Enzo Vitale
—No, me niego aceptarlo, Enzo. Es un asunto serio, no puedes ir a casarte con esa chica, es un error.
—Hermano, soy lo suficientemente mayor como para pedirte permiso para tomar mis propias decisiones. Y, no es un error ayudarla —me estoy arrepintiendo en este instante de reunir a mis hermanos y contarle. Jamás les he ocultado nada, tenemos la confianza unos a otros, sin embargo la actitud de Donato me molesta, no le estoy exigiendo nada, solo compresión o respeto por mi decisión, no es mucho pedir. Cara se mantiene cruzada de piernas con su atención en ambos, por ahora no ha lanzado unos de sus famosos comentarios que me estaba esperando.
—Enzo, como tu hermano mayor se supone, busco lo mejor para ti. Mi opinión no la tomes a la defensiva, puedes apoyar a esa chica de otras maneras, consigue un buen abogado y dale algo de dinero, o mejor busque a otra persona para casarse —una molestia me embarga, por la sugerencia de que Marie busque a otra persona.
Cara carraspea.
—Señor Vitale, ¿no será que porque la chica es pobre, tienes problemas?
—¿Qué? Pareces no fueras mi hermana y ni me conocieras, no es ningún problema su condición social. La precipitada idea de una boda si lo es. Me preocupa mi hermano, no sabemos qué tipo de gente son la familia de ese niño, Enzo, podría meterse en un lío, ni siquiera le incumbe.
—Por favor. ¿Enzo, el niño, es familia de algún rey, presidente o mafioso?
—Hermana, no lo sé…
—Independiente de quienes sean sus familiares, cuentas con mi apoyo para tu boda, es más, yo misma la organizaré —sonríe de forma leve, no me esperaba eso de Cara, pensé se pondría a la defensiva, pero resultó todo lo contrario, será hoy el día opuesto.
—¿Te estás escuchando, Cara? —le reclama Donato, vuelco la mirada
—Aja, no sufro aún de sordera progresiva. Te voy a regalar un consejo, deja a Enzo ser, sabe qué diablos hace y que no. Si no lo apoyas, de acuerdo, nadie te va a obligar, pero respeta y dale un voto de confianza.
—Mmmm… Puedo saber el motivo de porque no estás del lado de Donato, espera esa reacción de ti —la señorita Vitale Bianchi no me engaña tan fácil.
—Pues digamos eso, podrá alejar a Rebecca. Prefiero verte casada con esa extraña, no con alguien del apellido Clark.
—Debí suponerlo.
8% de que esté de acuerdo es que Rebecca se resigne a tener algo conmigo, pero supongo que luego dejarle los puntos claros esa noche, sus intentos de insistir en que seamos algo van a caer. Me siento algo mal, porque fui duro con ella, no obstante ella pasó su límite, es mejor así a que siga con una ilusión, la cual no es sana para ella.
—Lo sensato no es no casarse con nadie. Si sigues empeñado con esa falsa, no contarás con mi presencia.
—Por favor, Donato, ni que tú fueras aportar algo más que tu presencia.
—Déjalo— le digo a Cara, dirijo la atención a él—, ni creas, te insistiré, si me lastima que no me tengas confianza, no tomo esta boda como algo que me lucra a mí, es sin ningún fin, no busco beneficio alguno. Es una ayuda la cual a nadie se le niega, más si es una madre al borde del desespero —sabe mal esta actitud de quien confío, pero por ello no da reversa atrás. Miro mi reloj de mano —. Luego regreso, debo resolver un asunto —mi hermano y yo, cruzamos la mirada, sigo con algo de decepción, me acerco a Cara, dejo un beso en la mejilla, con eso me retiro.
Llego a mi casa, mi pecho se enciende al verla parada en espera de mí. Entro mis llaves en mi bolsillo derecho, a pasos pequeños me acerqué, su olor natural produce una dulce calma, como la cual no siento con nadie.
—Señor, Enzo…
—Llámame, Enzo —abre sus finos labios rosas, apuesto para refutar —. Seré tu esposo, no puedes llamarme señor o algo demasiado formal. Asiente con sumisión, cosa que no me agrada. Por fin llegó a su espacio personal, tomó su mano en acto de atrevimiento.
Siento ráfagas de electricidad deslizarse por mi sistema. Juro se siente demasiado bien, atraigo conmigo a Marie al sofá.
—Como te dije por la llamada me voy a casar contigo. Me detuve analizar varios puntos que necesitaba discutir, pensé en la historia falsa de nuestra supuesta relación.
—Señor… perdón, Enzo. Si no quieres casarte conmigo, dilo, no quiero lastimar a nadie.
—No, no, no, Marie, ¿de dónde sacas eso? Nunca haría esto por lástima, porque yo mismo odio que alguien tenga ese sentimiento por mí. Esto es por tu hijo, por ti. Quiero verte volver a sonreír, regresarte la felicidad —lágrimas bajan despacio por el bello rostro de mi chica del servicio, la cual pronto va a ser mi esposa.
Solloza bajito —. Lo siento…
—Deja de pedir disculpas —muerde sus labios, apuesto lo volvería a pedir perdón. Saco un pañuelo, sin importarme que Marie se oponga, limpio como si ella fuera el cristal más valioso del universo, su rostro sonrojado.
—oh, debes pesar, soy una tonta llora.
—Lloro estar bien, es algo normal de los humanos —termino de secar sus lágrimas —. Marie, permíteme contarte la historia.
—Sí, claro. Hoy son de esos días donde no me siento segura, ayer la valentía me acompañaba, por eso logré pedirte que seas mi esposo, pero esta mañana me dejo sola esa sensación —me acerco más a ella, tomo su mano entre las mías, la calidez se apodera de mí al sentir el contacto de sus suaves manos. Le relato la historia de como inicio nuestra “relación”. Consiste en que nos conocimos 2 meses antes de yo irme a Italia, Marie venía de vez en cuando a limpiar, a sustituir a mi anterior empleada, antes de irme empezamos un noviazgo secreto, luego manteníamos una a distancia lo nuestro, posterior a los 6 meses de mi ausencia volví y le pedí matrimonio. Diremos que Marie continuó con el trabajo doméstico, por asuntos de asimilar y, contener al margen la intimidad del noviazgo.
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Editado: 08.07.2024