Ese beso en Paris

39|| París

WENDY


 

—¿Sucede algo? —pregunto al notar la tensión en sus hombros. El niega con su cabeza


 

—Podría quedarme así, en esta posición junto a ti toda la vida —esta vez quien se tensa soy yo. Luego de oír sus palabras lo normal sería que mi corazón comenzase a latir con insistencia, que mi respiración aumentara y que mis manos se llenaran de sudor a causa del nerviosismo, pero en realidad ha sucedido todo lo contrario.


 

Tanto mi corazón como mi respiración se detuvieron por unos lacónicos segundos, pero unos pocos segundos que para mi fueron eternos, tanto, que sentí que iba a desmayarme. Mis ojos están abiertos de par en par fulminando el rostro de Chase, más precisamente sus labios. Mis manos que antes sujetaban su cabello, se deslizaron lentamente hacia su cintura, aferrándose a su camisa.


 

Las palabras de Chase no solo me tomaron por sorpresa sino que me dejaron sin habla. Todos los sentimientos que estoy experimentando son nuevos, estoy comenzando a sentir y a vivir cosas que tan solo había visto que podían suceder en las películas y en los libros. En mi relación anterior nada de esto sucedía, no habían tales palabras de cariño, amistad o de...amor. Nate no era dulce, tierno, amable y mucho menos una buena persona. Quizás en su momento lo fue, pero había transcurrido tanto tiempo desde aquella ultima vez que me había dedicado una mirada afectuosa o me había susurrado con toda la sinceridad del mundo "te quiero" al oído, que esos momentos parecían lejanos, casi como si no hubiesen existido.


 

Y ahora, luego de tantos años, volver a escuchar a alguien decirme cosas bonitas, hacerme sentir apreciada y querida, me resultaba extraño, casi imposible de creer. Los ojos de Chase recorren todo mi rostro, como si me estuviese devorando con la mirada, yo, atónita aún por sus palabras, hago lo mismo. Aún no doy crédito de lo que está sucediendo en mi vida, si hace un mes me hubiesen preguntado que haría en este pueblo durante las vacaciones, podría decir un millón de cosas, pero estar frente a frente, en mi cocina, con un chico extremadamente guapo el cual parece conocerme más de lo que yo me conozco a mi misma, seguramente no habría sido una de ellas.


 

—Yo también podría estar así junto a ti toda la vida —las palabras brotaron por si solas de mis labios, y, milagrosamente, no estoy arrepentida.


 

Finalmente decidimos separarnos y ponernos en marcha con el almuerzo, hacía una hora que Chase había llegado y no habíamos avanzado casi nada, siempre alguna mirada, un beso robado en mi mejilla o en la suya o de vez en cuando alguna caricia traviesa nos distraía, tanto, que olvidamos que teníamos cebolla picada en una sartén y se quemó.


 

Las manos de Chase eran mágicas, no solo rozaban mi piel con una sensualidad y dulzura que me dejaban con la boca abierta y con unos cuantos gemidos que eran imposibles de disimular, sino que  trozaban las verduras a una velocidad que jamás había visto, utilizaba los utensilios con una destreza que era como si estuviese frente a un chef profesional, sin mencionar el aroma y el gusto que tenía el plato ya terminado.


 

—Esto... por Dios, Chase, esto está exquisito —me relamo los labios saboreando cada bocado que doy. Doy una cucharada tras otra como si no comiera hace siglos y estuviera famélica, pero es que jamás había probado un risotto tan... ni siquiera tengo palabras para describirlo.


 

Chase ríe —me alegra que te haya gustado —toma una servilleta y limpia la comisura izquierda de mis labios


 

—Debes estar avergonzado de verme comer de esta manera, juro que no soy así pero es que... está delicioso —vuelve a dejar la servilleta sobre la mesa y una vez más analiza mi rostro. Aún siento un poco de vergüenza cuando hace eso, pero la verdad es que estoy acostumbrándome y me agrada que lo haga, cada vez que lo hace sus ojos color esmeralda se intensifican y sus pupilas se dilatan.


 

—No tienes de que preocuparte, eres aún más hermosa cuando comes —da un bocado y ambos nos mantenemos en silencio apreciando y disfrutando de la comida. Y de nuestros rostros.


 

Terminamos de almorzar, limpiamos todo el desastre que dejamos en mi cocina y al ver el resultado podría decirse que hacemos un buen equipo dentro (y fuera) de la cocina.


 

Miro la hora en mi celular y este marca las cuatro de la tarde.


 

—¿Estas seguro que no llegaremos tarde a la exhibición? —digo sentándome en uno de los sofás, Chase me imita y rueda los ojos, es la segunda vez que pregunto lo mismo, pero a decir verdad soy muy ansiosa y estoy muy emocionada por ir, ese ha sido una de las "actividades a realizar durante el verano en Jacksonville"  que informaba la revista que leí en su momento antes de viajar.


 

—Ya te he dicho que duran hasta altas horas de la madrugada, durante la tarde/noche es cuando más se puede apreciar. Si vamos ahora podemos perdernos muchos detalles y cosas que en la oscuridad de la noche se verán de maravilla. —se acerca un poco más hacia mi colocando su mano por debajo de mi vestido —¿No confías en tu guía turístico?


 

—Me gustaría confiar un poquito más en mi guía turístico pero, ¿todos hacen eso? —pregunto señalando su mano que lentamente se va dirigiendo hacia el interior de mis muslos


 

—No se si todos lo harán, pero... éste guía turístico, —se señala a sí mismo —no te imaginas la cantidad de cosas que puede hacer—enarca una ceja y se muerde el labio, este último gesto provoca un torbellino dentro de mi. Y que su mano esté tan cerca de mi entrepierna no ayuda en absoluto.


 

——


 

Finalmente, después de una hora de insistencias por mi parte llegamos a la exhibición.




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