“Esto no es una carta de suicidio, es una carta de despedida. Quiero aclarar que efectivamente se tratan de cosas distintas.
“No quiero mencionar mi nombre, ni los de las mujeres que están dentro de esta carta sino hasta el final, creo que eso protegerá el escrito de alguna persona que merodeé por aquí.
“Usualmente la gente al leer eso puede pensar que se trata de una aventura amorosa en la que estoy involucrado, pero en realidad se trata de una sola mujer de la que estoy enamorado, las otras dos se han enamorado fielmente de mí, y no tengo duda alguna en afirmarlo así.
“Admito que a la mujer de la que estoy enamorado no le gusta que las otras dos mujeres se acerquen a mí, pero usualmente simplemente se sienta a esperar a que reaccione por mi propia cuenta de que la estoy perdiendo.
“Pero ¿cómo sé que estas mujeres están fielmente, y digo: fielmente enamoradas de mí? Sencillo, desde que han entrado a mi vida les ha sido imposible el querer alejarse de mí, he hecho ya antes el esfuerzo de alejarlas de mí ¡vaya que lo he hecho! Pero ellas simplemente gustan de estar aquí. Y tengo que describir primero a la mujer de la que estoy enamorado: no se trata de una mujer perfecta, ni mucho menos, tiene bastantes defectos y en ocasiones es bastante difícil entenderla, es en ocasiones injusta, hace llorar y parece que te odia, pero yo le amo con mucha locura, de verdad que en un principio no he pensado en otra cosa que tratar de hacer que todo funcione con ella.
“Admito que, si hasta ahora no ha resultado de ninguna forma todo lo que he intentado, es porque me he dejado influenciar por las otras dos mujeres ¡ojo que no tengo un lío amoroso! Esto no se trata de una simple aventura, se trata de dos personas totalmente distintas a la mujer de la que estoy enamorado, pero por alguna razón he sido tan fácil de manipular que, admito, parte de lo que soy ahora se debe también a la convivencia con ellas dos.
“Me han moldeado de algún modo y a diario es como si mi físico detonara una parte de ellas dos, a veces el aroma de alguna sale de mi interior para hacerme recordar que ellas siguen ahí y que pareciera que jamás se van a ir. Me hacen saber que esto no es momentáneo y que ninguna de las dos son celosas, si el día de hoy me despido de la mujer que más amo, no es porque no le ame lo suficiente para quedarme, sino que no soy lo suficientemente hombre para afrontarle.
“No hagas pensamiento en bruto, no me he escapado con ellas por completo, me he escapado por culpa de ellas. Es su presencia lo que no me deja estar ella. No he encontrado batalla más difícil de afrontar que la de tratar de vivir conmigo mismo después de conocerles, dudo que alguno de los lectores de este escrito pueda sentirse de algún modo identificado: no es alguien que te seduce, ni siquiera te hace halago alguno, tampoco es alguien con un físico envidiable ni te hace sentir mariposas en el vientre. E incluso sin llegar a hacerte sentir enamorado, puedes llegar a no parar de pensar en ellas. Ambas se parecen desde cierto punto, pero no son del todo iguales, conocidas no dudo que sean, incluso familiares, pero no he querido detenerme a pensar de dónde han salido.
“Recuerdo únicamente el haberles conocido —a ellas dos— en distintos momentos, a la primera le conocí desde que comencé a dejar de ser un niño, a partir del momento en que mis facciones cambiaron para convertirse en las de un joven; ella vino a mi vida. No le conocí como la más agradable, ni siquiera fue coqueta en su momento, tengo que admitir que al principio me causaba pavor, pero se hizo alguien con quien tenía tanta convivencia que su presencia se hizo cotidiana y hoy está conmigo en muchos de los más íntimos momentos de mi vida.
“A la segunda de estas dos mujeres enamoradas, le conocí no hace mucho tiempo, pero vaya que su llegada ha cambiado de forma inexplicable mi vida, no he pensado igual desde ella, no he asimilado de la misma manera las cosas, no he dejado las cosas ‘insignificantes’ a la deriva gracias a ella. Esto puede parecer desde cierto punto algo positivo, pero el trasfondo de todo esto puede resultar ser demasiado poético. No hace las cosas con un fin en realidad, es una mujer que siempre ha estado en el miedo de mención de todos, no porque resulte ser diabólica, sino porque la gente le tiene ‘miedo’, de algún modo. Tienen miedo a que ella se enamore de ellos así como lo hizo conmigo, tienen miedo de que en ningún momento les deje de perseguir como lo hace a diario conmigo, tienen miedo de ella porque no quieren convivir lo suficiente para terminar escribiendo una carta de despedida”.