Empiezo a trabajar queriendo olvidar lo de la mañana, fui una tonta, jamás debí corresponder el beso, casi se da cuenta de mis sentimientos hacia él, tuve que mentirle porque realmente ni yo estoy segura porque no quiero saber nada de amor, sin embargo sentir sus labios de nuevo después de tanto tiempo, estoy segura que lo amo más que nunca.
Ahora estoy aquí queriendo olvidar todo, he atendido demasiado niños para vacunarlos, me da tristeza verlos de esa manera cuando lloran, realmente odio ser enfermera, hubiera querido ser doctora como Megan, pero los estudios no fueron suficientes para ese tiempo, sin embargo aún sigue en mi mente esa idea de seguir estudiando, nunca es tarde para estudiar.
-¿Te encuentras bien? – Pregunta una persona a mi lado, le sonrió al saber que es Megan – te veo triste.
-No, no es así – digo negando con la cabeza – solo es que no dormí bien anoche.
-¿Te costó llevar a Cristian? – pregunta haciendo que me tensa ya que escuchar el nombre de la persona que me confeso – ya entendí lo que está pasando.
-¿De… que hablas? – le pregunta nerviosa al saber que intenta jugar conmigo, sonríe maliciosamente para luego agarrar mis manos.
-Glenda… sé que aun amas a Cristian – responde e intenta no actuar sorprendida pero es inevitable no hacerlo, sin embargo mis sentidos reaccionan de nuevo haciendo que haga una sonrisa – no me lo niegues lo sé perfectamente, lo que no se es porque no dejas que tus sentimientos fluyan.
-No, es mentira Megan – digo volteándome y seguir llenando las jeringas de medicamento, hago como ella no se encuentra aquí.
-Glenda, no ocultes tus sentimientos, Cristian también te ama – dice poniéndose en frente de mi – debes darte una segunda oportunidad.
-¿Y que si no quiero? – pregunto casi al borde de las lágrimas – no necesito el amor de una persona para sobrevivir, Cristina me puede amar pero es mejor si no estamos juntos, por eso… he decidido irme de su casa después de mi turno de noche, solo llegare a empacar.
-¿Te estás dando cuenta que tú misma te lastimas? – Pregunta frunciendo el ceño mirando abajo, la imito mirando y abro los ojos como platos al ver que me he metido la inyección en mi dedo, comencé a sentir el dolor de la aguja – te estás dando cuenta.
-Eso… no tiene nada ve ver con lo de Cristian – respondo nerviosa agarrando un pedazo de algodón y colocándomela en la parte donde me puye, es momento de revelarle a mi amiga el miedo – lo siento Megan…
Seco mis lágrimas y la volteo a ver queriendo gritar de lo desesperada que estoy por contarle a alguien de confianza lo que sucede.
-Dime Glenda – dice abrazándome –soy tu amiga, siempre contaras conmigo en las buenas y en las malas.
-Lo sé – respondo correspondiéndole el abraza – tengo miedo, miedo de que a Cristian le pase lo mismo, me he dado cuenta que no puedo estar con nadie ya que puede pasarle lo mismo que a Hugo y a mi hijo.
-Hay Glenda – dice abrazándome con más fuerza cuando me rompo en pedazo – esa es una superstición que tú te has inventado, lo que ha Hugo y a tu bebe les paso solo fue una catástrofe de la vida, sin embargo eso no significa que no puedes, date una oportunidad.
-Sera difícil – le digo alejándome, niego con la cabeza – es verdad amo a Cristian pero… me cuesta aceptarlo, no quiero ser lastimada.
-No creo que lo haga – dice sonriéndome – solo mira lo que ha hecho por ti, no se separó ningún segundo cuando necesitabas apoyo, ya no es el mismo de siempre, te ama lo ha confesado de mil maneras.
Sus palabras me motivan pero no es fácil, aun la duda penetra en mi mente, pero tiene razón Megan, no debo aferrarme a una idea en el cual es falsa, me dejo ser consolado de mi amiga porque alguien me enseño que nadie debe estar solo.
Pasaron las horas y llego la tarde, es la hora en el cual debo de irme pero recuerdo que tengo el turno de la noche, Megan se despido de mí y agradecí por su apoyo, realmente la amo, hace cualquier cosa por mí, Liam encontró una gran mujer.
Me dedico a ver a unos archivos sobre el estado de una paciente, me dirigía al elevador para ir al piso dos, cuando de repente me encuentro con Richard, mi jefe, si, el que amaba a Megan y la molestaba con ello.
-Glenda te estaba buscando – dice sonriente colocando sus manos adentro de sus bolsillos - ¿hoy te toca turno?
-Si señor – le digo asintiendo varias veces - ¿Por qué la pregunta?
-Es que te dejare que te vayas ahora – responde sonriendo con malicia, enarco una ceja confundida – alguien está esperándote afuera.
-¿Quién es? – pregunto frunciendo el ceño.
-No tengo idea – dice encogiéndose de hombros – bueno Glenda, que te diviertas.
Me guiña el ojo antes de voltearse, estoy muy confundida, ¿Quién es quién me ha venido a ver? Tengo que averiguarlo yo solo, me quito la bata y busco mi bolso, luego hacerlo me encamino a la salida donde voy a paso lento cuando me dedico arreglar mi cabello intentando hacerme una cola alta.
-Hola Glenda – escucho esa voz que es muy fácil para mi distinguirla, me volteo a donde lo escuche y ahí está sonriendo llevando una bolsa en su mano, enarco uno ceja cuando veo que anda con un traje de gala color negro, se ve sumamente atractivo realmente no lo niego, se acerca con una sonrisa en sus labios que lo hace ver perfecto.
-¿Qué haces aquí? – le pregunto intento mantener la compostura a semejante hombre que me tiene cautiva, de repente estira su mano y me entrega la bolsa que traía, no agarro porque no sé de qué se trata esto - ¿Qué es esto?
-Tu vestido – responde entregándomelo en las manos, lo abro un poco y veo en el interior un vestido color azul, y unos zapatos de color negro, no entiendo porque me da esto – hay una fiesta, bueno una inauguración de un restaurante y quiero llevarte.
Escuchar eso me sorprendió realmente, no pensé que me quisiese llevar a un lugar, pero no debo ir, no cuando él está vestido así y me deja sin aliento.
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Editado: 26.04.2020