Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia
para recibir misericordia
y hallar la gracia que nos ayude
en el momento que más la necesitemos.
Hebreos 4:16
26 de enero de 2019.
Ramón.
Encendí la cámara y la coloqué frente a mí. El suave zumbido del dispositivo llenó la habitación mientras la luz roja parpadeaba, indicando que la grabación estaba en curso.
Click
Hoy me levanté muy pensativo, meditando en lo que está a punto de pasar en los próximos días, en cómo en unos días van a sacar de mi organismo este tumor que me ha cambiado la vida. Me pregunto si la vida será mejor después de eso, si al sacar el tumor ya no tendré cáncer y volveré a ser un chico normal.
Estos dos últimos meses he sentido los efectos de la quimioterapia más fuerte en mi cuerpo. Dos semanas después del cumpleaños de mi sol, la quimioterapia había provocado que no tuviera fuerzas para caminar, que perdiera el apetito, que se me cayera el pelo. Tuve que detenerla por algunas semanas, porque estaba teniendo efectos muy negativos en mí, efectos que afectaban mi ánimo, mi organismo, mi ser, todo en mí.
En nochevieja mi corazón se estremeció al ver cómo la vida de las personas a mi alrededor, de mis amigos, de mi familia, ha cambiado a causa de esto, cómo una enfermedad ha transformado todo en cuestión de segundos.
Los miembros de la iglesia decidieron hacer el culto en la mañana a causa de mi cáncer, porque sabían que en la noche yo no iba a poder estar. Mis seres queridos, al saber que en la noche mi cuerpo no se iba a sentir con ganas de ni siquiera salir a la terraza, decidieron que íbamos a esperar todos el nuevo año en casa de Ana.
Estos días he pensado en muchas cosas, he imaginado muchos escenarios alternos en los cuales estoy y en los cuales no. No sé con certeza qué va a pasar, pero algo sí tengo claro: me siento feliz.
Feliz por todo lo que tengo ahora, por mi familia, por mis amigos, por mi novia. Estoy feliz y le agradezco a Dios estar hoy aquí.
Me siento feliz y le agradezco a Dios todo lo que ha permitido, desde esos días oscuros donde nada tenía sentido, hasta los días en los cuales me demostraba su infinito amor conmigo a través de las personas que quiero.
Le agradezco a Dios por no dejarme solo en ningún momento, por hacerme entender que su voluntad es mejor que la mía y que todo obra para bien.
Esta mañana al despertar leí en Hebreos sobre la misericordia de Dios y cómo esta nos ayuda en el momento que más la necesitemos, solo si nos acercamos a él.
Esta mañana al leer este versículo me hizo recordar a Ana, como ella ha sido ese motor en estos meses para no dejar de acercarme a Dios, para no dejar de buscarle, para no dejar de adorarle no importando lo oscuro que todo se pueda ver.
No importa lo oscuro que todo se pueda ver si nos acercamos al trono de la gracia podremos recibir misericordia de aquel que nos ama con amor infinito, de ese Dios que nos ama completamente.
Con una sonrisa de gratitud detuve la grabación y apagué la cámara. Algo en mí sentía que esta no sería la segunda ni la última grabación que haría, algo en mí sentía que la próxima vez que encienda esta cámara yo pueda dar buenas noticias. En mi corazón ya sentía que eso iba a pasar, solo me quedaba esperar y ver cómo Dios iba a obrar.
Pero antes de guardar la cámara y salir de mi habitación, quise hacer algo más. Quise dedicarle unas palabras a esa persona especial que ha estado conmigo desde el principio, esa persona que me ha dado fuerzas para seguir adelante, esa persona que es mi sol.
Así que volví a encender la cámara y miré fijamente al lente. Quería decirle lo mucho que la amaba y lo mucho que significaba para mí.
Click
Hola Ana. Sé que quizás no esperabas este mensaje, pero quería aprovechar esta oportunidad para decirte algo que llevo en el corazón desde hace mucho tiempo.
Ana, tú eres la mejor cosa que me ha pasado en la vida. Desde que te conocí, todo cambió para bien. Tú me has enseñado a ver el lado positivo de las cosas, a confiar en Dios, a amar sin miedo.
Tú me has hecho reír cuando solo quería llorar, me has abrazado cuando solo quería huir, me has besado cuando solo quería morir.
Tú eres mi ángel, mi luz, mi sol.
Ana, quiero que sepas que te amo con todo mi ser. Te amo más que a nada en este mundo. Te amo más que a mi propia vida.
Ana, tú eres mi todo.
Gracias por dar tanto, a alguien que en estos meses ha dado muy poco, te prometo que te voy a recompensar todo lo que has hecho, te prometo que voy a recompensar todo esto.
Ana, no te preocupes por mí. Yo estoy bien. Yo estoy tranquilo. Yo estoy seguro de que Dios tiene un plan para mí y para ti.
Y yo estoy seguro de que pronto nos volveremos a ver y podremos estar juntos como siempre.
Así que no llores por mí. Sonríe por mí. Sonríe porque sabes que te quiero.
Sonríe porque eres hermosa cuando sonríes.
Te amo Ana. Te amo con todo mi corazón.
Y te lo digo una vez más: Gracias por ser mi sol.
Con lágrimas en los ojos y una sonrisa en los labios, apagué la cámara y la guardé en mi mochila. Luego salí de mi habitación y me dirigí al hospital donde Ana me estaba esperando, donde me esperaban los días más importantes de mi vida.
El día en el que iba a vencer al cáncer.