Era sin dudas la tercera vez que la voz de Lana del Rey entonaba el estribillo de Dark Paradise; Braam se incorporó de golpe, con la frente perlada de sudor. Dejó que sus pies sintieran el suelo frío y movió los dedos, tenía una extraña sensación que le apretaba el pecho. Una molestia hizo que se llevara las manos a la cara, descubriendo que sus lágrimas se deslizaban por sus sonrosadas mejillas.
«Fue un sueño raro, sí, eso fue»
Dejó escapar un suspiro que más bien parecía un tembloroso quejido que se escapara de sus labios, su cuerpo estaba débil. Se apoyó en el escritorio y dejó vagar sus pensamientos por un buen rato, y es que justamente hoy sería su graduación de tercer año de preparatoria; lo siguiente sería ingresar a la universidad, o en cualquier caso buscar un buen trabajo, sin embargo, todo esto le parecía un deja vú que le producía mal sabor de boca.
La alarma volvió a sonar sacándolo de su ensimismamiento, entonces Braam se dirigió a cepillarse los dientes y notó con recelo sus propias ojeras y cabello rebelde, y solo está vez no intentó aplastarlo contra su frente con las manos húmedas después de enjuagarse la cara. Tomó una ducha rápida y se puso el uniforme, vaciló antes de tomar su yogurt y se reprendió mentalmente. Era solo un yogurt, uno que tomaba todas las mañanas, no había nada de que preocuparse en ello.
«Voy saliendo»
Esta vez no reparó en los vestigios de brisa fría, ni en como todo su entorno carecía de color y ánimo a esas horas de la mañana, incluso más que en el hecho evidente de que iba unos minutos retrasado, su pensamiento estaba buceando en las profundas aguas de aquel... sueño. Eso era, solo eso, habría estado tan nervioso que soñó un futuro idílico, o más que idílico, trágico. Se le secó la boca al pensar en el final.
A un par de cuadras divisó la inconfundible silueta deportiva de Gregor, saludando con énfasis.
—El jugador estrella se retrasó viendo que todo estuviera perfecto, es completamente comprensible— Gregor lo saludó como de costumbre, empujando hacia abajo su cuello para despeinarlo. Braam se limitó a una sonrisa ladeada.
—¿Que te parece un pequeño partido amistoso? — Erick trotó a su lado cuando Braam se arreglaba el uniforme.— Unos chicos menores nos han desafiado.
—Esta bien, los veré en Green Park para los entrenamientos— respondió de forma casual, ignorando a propósito el hecho de saber el hilo que seguirá la conversación. Solo se preocupó por disfrutar el momento.
—¿Green Park? No lo sé estrella, nadie a hecho nada ahí desde que lo destruyeron para hacer una zona de aparcamientos. Es una pena que arruinaran un muy buen lugar para solo abandonar el proyecto. De todas formas, sería todo un problema improvisar una cancha ahí— Gregor se alborotó el cabello rubio como si esto ventilara los acontecimientos empolvados en su cabeza, las hebras parecían de oro ante el resplandor del sol.
—Mejor seguimos entrenando en el gimnasio, es cierto que sería bueno que esos chicos no nos vieran jugar, pero toda la escuela lo ha hecho durante los torneos así que está bien.— Erick rió como si Braam hubiera hecho la propuesta más inteligente y peor planteada que hubiera oído en su vida.
«Green Park destruído»
Aquello fue como un balde de agua fría, no solo era el lugar donde jugaba cada vez que podía, sino que en ese sitio había conocido a sus mejores y únicos amigos. No era para nada como en el sueño, y cuestionó la veracidad de este, relajándose en parte al recordar a la chica de suaves facciones. Se llevó instintivamente la mano a los labios y los rozó con sus dedos.
Escuchó reír a sus compañeros y pensó que este sería un día especial para ellos; Braam estaría indispuesto de solo pensar en las multitudes que lo rodearían, sin embargo, eso no formaba parte de su atestada lista de pensamientos.
—Chicos— dijo con algo de timidez— ¿Recuerdan el día que nos conocimos?
— Imposible de olvidar, estaba cayendo un torrencial y nos fuimos a hacer algunas canastas. Aún no puedo contener la risa, tú estabas muerto de ganas de unirte, pero eras incapaz de acercarte— Erick chocó su puño en el hombro de Braam a modo amistoso— Pensándolo bien no has cambiado mucho, solo te relacionas con los demás jugadores.
—Solo eso es necesario —sus palabras denotaban clara ausencia, pero de pronto, como si hubiesen encendido un interruptor dentro de su mente, todas esas imágenes se mostraron más que claras. Se sintió algo idiota, podía recordar el día que destruyeron el parque, incluso como su mano marcaba en el aire el rebote de la pelota el día que los conoció. Todo era muy extraño y familiar a la vez.
Una vez en el salón dejó caer su cabeza sobre el escritorio. Era tedioso y molesto, pero se sentía alegre de que eso no cambiara, o tal vez estaba cambiando él, a esas alturas ya no estaba seguro de nada. Pensó en escabullirse, nadie lo notaría, ese no era su lugar, e instintivamente se reflejó en sus ojos el gimnasio, como si de tanto escuchar canciones de Lana del Rey su Spotify solo le recomendara dream pop.
Giró la cabeza hacia la puerta, aún apoyada completamente en el escritorio, y sus pupilas se contrajeron de golpe. Se levantó en un brinco para admirar las puntas de un cabello que ya había pasado de largo. Se golpeó las mejillas suavemente incapaz de creer lo que sus ojos le mostraban. Por alguna razón conocía a esa chica, o más bien sabía de ella poco más que lo comentado en los pasillos, sin embargo, lo que le llamaba la atención era, sin duda, su espectacular parecido a la joven con la que había compartido todo el espacio que el sueño había durado.
Su primera reacción terminó en una arrancada en falso, a pocos pasos de la entrada de su salón, solo no podía detenerla y ya, pero la perdía si se quedaba ahí.
«No puedes ir y decirle: soñé que nos hacíamos novios, pero al final terminas muriendo»
Era impensable, pero hubo otra cosa que destelló en la línea que lo separaba de ella: simplemente era todo lo que él odiaba en una chica.