WENDY
Dos palabras que, no solo no oía hace mucho tiempo, sino que dos simples palabras que nunca pensé que fueran a revolucionar todo dentro de mí.
Mi cuerpo dice a gritos "sí, puedes besarme" pero mis labios no son capaces de pronunciar esas palabras, es como si estuvieran atascadas en mi garganta, quizás por miedo, quizás por vergüenza, no lo sé.
Los ojos turquesa de Chase me miran esperando una respuesta, una de sus manos aún acaricia lentamente mi mejilla mientras que la otra presiona suavemente mi cintura.
—Eso ni siquiera deberías preguntarlo— respondo finalmente, sus ojos se iluminan, su sonrisa se ensancha y sus manos me atraen más hacia él quedando nuestros cuerpos a milímetros de distancia.
Chase levanta mi barbilla con la yema de sus dedos, la acerca lentamente hacia su rostro y, entonces, por primera vez, sucede, bajo la atenta mirada de la Torre Eiffel nuestras bocas se unen.
Todo a mi alrededor deja de existir, ya no oigo ni veo nada, es como si estuviésemos nosotros dos solos en medio de la exhibición. Mi corazón martillea bajo mi pecho y pareciera que está a punto de explotar. Cierro los ojos e intento concentrarme en el movimiento de sus labios sobre los míos, un movimiento lento, apasionado, sensual. Enredo mis manos en su cabello y me pega aún más hacia él a pesar de que ya no hay espacio libre entre nosotros.
Mi estatura es unos quince o veinte centímetros menos que la suya por lo que debo alzarme de puntillas y él debe agachar su cabeza, aún así no es impedimento para que nuestros labios se muevan con demasiada destreza y habilidad.
Poco a poco Chase va aumentando la velocidad del beso, mi respiración se vuelve más agitada y mi corazón late cada vez con más insistencia.
Desearía poder abrir los ojos para admirar a Chase, pero en el intento puedo llegar a ponerme nerviosa y arruinar el momento, por lo que decido mantenerlos cerrados e intentar seguirle el ritmo (al parecer tiene más experiencia que yo dando besos). Coloco mi mano en su pecho y puedo notar como su respiración está igual de agitada que la mía. Mis labios piden a gritos un respiro, los siento hinchados pero aún así no nos detenemos. Sus carnosos y húmedos labios succionan los míos con frenesí, como si fuese la ultima vez que nos váyamos a besarnos. Aún con la respiración agitada abro lentamente los ojos y me encuentro con el rostro de Chase concentrado en el mío, él al parecer lo nota y se detiene, aprovechamos el momento para separarnos, tomar aire y nos miramos fijamente a los ojos. Me concentro en el color de sus ojos, en sus carnosos e hinchados labios que hasta hace unos segundos me devoraban con placer. No quiero, sino que deseo continuar con el beso, deseo poder seguir besando, succionando y saboreando sus hermosos labios, esos que tanto ansiaba besar y probar. Y ahora, luego de haberlo hecho, me volví adicta a ellos, una vez que los pruebas no puedes detenerte.
Ya con la respiración un poco más controlada esta vez soy yo quien decide reanudar el beso, estrujo su camiseta con mis manos y lo atraigo hacia mí tomando totalmente el control de la situación. Una vez que nuestros labios se unen vuelvo a sentir el sabor a menta, una sensación de frescura invade el interior de mi boca y me concentro en ello para dar el siguiente paso: morder lentamente su labio inferior, al hacerlo un gemido se escapa de su boca y juro que sino fuese porque sus manos sostienen mi cuerpo con fuerza podría perfectamente derretirme frente a él. Estos últimos días he oído a Chase gemir en varios lugares de mi cuerpo, pero oírlo sobre mi boca, aún no había sucedido, y la sensación es maravillosa.
Me relamo los labios y al hacerlo noto un sabor metálico, observo la boca de Chase y una pequeña mancha de sangre brota de su labio inferior, Chase imita mi gesto y prosigue a seguir succionado mis débiles labios. Esta vez el beso me toma por sorpresa, no es un beso cualquiera, no solo es más lento y apasionado que el anterior, sino que lo acompaña su lengua, la introduce dentro de mi boca y explora cada rincón de ella.
Jamás me había sentido así, tan excitada, tan viva, tan segura. Chase causa algo fuerte en mí, con tan solo una mirada suya puedo desvanecerme, ni hablemos con una caricia o un beso.
Hace más de cinco minutos que estamos besándonos, mis labios triplicaron su tamaño. No sabía cuánto necesitaba esto, tener a Chase tan cerca de mí, sentir sus labios sobre los míos, me había acostumbrado a sus besos en mi rostro, en mis brazos, en mis piernas, incluso en mi escote, pero sentirlo sobre mi boca, es algo que no tiene palabras. Podría estar toda la vida así.
Juro que nunca nadie me había besado con tanta pasión, nunca nadie me había deseado tanto como lo está haciendo Chase en estos momentos. Me arriesgaría a decir que es el mejor beso (o mejor dicho besos) que he dado en mi vida, la electricidad que recorre todo mi cuerpo es impresionante, mis piernas tiemblan, mis manos sudan, mi corazón está a punto de explotar. Estoy sintiendo cosas que jamás pensé que podría llegar a sentir. Chase no solo es un profesional besando, sino que sabe cuándo y cómo hacer que te sientas la persona más querida del mundo. Cada abrazo suyo, cada caricia, cada beso, cada mirada que compartimos es única, es solo nuestra y de nadie más.
Chase me saca de mi ensimismamiento en el momento que coloca sus manos a ambos lados de mi rostro, sin apartar la mirada de mi continúa besándome, esta vez un poco más lento, haciendo pequeñas pausas para respirar.
Me besa una vez, toma aire, me mira fijamente y continúa con el beso.
Me besa una segunda vez, toma aire, me mira fijamente y continúa con el beso. Sigue esa secuencia tres veces más.