UN AMOR...

Risa tras risa.

Mirada tras mirada.

Sentimiento tras sentimiento.

Este tiempo a lado de Dou ha sido maravilloso. Nos hemos tomado un tiempo para conocernos. Hemos tenido salidas, y en todas ellas siempre me ha sacado una sonrisa.

No puedo creer que esté saliendo con el chico más lindo de la escuela. Había escuchado muchos comentarios acerca de él, su nombre salía de la boca de muchas chicas, pero ninguna de ellas está aquí. Ninguna de ellas tuvo tanta suerte, en cambio a mí... a mí esta me ha sonreído.

La película de cuando me pidió ser su novia se reproduce una y otra vez en mi cabeza. Las flores, las hermosas flores que me dio aún las mantengo en mi habitación dentro de un jarrón con agua, no he dejado que se marchiten. Ellas me recuerdan el hermoso momento vivido al lado de este maravilloso chico que no deja de sorprenderme.

Tres meses han pasado, tres maravillosos meses a su lado. Y lo que me gusta es que Dou busca y aprovecha cada pequeño tiempo para regalarme su compañía, sus hermosas palabras, su atención.

Todo ha sido maravilloso.

—Concéntrate, mi hermosa. Si quieres hacer esto tienes que prestar toda tu atención.

Ahora estamos en su casa. Bueno, mejor dicho, en el patio de esta. Dou está tratando de enseñarme a jugar baloncesto, de hacer que meta la pelota en la casta. Pero me he dado cuenta que es más difícil de lo que uno piensa. Hemos llevado aquí un rato y no he podido meter ni una sola.

—Lo intento, pero creo que esto no es lo mío.

Me resigno.

Apesto en esto de los deportes. Es definitivo.

En cambio, él, ha pasado de ser un simple jugador, a convertirse en el capitán del equipo de baloncesto de la escuela. Y todo en unos meses.

Que envidia.

—Cariño, esto toma tiempo. No te desesperes. El gran Michael Jordan lo dijo una vez: "he fallado una y otra vez en mi vida, por eso he conseguido el éxito." Así que serás la mejor basquetbolista de la historia, sin duda. —Me guiña su ojo.

El muy idiota se está burlando de mi incapacidad para controlar el balón y lanzarlo como es debido a la canasta para que entre.

—Oye... —Le lanzo la pelota al rostro, pero logra esquivarlo... por poco. Suertudo.

Suelta una gran carcajada.

—Vamos, una vez más. — Va por la pelota y la arroja en mi dirección.

Resoplo.

Estoy arrepintiéndome de hacer esto. Ha sido una mala idea.

Soplo el cabello que se ha salido de la coleta — y que ahora mismo está lleno de sudor—. Tomo el balón, lo hago rebotar unas cuantas veces en el suelo con cada mano, alternando entre la izquierda y la derecha para conseguir una sensación de control con ambas manos. Acomodo mi posición, pero sin dejar de estar agachada y señalo con la cadera opuesta hacia la canasta. Me preparo, y tiro.

Lo que menos esperaba pasa; la pelota da vueltas y vueltas en el aro y al final cae al suelo, sin haber pasado primero por entre la canasta.

Sep. Definitivamente esto no es lo mío. Mis manos solo fueron hechas para tocar la guitarra.

Su risa no se hace esperar.

—Serás una gran jugadora, mi amor.

—Tonto.

Le saco la lengua, como toda niña grande y me cruzo de brazos.

—Oh, vamos, mi hermosa. Lo lograrás. — Niego. No quiero quedar más en ridículo, aunque él sea el único viéndome. Da pena que alguien más se entere de tu falta de tacto para con los balones—. De acuerdo, tan solo una más.

Vuelvo a negar. Estoy cansada, estoy sudada y mis pantorrillas tiemblan de tanto doblar y levantar. ¿Quién diría que unos cuantos lanzamientos terminarían por acabar con tu energía? Juro que se veía sencillo.

—Venga. Te ayudaré.

Sin darme tiempo a darle una respuesta, se encamina a donde me encuentro y se posiciona detrás de mí.

Uffff, ¿soy yo o hace calor aquí?

Dou toma mis caderas y me hala hasta tener mi espalda completamente pegada a su pecho.

Muy bien, retiro lo dicho, esto no es tan malo que digamos. Ya hasta comienzo a verle lo positivo.