Había una vez, en un planeta muy lejos de aquí llamado Crancri e, existía un pequeño reino, era una pequeña isla donde vivían todas las hadas que existían.
Tenían casas, trabajos, escuelas, bibliotecas, y un montón de cosas más; todos vivan en paz, claro que había algunas peleas, pero siempre lo podían resolver bien.
Una de las escuelas más destacadas era la escuela de los cuentos, tenían millones y millones de libros por leer y explicar a los que venían a escuchar.
Naia, una hada encantadora y despistada llegó a la sala de cuenta cuentos donde habían muchos niños dispuestos a escuchar una bonita historia, Ivet, otra hada alegre y optimista la seguía detrás.
—Mira cuantas estrellas hay—Dijo Naia mirando al cielo, era una sala con el techo descubierto.
—Pero si es de día, ¿donde ves las estrellas?
—Están ahí aunque no las veas.
—Estás fatal.
—Pues como tú.
Lena, la tercera profesora hada entro hablando, era disciplinada y paciente.
—Va Kelly, hoy si, hoy harás la prueba final—Dijo mientras entraba en la sala, se giró al ver que no estaba. —¿Kelly?
—¡Esperad!—Entró corriendo una hada apresurada. —¡Ya estoy aquí!, ¡ya estoy aquí!
Kelly era una alumna brillante en contar cuentos, pero a veces era algo vergonzosa, necesitaba un empujón para superar su timidez.
—Kelly por favor, que serás una futura hada de los cuentos, tranquilízate y respira.
—Oh vaya, tenemos visita—dijo Lena al ver a los niños sentados escuchando todo lo que pasaba.
—Vamos, que empezaras la prueba—dijo Ivet.
—Pero… ¿no podéis explicar un cuento vosotras y luego yo explico otro?—Preguntó con algo de timidez.
—De acuerdo, yo explicare uno, pero después tu explicarás otro para tu prueba final ¿entendido?—dijo Naia.
—Vale, vale…
Naia siguió de pie mientras que las demás se sentaron junto a los niños.
—Muy bien, ¿queréis escuchar un cuento?
—¡Sí!—Gritaron los niños.
—¿Cual queréis escuchar?
—Yo quiero la princesa y la guerrera—dijo una niña.
—Pues yo prefiero la manzana rosa—dijo un niño.
—¿Tenéis el de la ciudad perdida?—preguntó otro niño.
—Ese creo que lo tenemos por aquí—dijo Naia mientras volaba para cogerlo en una de las estanterías de detrás. —Aquí está, la ciudad perdida ¿os explico este?
Los niños lo aceptaron encantados y Naia empezó a explicar ese cuento, quedaron maravillados.
—Ha sido muy guay—dijo Kelly aplaudiendo.
—Ahora te toca a ti Kelly, y ahora sin excusas—Lena exigió hacer la prueba para que pueda ser un hada de los cuentos al fin.
—Está bien, vamos a ver, ¿ahora qué libro queréis escuchar?—preguntó. Los niños pensaban entre ellos.
—¡Ostras! ¡La sopa!—Naia se había dejado la sopa en la cocina.
—Mira que eres despistada, ahora venimos eh, vigila los libros que son muy importantes, y sobre todo no pierdas este.
Ivet señaló un libro grande y gordo antes de irse con las otras dos fuera de la escuela.
—Me han dejado sola, y dicen que no los pierda, y sobre todo este—señaló. —No me conocen… vamos a ver, como parece que no sabéis que cuento queréis escuchar, ¿qué tal si cojo uno de este gran libro? ¿Qué os parece?—Los niños parecían contentos con la idea. —Veamos—dijo mientras pasaba las páginas del gran libro de los cuentos. —Este parece estar bien. El fuego de una estrella.
Kelly empezó a explicar uno de los muchos cuentos que había dentro de este gran libro viejo y pesado. Cuando las demás hadas volvían a la escuela.
—No me digas que has dejado a Kelly sola en la sala de la biblioteca—dijo Naia.
—Si…—contestó Ivet.
—¿La has dejado sola con lo descuidada que es?—dijo Lena.
—Ya, pero es que no tenía otra opción.
Cuando volvieron a la sala Kelly no estaba presente, solo estaban los niños mirándolas como entraban.
—Espera, ¡no está!, ¡no está!—dijo Naia. —Ha desaparecido Kelly y el gran libro, ¿me explicas que hacemos ahora?
—¿Y si les preguntamos a ellos? ¿Habéis visto al hada que estaba aquí con vosotros?—preguntó Ivet.
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Editado: 26.02.2020