Eres Mi Sueño©

CAPÍTULO 32

No me había dado cuenta que aún mantenía la carta aferrada en mis manos, pero en lugar de soltarla o guardarla en mi mochila, me aferro aún más a ella, como si en ese momento fuera mi único salvavidas y quien alimentara mis fuerzas.

Inhalo profundamente, llenándome de esa valentía que sé, voy a necesitar. Exhalo lenta y largamente, sacando el miedo y aquellos sentimientos negativos que quieren hacer estragos en mi sistema. Ahora, voy a ser yo quien controle, no mis inseguridades ni mi temor.

Bajo los pocos peldaños que separan la puerta del sótano y me adentro en ella, capturando en mi memoria cada cosa que hay a mi alrededor; cuadros adornando la pared a mi izquierda sobre las escaleras, y las raras figuras que adornan las paredes.

«Concéntrate, Elizabeth. Vienes con un objetivo, no te desvíes de él.»

Al llegar a cierto ángulo que me permite visualizar hasta el último rincón de la habitación, me detengo, perdiendo el aliento en el proceso cuando mis ojos se posan en el ser más maravilloso de la tierra, con su cabello bastante desordenado cayendo sobre su frente, sus manos moviéndose sin cesar sobre una guitarra eléctrica; siendo esta la causante del incesante sonido que envuelve el espacio y la casa por completo. Sus ojos están cerrados, como si estuviera permitiendo que la música fluyera por cada poro de su piel y por sus venas. Es todo un deleite.

Mis ojos recorren su contorno por completo. Deleitando uno de mis cinco sentidos. Quién diría que este hermoso chico fuera el que me robaría el aliento tan solo con su presencia.

Aprovechando su concentración en la música y que todavía no se ha dado cuenta que estoy aquí, me quedo embobada observado al espécimen frente a mí. Permitiendo que las mismas emociones que transitan en él lleguen hasta mí y me envuelvan de la misma manera.

Pero esta tranquilidad no dura por mucho tiempo, porque al parecer, al momento de que termina de tocar —lo que sea que estaba tocado—, abre sus ojos, dándose cuenta en ese instante de mi presencia. Por lo que por un momento parpadea una y otra vez, de manera impresionada, y su boca se abre y se cierra, tratando de decir algo, pero simplemente las palabras lo traicionan al parecer.

Oh, cariño, si tú te pones así, imagínate como he de estar yo.

—¿Elizabeth?

Vaya, no me esperaba ese recibimiento.

—Hola —trato de ocultar mi desconcierto.

—Yo, umh... ¿qué estás haciendo aquí?

Bueno, qué querías, Elizabeth, ¿qué te recibiera con los brazos abiertos? Si lo ponemos de esa manera, por supuesto que sí me hubiera gustado. Pero, sinceramente, sabía que no sería como las veces anteriores, pero, tampoco me esperaba esto. Duele. En verdad duele.

—Bueno, sí te molesto puedo regresar en otro momento, no hay problema —no es cierto, claro que sí lo hay, mi corazón se siente herido.

«Imagínate como se siente él, tonta.»

Gracias, Miss, no me hagas sentir más culpable de lo que ya soy.

—No, no, tranquila —se despoja de la guitarra y termina colocándola en su soporte, y al mismo tiempo, apagando la música que lo acompañaba en su tocada.

—Bien.

Termina por tomar una pequeña toalla que tenía a su alcance, y la pasa por los lugares donde el sudor ha hecho uso de presencia. Nos miramos por un momento, ninguno siendo capaz de decir nada. ¿Dónde quedó ahora mi valentía?

Me meso en mis pies, tratando de que la incomodidad no me haga parte de su juego, porque sí que esto es realmente incómodo. Paseo mi mirada por todos lados cuando ya no logro soportar más su penetrante mirada azulada, y esas tantas preguntas que nadan ella.

«Y hasta aquí es hasta donde ha llegado la chica valiente y determinada.»

Aww, mira, un pajarito invisible.

El enorme suspiro que sale de sus labios es el que me hace salir de ese trance al que me había sumergido.

—Supongo que Alice no pudo retenerlo por más tiempo, ¿cierto? Esa es la razón por la que te encuentras aquí —la frialdad de sus palabras son una puñalada directa a mi corazón, que siendo sincera, esa era otra cosa más que no me esperaba de él. Creo que esa que ternura siempre me mostraba, terminó por ser aniquilada por mi culpa. Abro mi boca para dejar salir ese "lo siento" y esa explicación que tanto él anhela escuchar y que sé debí dársela a conocer desde un inicio. Maldita inseguridad. Pero su voz es la que me detiene—: La verdad es que le tomó un poco más de tiempo del que tenía previsto. Me asombra.



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En el texto hay: pasado, amorymusica, londres

Editado: 27.07.2018

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