Princesa, mi reina, te doy mi corazón.
Respira, no lo vayas a dañar.
Imagina como lo vas a cuidar y
No le niegues tu presencia porque
Como un esclavo a tus pies
Estará hasta que te decidas a
Sellar su destino y ruego, que
Amarlo sea el final.
De corazón te escribo
Este poema, que
Mil años sobrevivirá hasta que
Inmortalmente, mis sueños, te haga llegar.
Como una historia más quedará, pero
Oye, mi amor. Nunca será la
Realidad. La reina que
Amé en mi vida mortal donde cual
Zorro, animal, un simple plebeyo mortal,
Observe su libertad y egoístamente anhele que
Nunca se casará con alguien más…
Un cruel ensueño, mi triste alma
La del pobre esclavo mortal.