WENDY
Verguenza y mas verguenza es lo unico que siento en estos momentos. —Además de dolor de cabeza, claramente aún no me acostumbro a las resacas.—
Creí que era todo fruto de mi imaginación y que eran ideas que me había hecho creer Sara cuando hablé con ella hoy por la mañana. Pero en cuanto los ojos celestes del rubio se posaron en mí, todo cobró sentido, esas incongruencias e incoherencias que creía que eran tan solo fantasias mías, pasaron a ser una total realidad. No se si será que mi cerebro fue inteligente y decidió alejar esos recuerdos dentro de mi y tan solo dejar imagenes puras y para nada vergonzosas.
—¿En que me he convertido?—grito para mis adentros. Jamás he bailado con un chico de esa forma, ni siquiera con Nate. Así como jamás me había sentido tan libre, y, obviamente, ni siquiera con Nate.
Cierro mis ojos en un intento de olvidar lo sucedido en la fiesta pero fracaso, es incluso peor, imagenes mas nitidas de mi y el rubio aparecen frente a mi. Mis mejillas comienzan a tomar color y mis manos sudan a causa del nerviosismo.
—Yo tambén odio hablar por telefono por las mañanas—dice Chase luego de dar un gran bostezo, refiriéndose a mi acción de hace unos minutos atrás
Camino hacia él con paso tímido y mantengo una distancia prudente entre ambos
"¿Ayer estabas pegada a él como cucaracha a un zapato y ahora te preocupas por estar lejos del chico?" me reprendo mentalmente
—¿Temprano? Son las...—observo la hora en mi celular—tres de la tarde—río y él se encoge de hombros. Lo observo mas detenidamente y tiene un aspecto desaliñeado, muy diferente a otras veces que lo he visto, bajo sus ojos descansan unas pronunciadas ojeras, mientras que su cabello es—aún mas que siempre—un completo desastre, lleva una camiseta arrugada como si la hubiese encontrado tirada en algún lugar de la habitación. Creo que no soy la única que aun no se acostumbra a la resaca. Aunque pensándolo bien, yo estaría igual que él en este momento si no fuese por la magia del maquillaje, mi rostro hoy por la mañana era un desastre—Eres lo mas parecido a un vampiro—comento riendo uniéndome a su lado y dirigiéndonos hacia las escaleras.
Él me observa ofendido—Vampiro al estilo Edward Cullen o vampiro al estilo... no lo sé, vampiro horrible—Inmediatamente comienzo a reir—¿De qué te ríes?
—No sé que me causa mas gracia, que sepas quien es Edward Cullen o que te hayas comparado con Edward Cullen—Río exageradamente
—¿Estas bromeando? Crepúsculo es un clasico, mi sueño de pequeño era ser como él—rueda sus ojos y por el tono de su voz puedo notar que está siendo irónico
—Seguro que querías ser como él para atraer a todas las chicas—dudo que eso le resultara dificil a este chico, recuerdo las fotografías que estan colgadas en la pared de su sala de estar y recuerdo claramente haberme sorprendido al verlo tanto a él como a su primo, al parecer la belleza viene de familia.
Se encoge de hombros—A decir verdad siempre la he tenido fácil con las chicas. Bueno... con casi todas...—de soslayo puedo notar como sus ojos se desvían disimuladamente hacia mi rostro.
—Hola Alfred—Saludo a lo lejos intentando cambiar de tema y disimular el rubor de mis mejillas. Quiero creer que lo que acaba de decir y hacer el rubio fue una simple casualidad y no lo dijo por alguien—yo—o algo en especial. Hasta el momento ninguno de los dos ha hablado sobre la fiesta, por mi parte es algo que claramente no haré.
—¿Me esperas aquí?—pregunta Chase y yo asiento.
Hoy es un día típico de verano, no hay una sola nube en el cielo, el sol está presente desde las seis de la mañana y las aves al parecer estan mas que contentas por ello. Ultimamente ese ha sido mi despertador por las mañanas. Debo confesar que en Portland no solía despertarme muy temprano, a veces dormía incluso hasta el mediodía, pero eso se debía a que solía dormirme a altas horas de la madrugada. Muchas veces a causa de pesadillas en las que casi todas Nate era el factor principal, otras veces porque recordaba su perdida, recordaba todos y cada uno de los besos de buenas noches que solía darme antes de dormir, era un ritual que hacía desde que yo era pequeña. Un ritual que hasta el día de hoy y desde hace dos años extraño.
—Chase, la abuela está esperando por esto—vocifera Alfred señalando un sobre a su lado y sacándome de mi ensimismamiento—y es importante que se lo entregues
—La abuela ni siquiera está en casa—responde el rubio—te he dicho que mas tarde vendré, tan solo me ausentaré durante...unas pocas horas
—Antes de las cinco te quiero aquí
—Si señor.—responde Chase al mismo tiempo que rueda sus ojos—¿Tienes algo importante que hacer ahora?—me pregunta caminando hacia mi y dejando a su primo atrás.
—¿Hacer las compras?
—¿Debes estar bromeando?—rueda sus ojos, me toma del brazo y me arrastra fuera del edificio.
CHASE
—Disculpa que te lo diga, pero me parece un terrible plan para comenzar el día
—¿Qué? debo alimentarme—la castaña se encoge de hombros—no todo en la vida es fiesta y alcohol
La observo ofendido—Que irónico, el otro día en la fiesta no pensabas lo mismo—Sus mejillas automaticamente se tornan coloradas y puedo notar como se le forma una tímida media sonrisa
—¿A donde me llevas?—pregunta cambiando de tema, y allí es cuando deduzco que claramente no soy el único que recuerda lo sucedido en la fiesta. Hasta el momento ninguno de los dos ha dicho nada, pero en parte me gusta que sea así. No es como si nos hubiesemos acostado y besado durante toda la noche—bueno, al menos eso es lo que creo—pero estoy comenzando a entablar una amistad con esta chica y me está agradando, sería una idiotez de mi parte sacar a flote el tema e incomodarla. Quizás para ella fue tan solo un acto producido por el alcohol, fue solo el momento y ya. Yo mas que nadie se lo que significa eso.