Eres Mía

Capítulo veintiuno

Te ves tierno con ellos en brazos

Me aferro a la sudadera que puso Abdel sobre mi por el frío que se está comenzando a intensificar, entro al auto después de haber salido del hospital con algunos papeles y una foto de los tres bebés que Abdel no ha dejado de ver con una sonrisa.

         Sonrió mirando su sonrisa observando mejor como mira la primera foto de los pequeños bebés que vamos a tener para una fecha estimada del 15 de marzo. Algo que a mi me tiene estresada pero a Abdel eso no le estresa, estoy gorda y no me gusta estarlo Abdel me dejara, siempre lo dicen, siempre me lo han dejado marcado todos.

         Semanas antes de saber que estaba embarazada algunos del salón me decían que cuando quedamos embarazadas no es lo mismo, y eso no me gusta. No quiero que él me vea y decida irse por estar gorda, pensar en eso solo me hace sentir más estresada.

         — No estas feliz. — bajo mi rostro al escuchar sus palabras. — ¿Qué sucede?.

         Agarra mis manos pero las alejó sintiéndome mal.

         — Estoy gorda Abdel.

         Agarra mis manos nuevamente y suspiro tratando de no enojarme solo por la nada.

         — No estas gorda estas embarazada de tres conejitos, eso es diferente. — besa mis manos. — No me importa tu peso Giovanna, estás creando a tres vidas y no es importante si subes de peso por eso ni por otra cosa. Yo te amo aún con tus cualidades y defectos que tengas.

         — Siempre dices lo mismo.

         — Porque es verdad y necesario decírtelo, siempre necesitas que te diga lo hermosa que eres y para mi no hay problema en decirlo.

         Hago un puchero por sus palabras y sollozo inconscientemente, me abraza con fuerza tratando de tranquilizarme y limpiar mis lágrimas. Trato de calmarme y me alejo de él.

         — ¿Quieres algo?.

         Miro hacia otro lado limpiando mis lágrimas por completo.

         — Tengo hambre. — murmuró sin mirarlo para no sentirme mal por los cambios de humor que tengo repentinamente.

         — Mandaré a preparar todo lo que mi conejita quiera para comer, ella debe de estar llena y satisfecha.

         Me cruzo de brazos mientras me pone el cinturón de seguridad con una sonrisa, besa mi cuello estremeciendome por eso provocando que mi colita salga sin previo aviso, me pongo nerviosa en cuestión de segundos.

         — ¿Estás bien?. — lo ignoro agarrando con fuerza el cinturón de seguridad mirando solo la ventana mientras el maneja.

         Me da de comer Abdel siendo la última cucharada de sopa, limpia mi rostro y besó mi frente antes de cargarme, me lleva en sus brazos hasta dejarme en la cama, le mueve a las maderas para crear más fuego y que la cabaña no se enfríe y sonrió cuando se acuesta a mi lado calentandome.

         — Le ha gustado a mi conejita lo que he preparado para ella. — asiento, besa mis labios con una sonrisa y suspiro cuando acaricia mi colita. Pongo mis manos en su pecho alejándolo un poco mirando su rostro observando la pequeña sonrisa divertida que tiene.

         Niego sintiendo como sigue acariciando mi colita y suspiro mientras mi pulso incrementa, besa mi mejilla y baja hasta mi cuello.

         — No Abdel, eres demasiado rudo y no tengo tantas fuerzas. — sigue besando mi cuello estremeciendome solo por eso.

         — Tus hormonas me están volviendo loco. — me sonrojo inevitablemente.

         — Pero…

         Me calla besándome con lentitud y suavidad, comienza a desabrochar su camisa dejándome ver su morena piel, suspiro cerrando mis ojos brevemente. Jadeo cuando sus manos suben por mi vientre, me incorporo negando.

         — Vamos, ya ha pasado mucho desde que no lo hacemos. — hace un puchero pero niego.

         — Tu mismo has dicho que no…— siento un golpe en el vientre, bajo mi rostro sonrojandome por eso. Agarró la mano de Abdel y la pongo donde siento los golpes, gruñe y lo miro mal.

         — Te hacen daño. — entrecierro mis ojos tratando de soportar el enojo que le da cuando siente que los bebés patean mi vientre. — Cuando nazcan les daré un regaño por siempre hacer esto.

         — Abdel, están creciendo claro que deben de patear recuerda que son tres y necesitan espacio. — gruñe. — Serás un padre gruñón.

         — Y tú serás una tierna mamá. — aprieta mi nariz con delicadeza.

         Sonríe al sentir aún los golpes que dan los pequeños golpes, besa mi vientre haciendo que los golpes paren y me mira con una sonrisa.

         — Seguimos con lo nuestro.

         — Lento.

         Sonríe por mi palabra y nos tapa con las sábanas provocando que ría, me besa quitandome su camisa por completo, observa mis pechos que están a simple vista y los  mira con una sonrisa a gusto con la talla nueva que han tomado mis pechos.




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