Depresión.
18 de enero de 2018.
Ramón.
Con manos temblorosas, saqué mi cámara y la subí. El suave zumbido del dispositivo llenó la habitación mientras la luz roja parpadeaba, indicando que la grabación estaba en curso.
Mis ojos en el reflejo de la camara reflejaban la determinación y el anhelo en mi mirada, como si comprendiera la importancia de lo que estaba a punto de hacer. La cámara se había convertido en mi mejor confidente, en la cual depositaria de mis pensamientos y sentimientos más profundos, un registro de mi lucha contra el cáncer y la depresión que estos días amenazaba con consumirme.
Click.
La enfermedad del cáncer puede ser buena o mala dependiendo de tu fuerza de voluntad, porque sí te está comiendo los órganos de tu cuerpo y hasta se puede expandir en el mismo, pero depende de nosotros que se expanda en nuestra mente y nos afecte hasta el punto de que nos sintamos con la palabra con D.
No me gusta mucho mencionar esta palabra ya que su fuerza es demasiado grande, te cambia de la noche a la mañana, un día puedes tener una gran sonrisa, pero otro día simplemente esa sonrisa se va y no sabes por qué, hasta que lo notas.
Creo que la palabra con D la comencé a sentir después de que supe que tenía cáncer en la garganta.
Sentía en mí la depresión como la narra Gilraen "como esos virus que se adquieren en un momento y muestran síntomas semanas después".
Semanas después me di cuenta de lo mal que estaba, me di cuenta de lo difícil que me resultaba levantarme de la cama, no por los síntomas del cáncer, simplemente me estaba hundiendo en la palabra con D.
Hace unas semanas fuimos a buscar unos resultados de unos exámenes y decía que en mi garganta había un tumor que estaba afectando mi vía respiratoria y a la vez el habla. Y que veían que, gracias a las células mutantes, estaba creciendo, me dijeron que la operación es algo peligrosa por el lugar en el que está situado, que tanto como puedo salir bien hay una alta posibilidad de que pueda quedar sin habla por un tiempo o de manera permanente, no sé.
Después de ese día veo cómo Ana lucha por sacarme una sonrisa, veo en sus ojos el deseo de ver en mí un bosquejo de lo que era yo. Pero no puedo, no puedo sonreír sabiendo lo mal que estoy, dudando y hasta pensando en cuánto me queda de vida, si podré ver a Ana conmigo visitando el Empire State, yendo a conciertos, disfrutando, siendo feliz con ella.
Tengo dudas, dudas de mí, de Dios, de la vida y de todo. ¿Por qué me está pasando esto?
¿Es verdad que Dios tiene un propósito, seré realmente un milagro de amor, podré vivir mi vida o el cáncer me va a consumir como lo ha hecho con otras personas?
Dudo de todo eso y más, y sé que Ana quiere que le explique qué sucede, qué me duele, qué me preocupa, así sea la cosa más pequeña lo que me deprime, sé que ella haría todo lo posible por hacer que se resuelva como si no hubiera otra cosa más importante.
Porque así es ella,
ella es luz,
ella es la que baila descalza ante los problemas,
ella sabe quién es.
Yo no sé quién soy, no sabía siquiera por qué me estaba sintiendo de esa manera, no lo entendía y no me gustaba, no me gustaba no entender qué sucedía dentro de mí, en ese espacio que los médicos ya no tocan.
Así que investigué en uno de mis libros favoritos de la tierra: La Biblia. Y me di cuenta de que muchas personas también tuvieron depresión, sí, lo dije.
Uno de mis profetas favoritos de la Biblia es Elías, él estaba tan desesperado por lo que le estaba pasando en su momento que le pidió a Dios que le quitara la vida.
Job cuando estaba enfermo también lo considero y Ana, Ana me recuerda mucho a mi sol, ella se sentía muy triste y angustiada, pero nunca dejó de buscar a Dios.
Cuando leía la historia de estos 3 personajes sentí la visitación del Espíritu Santo en ese momento, y lo completó un mensaje que me mandó Ana ese mismo día, el cual decía así:
"Recuerda que siempre estaré acá para ti, pero no te olvides de Dios,
él te ama, te ama muchísimo, si lo buscas y le hablas él te va a escuchar, te prometo que así será.
Y te sentirás mejor, porque cuando le hables de aquello que sientes él quitará esa carga de ti. Solo quería recordártelo, te amo."
Sus palabras me dieron ese empujón que necesitaba para motivarme a ello y lo hice, cuando hablé con Él antes de dormir, le conté lo que me pasaba y le di gracias por escucharme ese día.
Me acosté y al levantarme al otro día me sentí diferente, tenía ganas de salir de la cama, de salir a la sala a comer con mis hermanas, a ver TV y eso hice.
Al final del día aprendí la lección.
Puedes sentirte triste, angustiado, puedes dudar, puedes tener depresión, pero todo eso puede ser más ligero de llevar si dejas que las personas que te importan entren y te ayuden en el proceso por el que estés pasando, sobre todo si dejas entrar a Dios.
Eso sin duda lo cambia todo.
Con un suspiro de alivio y gratitud, detuvé la grabación y apagué la cámara. Sabía que este testimonio grabado sería un legado de mi lucha, un faro de esperanza para quienes se enfrentaran a desafíos similares en el futuro. Inconscientemente había encontrado consuelo en el acto de grabar mis sentimientos y pensamientos, sabiendo que, de alguna manera, serían recuerdos y el legado para mi familia, y para Ana, si yo no llegaba a estar allí.