Prefacio.
8 de octubre del Xk.
Playa la bahía de cristal, Vladivostok, Rusia.
Las dos personas frente a mí estaban tomadas de la mano, mirándose el uno al otro amorosamente. Parecía que nada ni nadie podía sacarlos de su mundo.
Y entonces, la futura señora habló.
—Yo, Esterlaine, te quiero a ti, Sendein, como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.
Paso el único anillo que quedaba por el dedo anular del novio.
Todos los de alrededor empezaron a aplaudir, felices por la nueva unión.
7 de enero del Xm.
Sidney, Australia. Casa principal, primera puerta.
—¡Señor, señor! ¿Es verdad que su familia está en quiebra?
—¿Es verdad que desheredaron a todos?
—¿Qué será de su futuro?
Nuestro padre nos tenía a cada uno de sujetado de la mano, apretando un poco más fuerte por cada paso que daba. Miré a mi hermano, un poco asustada por la gente que estaba a nuestro alrededor. Él solo me sonrió.
En un momento, a unos pasos de nuestro auto, padre se detuvo, y con él nosotros. Ambos dirigimos la mirada a él. Estaba sonriendo.
—Señores, señores. — comenzó, haciendo que todos alrededor se quedaran callados. — Aquí no sucede nada…
—¿Cuál es el nombre de sus hijos, señor? — preguntó uno de ellos.
Padre bajó su vista hacia nosotros, aún sonriendo.
—Son mis pequeños herederos.
Ambos sonreímos, abrazando a nuestro padre.
Teníamos que hacer nuestra parte.
6 de abril, año Xm.
Canberra, Australia. Sexta casa de la familia.
Minutos antes de partir.
Padre estaba al final de las escaleras de la entrada, con el ceño fruncido, checando que no diga nada indebido ante la prensa.
Aún nadie se podía enterar.
Moví mis dedos alrededor de la manija del auto, decidiéndome a jalar de esta por fin. Mi hermano no vendría a despedirme, no podía dejar pasar más tiempo, la prensa empezaría a inventar rumores.
Bajé la ventanilla del auto, echando una última mirada a la entrada. Él no estaba. Sonreí un momento hacia las cámaras y di la orden de avanzar al aeropuerto.
Me sacrificaría por los dos.
Básicamente, mi vida trataba de esto.
Aparentar.