Eres Mi Sueño©

CAPÍTULO 30

Según Wikipedia; La felicidad es una emoción que se produce en un ser vivo cuando cree haber alcanzado una meta deseada.

La felicidad suele ir aparejada a una condición interna o subjetiva de satisfacción y alegría. Se ha llegado a definir la felicidad como una medida de bienestar subjetivo (autopercibido) que influye en las actitudes y el comportamiento de los individuos.

Y sí, así es como realmente me siento en este momento. Feliz, al ir tomada de la mano con el guapo hombre de ojos azules. Alegre, por siempre compartir con él los mejores momentos. Invencible, porque a su lado me siento protegida, me siento fuerte, casi casi, como si fuera la mujer maravilla.

Mi corazón rebosa de satisfacción.

El calor que produce su mano al envolver la mía, es una muestra de que este momento es real, tanto él como yo, ahora.

Pero, bajo toda esta felicidad que siento, hay un sentimiento profundo que no me pasa desapercibido. Culpa. Culpa, porque él me ha contado tantas cosas de su vida, me ha mostrado su confianza al platicar conmigo y abrirme su corazón. Me ha hablado sobre su hermano, lo qué pasó con él la primera vez que no pudimos vernos. Su sueño de formar una banda. Lo que sintió al verme por primera vez, y aun lo que le hago sentir ahora. Tantas cosas que ha compartido conmigo, ha sido tan sincero..., y yo, yo que no puedo siquiera pronunciar ni una mísera palabra.

Me siento tan decepcionada conmigo misma. Pero siento que, si le cuento todo lo que pasé, todo lo que viví, lo que soporté, sería un incentivo para dejarlo ir. Y no, eso no sería soportable para mí. No Joey. No él. Es mi ancla. Mi amor.

No sé qué hacer, intento abrir la boca y forzar a mi garganta a hablar, pero simplemente se queda sin nada, atascada.

No quiero arruinar este perfecto momento. Por lo que solo me quedo vagando en mis pensamientos, manteniendo ocultos mis sentimientos, que es lo que mejor hago, me mantengo callada en todo el trayecto del parque al apartamento. Y a pesar de que siento el silencio calar en mis huesos, no digo nada, por miedo a que este perfecto momento termine.

Al llegar a la puerta de mi habitación, y despedirnos, es algo más que termina por romper mi corazón. Su ternura es la que termina por desarmarme. Aquella ternura con la que me toma y me besa. Es como si con aquel beso, me transmitiera todos aquellos sentimientos que despierto en él. Cuidado, protección, anhelo..., amor.

—Gracias por esto, lindura— me da un último beso, y toma mis mejillas—. Gracias por abrir un poquito tu corazón a mí.

No digo nada. Tan solo me quedo ahí, mirándolo, diciéndole muchas cosas, pero al mismo tiempo sin decir nada. Él termina por retirarse con esa hermosa sonrisa que tanto amo, aquella que hace empequeñecer sus ojos y adornarlos con unas cuantas arruguitas en las esquinas. Y yo, tratando de devolvérsela, me adentro a la habitación.

Pero, al estar sola, encerrada en cuatro paredes, sin nadie a mí al rededor, siendo envuelta por un silencio ensordecedor. Es cuando definitivamente lo pierdo. Mi cordura, mi sensatez..., mi máscara.

Los pensamientos se dispersan, y las lágrimas que por tanto tiempo me permití retener, son desatadas en ese preciso momento.

No registró nada a mí al rededor, tan solo me tiro a mi cama, escuchando la triste melodía de mis desesperados sollozos. Soy consciente del poco tiempo que pasa antes de que la puerta se abra nuevamente. Pero ni siquiera levanto mi cabeza para corroborar el quién ha entrado por ella. Me mantengo hundida en el blando colchón, con la cabeza metida bajo la almohada, tratando de calmar y callar los sonidos que salen de mí.

—Oh, Lizzy.

En ese momento, siento el colchón hundirse a mi lado, y una mano acariciar mi cabello.

—¿Qué ha pasado? — mi compañera de cuarto no pierde el tiempo en preguntar, una vez que mis sollozos van perdiendo intensidad.

Tomo mi tiempo en responder. Necesito desahogarme.

—Yo... yo no lo sé— sorbo mi nariz.

— Oh, vamos. Algo debió ocurrir para que te pusieras de esa manera— refuta—. Anda levanta.

Muy a mi pesar, lo hago. Ella rápidamente, me entrega un paquete de Clínex que, estoy segura, sacó de su mochila posada a lado de ella.

Elimino el alborotado cabello que está haciéndome cosquillas en el rostro, y procedo a limpiar mi nariz.

—¿Quieres que esta rubia te dé un mega abrazo? —su pregunta me hace reír, pero sin pensarlo demasiado, asiento. Por lo que, en un instante, me veo rodeada por los brazos de Alice, que quizá no son los que tanto anhelo tener a mi alrededor en este momento, pero, de igual manera, surten un efecto tranquilizador en mí—. ¿Te gustaría hablar de lo que ha pasado?



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En el texto hay: pasado, amorymusica, londres

Editado: 27.07.2018

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