AEL
Llego a casa agotado por todo el trabajo que mantengo como fachada en este mundo, pero no me quejo las regalías son suficientes para hacer lo que quiera y que no me rastreen.
Entro a mi departamento, a pesar de que no me gustan las extravagancias, lo tengo bien amueblado, entro a la cocina para servirme un café porque es la única bebida que me llena de tranquilidad y me deja pensar en todo lo que no he podido conseguir, me frustra no poder tener nada de su paradero o al menos de quien fue el que se la llevo, se suponía que mi padre debería tenerla en custodia, pero hace 14 años que la busco sin descanso.
Voy a mi despacho, enciendo los computadores y las cámaras de seguridad, dejo caer el maletín enojado por la falta de respuestas pero no me retiro de inmediato ya que este por el fuerte golpe se abre – genial, que idiota – me digo, pero veo un paquete que no sé qué carajos hace entre mis cosas, suspiro y recojo el desorden que genere apartando el sobre, me siento en el sofá mientras lo abro sacando los documentos, sin creer lo que tengo en mis manos me levanto de golpe para ir al navegador y teclear la dirección para salir nuevamente del departamento.
Ya en la cafetería, que menos mal no estaba lejos busco con la mirada a la persona que me envió esos papeles, la encuentro en una de las mesas al final del establecimiento como lo describió, me acerco y ella se percata de mi presencia levantando su mirada del libro, sus ojos azules como el cielo me dejan abrumado y su piel canela hace un contraste muy hermoso con su cabello negro como la noche.
Me sostiene la mirada sin dejar su semblante que parece tratar de leerme, llegan nuestros pedidos, ella lo toma oliendo ese aroma tan embriagador y luego toma un sorbo, no dejo de mirarla y cuestionarme del por qué me ha citado y sobre todo como obtuvo todo eso.
Me quedo paralizado pero cuando logro reaccionar ya es tarde, no la veo por ningún lado, salgo corriendo a la calle pero tampoco esta, me agarro el cabello desesperado por que tuve en frente lo que estaba buscando todo este tiempo, maldigo internamente devolviéndome a la cafetería y preguntar si conocen a la señorita que estaba con migo, pero no logro nada ya que es la primera vez que la ven en el lugar, con enojo me voy en el carro en dirección al departamento – idiota, idiota, idiota – me digo una y mil veces.
Llego lanzando todo y me dirijo al despacho para leer esos papeles, mientras busco desesperado en las cámaras de la empresa buscando alguna respuesta de cómo me dejo esos documentos y accedo a las que están cerca de donde estaba con ella, pero no encuentro nada es como si ella borrara su paso.
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Editado: 12.01.2023