Domingo 19 de marzo.
Edward Baker.
—¡¿Qué demonios pasa contigo Rubí?! —. Estaba furioso con ella.
—¡Debía hacerlo Edward, mi corazón me lo pedía! —. Me grita de vuelta.
Estábamos en la sala de la casa, Lena tenía al menos una hora de haberse ido a su universidad y Fiorella dormía plácidamente en su habitación.
—Ese no era el momento ni el lugar para decirlo, menos delante de toda nuestra familia —. Puedo comprender que ella quiera crear lazos pero eligió un mal momento.
Rubí suspira sonoramente pasando su mano por su cabello, se había soltado la parte de arriba de su vestimenta típica dejando a la vista su larga y cuidada cabellera rubia. Estaba enojado con ella por decirle aquello a Fiorella, y más delante de Lena ya que ella nunca debe de saber esa parte de la vida de Ciro.
—Quiero que comprendas como me siento Edward y me arrepiento mucho en haberle dejado todo a Ciro, en no hacerme cargo desde un comienzo pero mi madre no lo permitía, todos verían aquello como un pecado.
—¿Y no lo es? —. Me giré, ella tenía sus ojos cristalizados.— Rubí estaba mal y aún así lo hiciste.
—No me arrepiento de como surgieron las cosas ya que a raíz de ello ella está con nosotros, está contigo que se la amas muchísimo. —. Y con eso me calló.
Ella era lo más importante que había en mi vida, uno de los pilares que Dios me mandó cuando me encontraba en el precipicio a nada de caer en la perdición. De no ser por su presencia en mi vida ahora no se que sería de mi, quizás y estuviera perdido dando vueltas por el mundo tratando de llenar aquel vacío, ese que reside en mi desde la muerte de mi papá y que se agrandó ahora con la de Ciro.
—Y te lo agradezco muchísimo. Pero, está muy pequeña Rubí, demasiado como para aceptar aquello que le has confesado.
—Cuando Ciro aún vivía juntos llegamos a un acuerdo y era que si él o yo moría primero ella lo sabría, sabría toda la verdad de quién es su mamá y dónde se encuentra.
Yo también estaba al tanto de ese acuerdo ya que mi hermano lo comentó conmigo antes de hablarlo con Rubí, yo sé de todo lo que pasó y de como pasaron las cosas con la madre de Fiorella y también se donde se encuentra al igual que Rubí. Era solo un adolescente que amaba seguir a su hermano mayor a todos lados y en más de una ocasión lo acompañé a casa de la mamá de Fiorella dónde ellos se veían, dónde podían vivir aquel sentimiento sin sentirse juzgados por las personas. Y se, muy en el fondo de mi corazón, que Ciro la amó mucho en aquel tiempo y que la llegada de Fiorella terminó por alegrarlo, alegrarlos a ambos ya que aún sabiendo de todo lo que se avecinaba su nacimiento, la deseaban y amaban.
Él nacimiento de Fiorella fue algo que todos como familia esperábamos con ansías, todos en casa incluida mi madre apoyábamos a Ciro y a la mamá de Fiorella.
—Si mi niña sabrá la verdad que sea por mi, después de todo Ciro me dejó como tutor de ella. Y soy su papá, no quiero que sufra más con esa noticia Rubí.
La rubia asintió aceptando mi posición, quería demasiado Rubí ya que nadie más que yo vio como se derrumbó, como sufrió y costó para levantarse. Era una buena mujer solo que nadie la comprendía.
—Se que harás un buen trabajo con ella. —. Ella se sienta en el sofá con su cabeza entre sus piernas, pasaba sus manos por su cabello desesperada.
—¿Rubí, tu tuviste algo que ver con la muerte de Ciro? —. Era una duda que rueda por mi mente desde que me avisaron que había muerto.
—Nunca me desharía de alguien a quien quería como a nadie. —. Murmuró, suspiré cansado la noche anterior no había conciliado el sueño.
— ¿Y que me dices de ese fulano?
Y de inmediato ella se endereza viéndome con firmeza.
—Él lo odiaba pero no tanto como para matarlo. —. Le miré con una ceja arqueada, yo no confiaba en él.— Vamos Edward, ellos estaban en mi casa cuando pasó todo.
—¿Y de sus aliados? —. Silencio, silencio.— ¿Ves que es sospechoso? Una cosa te diré y es que si la policía comienza a investigar y sale que es él lo mataré con mis propias manos y no me va a importar que mi madre se vuelva a quedar sola.
Rubí estaba por contestarme pero ambos fuimos interrumpidos por el llamado de una linda voz tierna e infantil que bajaba las escaleras aún adormilada, traía sus cabellos rubios despeinados y su pijama de princesas puestas junto con sus calcetines de muñeco de nieve.
—ابنتي.
No otra vez..
Los verdosos ojos de Rubí se iluminan al verla y de inmediato corre para sostenerla entre sus brazos, le da besos por todo su rostro mientras se dirigen a la cocina a darle de comer.
El teléfono de la casa comienza a sonar por lo que voy a atender.
—¿Si diga? —. Era de la gaceta de policías que había en la entrada.
—Buen día Señor Baker y disculpe que le llame tan temprano pero aquí afuera hay dos chicos que quieren verlo. —. Dice el policía.
Frunzo el ceño y fugazmente miro la hora en el reloj de la pared.
Editado: 08.01.2024