Salmos 37:14
Aunque caiga no quedará postrado,
porque el Señor lo lleva de la mano.
2 de diciembre de 2017.
—Me alegra ver lo feliz que estás con él —dijo Josefina al pasarme una taza de café.
—Gracias. Creo que aun a pesar de ser feliz y todo eso, él me ha ayudado a quererme más y a apreciar mi presente, eso que tengo ahora conmigo.
—En serio estás enamorada.
—Si no me lo dices no me doy cuenta —contesté riendo.
Su cara rebosaba una felicidad real, Josef había sido siempre una gran amiga para mí, aunque a veces no habláramos mucho, ella siempre estaba y eso para mí era mucho.
—A él también se le nota que te ama —dijo con mucha serenidad—. En serio, estoy feliz por ti —me dio un abrazo cálido al cual respondí con la misma intensidad.
—Gracias por estar...
—Siempre aquí.
En ese momento noté que mi celular vibraba con mucha fuerza, al parecer me estaban llamando, me pregunté quién sería.
Al tomarlo vi que era Ramón.
—Hola, precioso, ¿qué tal? —lo saludé, pero él no respondió, su respiración se escuchaba agitada, así que puse el celular en el altavoz—. Ramón, ¿qué pasa? ¿Dónde estás? ¿Qué tienes? —pregunté preocupada y se escuchó que alguien tomó el celular.
—Hola, Ana, es Erick —Erick era su mejor amigo, pero no entendía por qué él había tomado la llamada.
—Hola, Erick, ¿qué está pasando?
—Ramón está en el hospital —respondió—. Siente que no puede respirar, su garganta está muy cerrada, y muy hinchada por lo que puedo ver.
—Dios mío, ya voy para allá, te llamo cuando llegue, ¿bien?
—Bien, cuídate, ¿sí?
Colgué y Josefina se ofreció a llevarme al hospital.
Llegamos rápido ya que este quedaba a menos de 20 minutos. Al estacionarnos Josefina me preguntó:
—A él le solían dar antes dolores de garganta, ¿cierto?
Asentí.
—Más en épocas cambiantes de clima como estás, sin embargo, siempre se los calma, ya sea con gárgaras de agua tibia o bebiendo alguna pastilla —respondí—. Estoy muy preocupada.
—Tranquila, sé que de seguro él estará bien —me pasó su mano por el hombro.
Llamé a Erick y me dijo en qué habitación estaban. Al llegar a la habitación vi a Ramón acostado en una camilla, saludé a Erick y noté cómo una doctora le estaba haciendo algunas pruebas con hisopo estéril por la parte superior de la garganta.
—Hola, doctora —la saludé con una mano—. Soy la novia de Ramón, ¿puedo preguntar qué le están haciendo?
—Ahora, una prueba para obtener una muestra de secreciones y poder enviarla a un laboratorio para su análisis. Se la haremos dos veces para asegurarnos de que no sea nada grave — respondió.
Cuando ella terminó salió de la habitación y yo me acerqué a Ramón para saludarlo.
—¿Cómo te sientes? —pregunté y acaricié su mano derecha.
—Él no puede hablar —respondió Erick, él notó la confusión en mi rostro—. Lo anestesiaron para que el dolor le calmara un poco, por eso él se ve tan bobo.
Ramón sonrió.
—Todo estará bien —le dije, él solo asintió con cautela.
Al pasar los minutos me hizo una seña como de que quería su teléfono, Erick me lo pasó y yo se lo entregué. Se veía que buscaba su aplicación de notas, así que al encontrarla comenzó a escribir para luego mostrarme: —No creo estar bien, pero gracias por estar aquí. ¿Llamaron a mamá María?
Le pregunté a Erick y me respondió que no, no lo había pensado, así que salió a ello.
—Espero que en serio mejores, Ramón —dijo Josefina.
—¿Ya tienes que irte? —le pregunté.
—Sí, sabes que tengo que trabajar.
—Está bien, gracias por estar aquí.
—Me dejas saber cualquier cosa que pase. Te quiero.
—Yo también —respondí y ella salió de la habitación.
Me quedé sola con él y lo miraba tratando de parecer tranquila, pero por dentro sentía muchas cosas, en mi subconsciente en esos instantes le estaba pidiendo a Dios que no fuera nada grave y que con medicamentos se pudiera resolver.
Entonces llegó María junto con Erick, ambos se sentaron y luego Erick comenzó a explicar cómo lo encontró:
—Fui a su oficina de trabajo, como es costumbre, para saludarlo y comenzamos a hablar por unos minutos, cuando de repente me di cuenta de que él estaba hablando con voz forzada, como si no pudiera hacerlo. Me preocupé y comencé a preguntarle qué sentía y me dijo que tenía la garganta muy cerrada, le empezó a faltar la respiración así que lo traje al hospital, acá lo atendieron de emergencia y lo anestesiaron dos veces porque el dolor que percibía en su garganta estaba aumentando. Y aquí estamos.
—Gracias por traerlo, Erick —María le tiró un beso —. Y, Ana, gracias por venir —me abrazó con mucha fuerza.
—¿Hay aquí algún familiar de Ramón López? —entró un enfermero a la habitación.
María salió a hablar con el enfermero y luego nos llamó a Erick y a mí para que también escucháramos.
—El dolor de garganta de su sobrino es causado por una infección viral en su garganta, al no tratarse con anterioridad esta hizo acto de presencia —suspiré y al ver la cara de Erick y de la madre de Ramón me sentí más preocupada de lo que estaba —. Creemos que puede tener cáncer en la garganta. Así que le haremos otra prueba para confirmar y le haremos unas preguntas a él también para confirmar si a lo largo de su vida él ha presentado algunos de esos síntomas — entró a la habitación.
—No lo puedo creer —María comenzó a pasarse la mano por el rostro, se estaba poniendo pálida y sus manos estaban temblando.
Dios, Ramón no se merece esto.
—Vamos a respirar juntas, María —inhaló y exhaló conmigo varias veces hasta que se sintió más tranquila.
Sé que Dios permitió esto por un propósito, debo confiar en que todo estará bien, en qué él estará bien.