4 de noviembre de 2018.
Era mi cumpleaños.
Me sentía agradecida por poder ver un año más de vida, aunque esos años no habían sido los mejores, pero no me podía quejar de lo bueno que había sido Dios conmigo a pesar de todo.
Por suerte mi cumpleaños cayó un fin de semana, así que no tenía clases.
Me levanté y lo único que salió por mi boca fue: Gracias Dios.
Comencé a ducharme mientras escuchaba Shape of you de Ed Sheeran. Cuando terminé me comencé a definir un poco el pelo. Mi pelo siempre había sido rizado, pero había mañanas en las que parecía que no lo era. Yo tenía culpa de eso porque a veces no lo cuidaba como se debía, pude hacer que mi cabello se viera lindo aún así, así que ese fue un buen inicio del día.
Busqué una t-shirt manga corta blanca lisa y un vestido de tirantes de jean que quería ponerme hoy.
Salí de la habitación y mi hermanita estaba justo afuera.
—¡Feliz cumpleaños! —me abrazó rápidamente. Siempre los cumpleaños en mi familia eran importantes, la intención era hacernos sentir amados y queridos entre nosotros.
—Gracias, princesita —respondí mientras le daba un beso en la frente, luego de ello me pasó una bolsa de regalo—. ¿Qué es esto?
—Solo ábrelo —ordenó Dafne y saqué la decoración que traía dentro la bolsa de regalo. Al fondo de esta había una pequeña caja, la saqué, dejé la bolsa en el suelo y me concentré en la caja. Al abrirla vi que tenía un anillo.
—Wow —sonreí—. Gracias, Daf, en serio —mi voz se quebrantaba. El anillo tenía el diseño en el centro de una hoja, pero las hojas de los emojis del celular.
Daf sabe que escribo y siempre me identifico con ese símbolo. Ver que lo haya tomado en cuenta para mí es hermoso.
Me puse el anillo y luego bajamos a la sala. Ahí estaban mis padres, preparando la comida, cuando me vieron se lanzaron hacia mí para felicitarme.
—¿Qué es lo que están preparando? —hice un sonidito de ratón, ellos rieron—. Eso huele muy rico.
—Lo sabrás en la noche —respondió mi papá y sin más me sacó de la cocina.
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El día completo lo pasé con mi familia, fuimos a comprar helados, fui a la casa de una de mis amigas de la escuela, las personas de la iglesia me felicitaron, todos menos Ramón.
No lo había visto en todo el día, incluso fui a su casa y me dijeron que había salido desde temprano, que no habían sabido mucho de él y me preocupaba, era raro que saliera así sin decir nada, sin poner un mensaje. Si no aparece en la noche iré a las casas de sus amigos o no sé, pero él no es así.
Y en ese momento —por cosas del destino, o no sé—, sentí mi celular vibrar y... sí, era él.
Hola, Princesa. Feliz cumpleaños, te amo con todo mi ser.
Perdón que he estado ausente hoy, en la noche cuando vaya a tu casa sabrás el porqué.
Solo miré la barra de notificaciones, ni siquiera entré a responderle, no era justo que se desapareciera así cuando yo estaba tan preocupada sin saber nada de él.
Para no pensar mucho en lo enojada que me sentía decidí ir a casa, quería ver una película que había rentado especialmente para ese día.
Todos esos planes cambiaron porque cuando llegué, Ramón estaba sentado afuera esperando, entré en su campo de visión y él se levantó de manera rápida con un ramo de Tulipanes.
Nunca le había dicho que mis flores favoritas eran esas, porque me traían un mal recuerdo de mi padre biológico. ¿Por qué las compró?
—¡Hola, Princesa! —me abrazó fuertemente, estaba muy animado, respondí del mismo modo al abrazo y él buscó mi rostro para tomarlo entre sus manos—. Feliz —me besó en la frente —. Cumpleaños —me besó la nariz. Alguien explíqueme cómo él puede ser tan tierno—. A ti — siguió en la mejilla izquierda—. Te amo a ti —luego en la derecha—. Solo a ti —terminó en mis labios, fue un beso raramente apasionado pero se sintió muy tierno.
Él siempre me hacía sentir así, cuando mis labios se conectaban con los suyos solo éramos nosotros en ese momento, tan lindo, tan especial, solo nosotros.
—Yo también te amo —lo miré directamente, él sonrió y luego se alejó para pasarme los tulipanes.
—Perdón por no haber venido antes —me invitó a sentarme y eso hice—. Estuve todo el día buscando estas flores, tuve que salir de la ciudad para poder encontrarlas —su voz sonaba algo ronca y cansada.
—No tenías que hacerlo, en serio —miré el ramo de tulipanes—. Gracias, precioso, estas flores son hermosas.
Entramos a la casa y él se sentó en el sofá.
—Ramón. ¿Cómo sabías que esas eran mis flores favoritas? —cuando hice esa pregunta vi cómo tragó seco—. Es que, eso solo lo sabía mi papá biológico y mi mamá.
—Tu mamá me dijo —soltó rápidamente.
—Ah. ¿Quieres ver una película?
—No, me gustaría que pasáramos primero a la casa de los pastores.
—¿A qué?
—Allá los jóvenes quieren regalarte algo.
—Está bien —suspiré, y le pedí que saliera para poder cerrar la puerta ya que mi familia estaba donde mi abuela.
Al llegar, tocamos la puerta, pero la misma estaba medio abierta, y al entrar todo se veía muy oscuro.
—¡Hola! ¿Hay alguien? —no sabría decir por qué la oscuridad me da tanto miedo, así que decidí prender las luces.
—¡Felicidades! —escuché al unísono en cuanto las bombillas iluminaron la casa.
Los miembros de la iglesia, los jóvenes, los pastores, mis amigos, mi familia, todos estaban ahí.
Intenté procesar todo de manera rápida y me fijé en cómo decoraron todo. Había una mesa con un bizcocho y sobre ella había también muchos platos de comida, además, tenía como decoración fotos mías con mi familia, mis amigos y los miembros de la iglesia.
Comencé a abrazar a todos dándoles las gracias. Fue muy lindo lo que hicieron por mí, no podría estar más feliz.