Salmos 40:1
Pacientemente esperé a Jehová
y se inclinó a mí, y oyó mi clamor
4 de noviembre de 2014.
Al día de hoy sigo viendo esas palabras de la Biblia cumplirse, y es lindo sentir a Dios contigo, aunque no lo mereces, pero él está ahí y eso es suficiente.
Aunque aún no había dado el paso de ser cristiana siempre había creído en Dios y en el hecho de que cuando tú le hablas, Él te escucha.
Nunca fui de muchos amigos en la escuela, me sentía bien sola, aunque en cierto punto quería tener amigos, pero era muy tímida.
Ese día entraba al segundo año de secundaria en otra escuela totalmente diferente.
Al llegar, le pregunté al portero cuál era el proceso ya que yo era nueva en la escuela. Él me explicó y me llevó a la dirección, allá me dijeron dónde estaba mi curso y cuando llegué a este, solo había algunas 10 personas, parecía que las demás no habían llegado aún.
—Buen día —saludé al entrar y ellos respondieron, me senté en la última fila.
—¿Cómo te llamas? —me preguntó un chico de linda cabellera castaña.
—Ana Gutiérrez,¿y tú?
—Jorge Jiménez.
—Un placer, Jorge —respondí.
—Lo mismo digo, Ana. Aunque sé que eres nueva, no te preocupes, los chicos del curso son muy cool, te van a caer bien —dijo mientras se acomodaba en un asiento a mi lado.
—Eso espero.
—Ya verás que sí —aseguró.
Realmente todo el día fue así, los chicos y chicas del curso eran muy amables, algunos insoportables, otros medio locos, pero se notaba la unión que había en ese grupo y me gustaba la buena vibra que traía, en realidad era muy lindo.
—¿Qué te parecen? —me preguntó Jorge de repente.
—Tenías razón, son muy cool, y me gusta lo unidos que son.
Al salir de la escuela, como de costumbre me dirigí a mi hogar, en la entrada del mismo se encontraba una iglesia, noté algo raro y fue que afuera estaban decorando y a la vez pintando, tal parecía que harían una actividad fuera de la iglesia o quizá estaban decorando por una ocasión especial.
Elena, una chica cristiana de ese sector que yo conocía, salió de la iglesia y al verme corrió hacia mi dirección con intenciones de hablar conmigo.
—Hola, Elena, no deberías correr de esa forma —la abracé y ella respondió al abrazo.
—Es que quería hacer dramático el momento —respondió en forma de broma.
—Como todo de ti, ¿no?
—Exacto —asintió—. Por cierto, mañana hay un culto de jóvenes en la iglesia. Estás totalmente invitada.
—Está bien, trataré de venir mañana —respondí por salir del paso, luego me despedí de ella para llegar a mi casa.
Sin estar muy consciente de que el hecho de que desde que acepté cambió todo después de eso.