Ese beso en Paris

12|| Donas

CHASE

—Abuela ya te he dicho que no fue nada, fue un simple golpe—ruedo mis ojos y me alejó lo suficiente de ella para que deje de presionar una bolsa con hielo sobre mi ojo hinchado.

—Elizabeth y su nieta estuvieron allí, —indica mi abuela sosteniendo una cuchara en su mano—me dijeron que ese chico fue quien comenzó todo, que comenzó a gritarte y recriminarte algo que al parecer nadie logró saber que era.—aún enojada por la falta de información que le he dado sigue revolviendo enérgicamente la pobre salsa qué hay en la olla.

Es un pueblo pequeño, por lo tanto los rumores no tardaron en aparecer.
Hay quienes dicen que mi pelea fue por un problema de drogas, ya que hacía dos noches atrás había estado "merodeando" por las calles más alejadas del pueblo.

A veces el motivo por el cual voy "merodeando" no es por lo que la gente cree, a veces salgo a caminar o correr sin rumbo alguno para despejar mi mente, suelo hacerlo por la noche porque es cuando siento que no tengo a nadie a mi alrededor pudiendo observarme y juzgarme por lo que hago y no hago.
La noche debería considerarse una de las siete maravillas de mundo. Esa noche, el cielo estaba completamente despejado y pintado de millones de estrellas que iluminaban hasta los sitios más oscuros y recónditos de las desoladas calles. Quien diría que esos pequeños y diminutos puntos blancos  —teniendo en cuenta la distancia que hay entre ellas y la tierra firme—desde una enorme distancia podrían iluminar de tal manera.
Recuerdo haber caminando y corrido por horas, he llegado incluso al límite del pueblo. Estaba tan ensimismando en la música de mis auriculares y en el sonido de mis pensamientos que olvidé por completo que eran las tres de la madrugada cuando llegué a casa.

La otra versión de la pelea fue que lastimé a la chica que estaba junto a quien me golpeó –es decir, su novia– y el chico vino a defenderla de mis actos violentos. ¿Como supusieron eso? No lo sé, la gente tiene un don para imaginar cosas donde no las hay. La gente tiene un don para entrometerse en la vida de los demás.

—Abuela, si confías en mi, no creas en absolutamente nada de todo lo que te han dicho

—No lo he hecho, tan solo quiero que tú me lo digas, que por una vez en tu vida no guardes todos tus problemas para ti mismo, que los compartas conmigo como solías hacerlo antes.

—Te quiero abuela—le doy un beso en su frente y luego otro en su mejilla.—esta noche iré a una fiesta en la playa, no me esperes para cenar—corto un trozo de pan y lo introduzco en la salsa

—Yo también te quiero—dice ella sin continuar la conversación anterior. Sería una pérdida de tiempo.

Me dirijo a mi habitación en busca de mi celular, una camiseta limpia ya que esta le he manchado de salsa y emprendo mi camino hacia recepción donde Alex y Caleb me están esperando.

Es imposible atravesar el pasillo sin dirigir mi mirada hacia la puerta de Wendy, es como si decidiera salir de allí Justo cuando yo no estoy trabajando, desde hace dos días que no se nada sobre ella, desde lo del día de la pelea más precisamente.

—No lo sé, creo que hoy será una noche tranquila—Alex y Caleb me observan con los ojos bien abiertos sin poder creer lo que acabo de decir.

Ambos me estaban esperando en recepción para ir hacia el entrenamiento en la playa, como es de costumbre todos los años aquí en la ciudad el primer viernes de vacaciones se realiza la fiesta más grande del año en el muelle. Y como es costumbre, nosotros somos los primeros en la lista para asistir.

Usualmente vamos solos hacia la fiesta, para luego irnos –o mejor dicho irme– con alguna chica que conocemos allí. Pero este año... es diferente, no estoy con Brittany, de hecho hace varios días que no se nada sobre ella, y como dato no menor la llegada de Wendy aunque no quiera admitirlo ha tenido que ver. Estaría mintiendo si dijera que no pensé en ella en cuanto Alex me sugirió ir con alguna chica, estaría mintiendo si dijera que dije que no porque tengo pensado invitar a Wendy.
Aún no les he hablado de ella, tampoco tengo pensado hacerlo ya que no ha sucedido ni creo que suceda nada entre nosotros, somos muy diferentes.

—¿Acaso he escuchado bien?—pregunta Caleb—y yo asiento con mi cabeza acomodando el bolso de gimnasio en mi hombro.—Incluso yo intentaré invitar a Liz

—Por quinta vez—Dice Alex riendo

—Te ha rechazado cinco veces, creo que ya es momento de rendirse

—Ella es muy orgullosa, cree que no me doy cuenta pero, he visto como me observa durante los partidos—Alex y yo reímos y seguimos caminando en dirección al muelle. A decir verdad no participo de la conversación junto a ellos, y tampoco lo hago cuando nos encontramos con Max en el camino y se une a la conversación y a la práctica junto a nosotros.

—Estás muy callado últimamente—Dice Alex—¿qué te sucede amigo, Otra vez estás pensando en esa chica?—Asiento con mi cabeza

—Invítala a la fiesta de esta noche—sugiere Max

—Lo he pensado, pero... no se si acepte, desde que ha llegado al pueblo casi no la he visto salir de su apartamento—doy un sorbo a mi botella de agua en cuanto llegamos al entrenamiento y nos reunimos con el entrenador y el resto del equipo—y si lo hace, lo hace cuando es el horario de trabajo de Alfred, es decir que claramente me está evitando

—Como si ese fuese un impedimento para ti—recalca Alex conociéndome más que bien. dicho eso comenzamos a trotar alrededor de la playa antes que el entrenador nos reproche.

Alex tiene razón, eso nunca ha sido un impedimento para mi, ni mucho menos una excusa para invitar a salir a una chica. Aunque debo admitir que Wendy con respecto a eso es diferente, ella... no ha reaccionado de la misma forma que otras chicas cuando se enteran que juego al fútbol, tampoco reaccionan de la misma forma cuando aparezco frente a ellas sin camisa –algo que hago muy a menudo– ella... no diría que casi no le dió importancia, sino que prefirió preocuparse más por mi rostro magullado que por mi torso desnudo, prefirió preocuparse más por nuestra charla profunda si así la podemos llamarla, antes de emocionarse por haberle comentado que jugaba al fútbol playa.




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