Erick y Eliot

Capítulo 7

 

Al día siguiente Erick salió del cuarto 
sin verlo a la cara.
De pronto ya ni siquiera tenía ganas 
de obligarlo a absolutamente nada.
¿qué sentido tenía un abrazo o que te
dirigieran la palabra si después te 
empujaban lejos?

Cuando llegó a la escuela tampoco
sintió ganas de explicarle a nadie
el porqué de su cara hinchada.

Mantuvo su cara hundida en su pupitre, para la hora del almuerzo, ya había rechazado muchas preguntas de parte de sus compañeros.

"¿El omega te rechazó?" Todos los niños con los que hablaba suponían que así era. No podrían deducir nada más grave para que Eliot tuviese tan pocos ánimos desde tan temprano. Y hasta cierto punto, él los envidiaba. Sin importar dónde estuviera, fuera en su antiguo colegio o en esa escuela, todos los niños eran recogidos por alguien que los recibía con una sonrisa, o que los escuchara sobre lo que sea que habían hecho en el día.

Sus pensamientos giraban en torno a ello, cuando una de las maestras lo llamó para avisarle. Alguien lo estaba esperando en dirección.

La oficina de la directora era un lugar que no había visto desde que llegó a aquella escuela. Olía a una flor que él desconocía, así como la propia directora. ¿Quién lo estaría esperando? Las esperanzas eran tan agotadoras si nunca recibías algo a cambio, y Eliot estaba ya cansado de sentir la decepción que ellas le dejaban al final. Cuál fue su sorpresa, cuando sentadas frente al escritorio, las mujeres del día anterior lo veían con una sonrisa.

¿Cuál sería la expresión de su rostro? La más alta le pidió a la directora "privacidad" y ella se marchó cerrando la puerta, empujando fuera también a un escandaloso niño que apenas iba entrando a la dirección. Al estar los tres solos en esa habitación, Eliot sentía demasiadas cosas revoloteando en su pecho mientras la otra mujer lo tomaba de la mano para sentarlo entre las dos.

-Eres tan parecido a Phillip – La voz de ella sonaba triste. Eliot creyó que por primera vez la muerte de su papá era algo que a alguien más le afectó a parte de él. Se dejó acariciar la cara, susurrando un: - Y ustedes huelen a él...

Ambas se vieron entre sí cuando el niño las abrazó rompiendo en llanto. Miriam, la más baja, acarició suavemente su espalda. – Ese maldito omega, ¿te tiene en esta... escuela?

-Ni siquiera metió a ese otro... vástago aquí, y tiene el cinismo de decir que no tiene dinero. – Eliot se limitó a sorberse la nariz aún pegado al vestido de una de ellas, en realidad... no era tan malo estar en esa escuela. Todos eran amables, sólo eran diferentes a su colegio. Y según lo que Erick decía, tampoco había mucha diferencia entre esa escuela y a la que su hermano iba. Más no dijo nada, sin saber cómo reaccionar o qué sentir ante los comentarios.

En tanto sintió que la mujer le levantaba la cara para limpiarlo se dejó hacer. – Pequeño, no estás solo, ¿entiendes?

-Tu papá te amaba mucho – Añadía la otra. – Y nosotras estamos para lo que necesites...

Cuando Dorian llegó a la escuela no cabía en sí de la cólera. Le repitió una y mil veces a la directora y al personal que si volvían a ir esas arpías a buscar a su hijo lo llamaran a él. Respiró hondo. De cualquier forma ya era tarde, ellas se habían ido.

Entró a la dirección frotándose el puente de la nariz. Debió haberlo visto venir, esa endemoniada familia no iba a dejarlo tranquilo nunca. ¿Cómo no se le había ocurrido que los seguirían? ¿O que los investigarían de alguna manera?

Eliot había escuchado desde adentro los gritos de su mamá y las disculpas de los maestros. Bajó la cabeza, limitándose a esperar lo que fuera que pasaría después. Y de todas formas, no pudo evitar estremecerse al escuchar la puerta abrirse y ver al mayor ingresar. -Ve por tu mochila, ya nos vamos. – Fue lo único que le dijo.

La vista desde la ventana del auto de pronto se sentía tan deprimente. El camino como siempre en silencio, hasta que, sin ver al adulto, preguntó - ¿Cómo supiste?

Su mamá rio con amargura, interpretando ese tono como fastidio. – La directora me avisó que unas señoras estaban hablando contigo a solas – Explicó. – Que sea la última vez que pasa, Eliot. Si esas mujeres te buscan no puedes darles el gusto de...

- ¿Por qué no? – Le interrumpió – Ellas son la familia de mi papá, ellas sí me hablan de él, ellas sí...

-¿Ellas sí qué? ¡Por supuesto que van a hablar de él porque son de su calaña! – Estalló el mayor en su lugar. Sus manos temblando de la ira sobre el volante. – Van a llevarte si las buscas, ¿quieres eso? Porque si eso pasa no te voy a ir a buscar, ¿eso te gustaría?

Siguió conduciendo luego de no recibir una respuesta, pero podía ver los hombros del pequeño alfa subiendo y bajando. Suspiró, ¿por qué era tan difícil lidiar con él? Preguntó - ¿Te dieron algo? ¿Te dijeron qué querían?

-No – Fue su respuesta, apretando en el bolsillo de su suéter la tarjeta donde ambas habían escrito sus números y sus nombres. – Sólo querían hablarme de papá.

Un segundo suspiro. Pero el adulto no dijo nada más.
¿Qué tenía de malo hablar con ellas? De pronto las palabras que habían dicho para referirse a su mamá hacían eco en su mente, viendo de reojo al mayor, quien seguía conduciendo.

Erick se sorprendió cuando su director fue a buscarlo, se sentía nervioso; mami nunca pasaba tan temprano por él sin razón. Más al ver a su gemelo con los ojos hinchados en el asiento del copiloto, supo que algo debía estar mal.

El ambiente nunca había estado así de tenso desde que su papá se había ido, era como si un solo ruido pudiera hacer las cosas estallar, y Erick quería evitarlo a toda costa. Su mami detuvo el auto frente a la casa cuando preguntó sin verlos, con voz calmada, calmada. – Erick, mi amor, ¿algún desconocido ha pasado a tu escuela a preguntarte algo?

- ¿Desconocido? – Aunque desconcertado, su pregunta salió muy cuidadosa, volteando a ver a los otros dos. Negó con la cabeza. - ¿Pasó... algo?




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