si Sander estaba enamorado de ella, o tan siquiera le gustaba. 
—Oye Sander deja eso ya ven a ver la película. 
—Espera  aún falta algo. —Ella frunció el ceño. Sander apareció por detrás después con una bandeja con dos copas llenas de una sustancia de color café—.  Faltaba el postre. 
Sindy se impresiono pero como podía sacar un postre de la nada, si lo único dulce que había en su casa era la azúcar que usaba en los cafés por la mañanas. Aunque ahora lo único que faltaba era que el chico se la llevara cargada hasta la habitación. 
—Sabes eres demasiado lindo.
—No.
—Sí.
—Sabes es que me dan ganas de cocinarte es todo. —Sindy se lo tomo como un halago pero en realidad no sabía lo que era. 
—Siéntate aquí conmigo. —Sander hizo caso y se sentó, pero después paso el vaso lleno de postre y se lo dio en las manos a la chica. Sindy observo con parsimonia viendo el contenido cremoso que parecía un helado. 
—¿Qué es?
—Es un batido de chocolate y café. —Sander comió un porción. 
—Chocolate, pero aquí no hay de eso.
—Tenías cacao de ahí lo hice. 
—Entonces también sabes hacer chocolate.
—Si algo así. 
—Eres una cajita de sorpresas. 
Sindy quedo maravillada con aquel batido tan cremoso como un helado, tanto que al probarlo casi le daba un subidón de azúcar en el cuerpo. Así pasaron media hora más, conversando del helado. Sindy se dio cuenta de dos cosas, una del pelo amarillento del chico, el cual lo hacía ver demasiado atractivo tanto que no podía contenerse en verlo una y otra vez. Y la segunda cosa era que los ojos de Sander siempre parecían que estuvieran llorosos. Lo segundo no le molestaba para nada, hasta le daba su toque de ternura pero eran cosas que fue descubriendo poco a poco. 
La película que empezaba era un drama y Sindy convenció para que Sander no se fuera todavía. En parte porque debía comprobar aquello que estaba buscando desde hace rato. Sander parecía un poco aburrido por la tv. Sindy pensó que tal vez era más del tipo acción. Lógico era hombre no le gustaba los dramas sin fines como ella, quien había sido fanática de Beti la fea desde sus quince años.  Entonces ella pretendió estar cansada y se fue acercando a su pecho. Primero puso su cabeza en los hombros del chico, Sander en esas entonces estaba flipando, su chica estaba haciendo contacto físico sin dudas y además por voluntad propia las cosas iban viento en vela. Pero su corazón empezó a acelerarse de manera brutal. 
Sindy se acercó más al pecho al lado de su corazón para comprobar aquellas cosas que quería saber. Era como si fuera una prueba fundamental, depende de lo que escuchara ahí sentiría algo o no por Sander. Aunque ya se imaginaba como iba a estar allí. Poco a poco se deslizo por los hombros del chico pasando por su clavícula y colocándose un poco más debajo de la misma. Entonces pego su oreja derecha a la parte del cuerpo de Sander. Solo para escuchar su flujo sanguíneo. Para ella una completa sorpresa. No era un simple latido de corazón. Era un festival allí adentro. Su corazón estaba acelerado al mil. Entonces ella sonrió con sinceridad mientras se acomodó en el pecho del chico para escuchar aquel sonido que era mucho mejor que cualquier canción de pop.  
Sander trataba de mantener la calma pero era un fracaso su respiración estaba completamente acelerada y parecía que su corazón se iba a salir de pecho, mientras que sus piernas subían y bajaban pensando que podía calmarse con eso, pero igual fallaba. Así se mantuvieron las cosas mientras en el canal pusieron los comerciales allí Sindy se levantó de su pecho y se acomodó en el sillón. Estiro sus brazos y después lanzo un bostezo algo indiscreto. Sander inmediatamente capto que era hora de irse. Se levantó del sillón y se iba a despedir de Sindy pero ella lo agarro de una mano y lo volvió a sentar en el sillón. 
—No te vayas aun. 
—Es tarde Sindy.
—Si pero estoy sola en casa y la delincuencia es muy rebelde en estos tiempos. 
—Vives en un edificio estarás segura. 
—Quédate. 
Sander miro a los ojos de la chica, hablaba con la verdad, o era la bella cara de ternura que ponía de la cual no podía escapar, o el brillo de las cuencas de sus ojos, o de sus labios carnosos que quería probar o de sus mejillas brillantes pero secas y blancas, quería que se quedara en verdad, pero lo que él no quería es que se diera cuenta que Sander estaba Activo entre sus piernas. Cosa que había provocado las manos calientes y suaves de la chica. Aunque si fuera por él quería que la noche se convirtiera en eterna, para nunca saber más del mundo y quedarse en esas cuatro paredes atrapado con su chica. Y novia postiza. 
—Bueno me quedare.
Sindy sonrió con algo de parsimonia, mientras que Sander apago la luz y se acostó en el suelo a ver el resto de la película. Sindy no dejo que el chico se sentara en el piso, lo obligo a subirse al sofá y acostarse en él. Sander parecía rígido pero en pocos minutos pudo encontrar acomodo. Sindy se recostó en su pecho poniendo su cuerpo delante del chico. Sander estaba por volverse loco, el contacto físico era demasiado la cabeza le iba a despegar del cuello. 
—Sindy esta segura.
—Si novio. 
—Pero.
—shh la película empezó. 
—Pero será incomodo dormir así. 
—No para mí no. Solo pasa tus brazos por encima de mi cintura y abrázame. —Sander dejo de hablar y aprovecho aquella oportunidad que le daba la vida. Paso sus brazos por la cintura y abrazo a la chica, acto seguido Sindy puso encima de ambos una cobija con la que cubrieron su cuerpo y al cabo de un rato ambos quedaron dormidos, Sindy escuchando el bonito latir acelerado del corazón de Sander. Y el chico prendido en fuego por efecto de la chica. Su belleza su calor su dulzura. Ninguno de los dos sintió frio Aunque la ventana había quedado abierta. Soplando aire con brisas de romances  y tempestades heladas y azotadoras de amor. 
 




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