Esto no puede ser amor

Capítulo 11

—¿Cómo te enamoraste de Lola? —preguntó la pelirroja sentada contra el respaldar de la cama cubiertas por algunas sabanas con la mirada perdida en un lugar

—Eres increíble —la voz de su hermano sonó incrédula, acababan de follar. Sí, ambos sabían que el incesto era visto en la sociedad como una aberración, pero ellos no lo llamarían incesto. Para que sea incesto ambos tendrían que tener sentimientos románticos o algo parecido, no era el caso. El sexo solo era una forma de relajarse nada más complejo que eso. Para ni uno de los dos era importante, solo una forma de pasar el rato. Él estaba enamorado de otra persona y la pelirroja... bueno ella tenía una debilidad por lo prohibido, no seria tan cabezota como para enamorarse de su compañero de jodida, no era como si tuviera a alguien en mente ¿No lo es? ¿Segura que no piensas en nadie? Un rubio de ojos celestes ¿Talvez? No en definitiva esa no era la persona—. Dakota ¿Acabamos de...

—Solo dilo —demandó, era curiosidad, solo curiosidad no era como si recientemente hubiera desarrollado cierta dependencia hacia alguna personita y le molestará pensar que podría ser... ¿Amor?  ¿Miedo a enamorarte? Pregunto una voz en su cabeza. Maldición. Si tan solo logrará callar eso. Tal vez lo mejor sería no insistir—. ¿Cómo fue? ¿Qué sentiste? —A estas alturas su boca tenía vida propia.

Su hermano la miro perplejo por unos minutos tratando de ver si era una broma de mal gusto pero no. Respiro profundo y comenzó.

—Me sentí bien, feliz. —Eso era ambiguo, aunque si se sentía feliz cundo llegaba la noche—. Me sentía en casa.

—¿En casa? —cuestionó, su casa no era un lugar agradable ¿El amor era así de mal?

—No en donde crecimos —respondió—. Ese lugar es cualquier cosa menos un hogar —bufó con enfados en los ojos—. Pero estar con ella fue... es... como si ese fuera tu lugar en el mundo, un lugar del que no quieres salir

¿Tu lugar en el mundo? El lugar de una persona no se podía remitir a una persona. En todo caso serían varias personas. Ella no creía ni en la monogamia ni en la fidelidad. ¿Por que engancharte con un pez cuando puedes tener a todo el estanque? Porque ellos no te dan lo que él si ¿Acaso ya olvidaste cual fue la razón por la que te acostaste con tu hermano? No, ella no lo había olvidado. Ya habían pasado semanas desde que su única pareja era Jacob. Bueno Nicolás también, pero él no contaba, era trabajo, la única vez que el sexo era tedioso. Pero volviendo con Jacob, ella no había tenido la necesidad de querer buscar a otros hombres, Jacob era más que suficiente. La asusto. No era normal para ella. Así que tomando pie de su debilidad por lo prohibido decidió acostarse con su hermano, por mucho tiempo Regan había estado en su top tres de satisfacción, pero esta vez. Esta vez no fue tan bueno, fue como... como si faltará algo. Alguien. Tal vez por eso se volvían monógamos, talvez esa voz en su cabeza tenía razón, no tenía caso buscar en otros lo que solo uno te puede dar.

—Como si todo lo que quisiera fuera ella. —Su hermano seguía hablando—. No había nada más para mí que ella, su voz, su mirada, su sonrisa, es como si ella lo fuera todo.

¿Cómo si esa persona lo fuera todo? Bueno, era cierto que cuando estaba con Jacob, él era a lo único que ella miraba. Pero no era Jacob en sí, eran esos ojos, era fácil perderse en ellos, ocultaban algo y por alguna razón la manera de descubrirlo era fascinante. Ser la persona que descubriera sus secretos, saber sus miedos, sus gustos, sus problemas. ¿Querer eso no era tan raro? Claro nunca lo había sentido por otra persona, pero no necesariamente significaba que él era especial.

—Sentirse en paz, como si nada más importará, puedes pelear pero aún así no te alejas, sigues ahí, es ridículo muchas veces pero... 

¿Pelear? Ella no peleaba con él. Claro que cuando podía lo sacaba de sus casillas, le gustaba verlo perder el control, siempre tan serio, tan callado, tan correcto, tan distinto a como era en las noches. Pero aún así no querría que cambiara. Esa parte fría y altanera tenía su encanto. Había algo en que un hombre no babeara por ella a cada instante que le parecía atractivo. 

En menos de dos meses te tendré comiendo de la palma de mi mano. Ella tendría que hacerlo, hacerlo babear y luego destruirlo, pero ¿Hacer a Jacob babear por ella? Faltaban pocos días para que fueran dos meses y si era sincera no estaba tan cerca de lograrlo. Si bien lo había ablandado en cierta forma, no era suficiente. Tal vez habría otras formas de arruinarlo, no todo era sexo en la vida, tendría otra forma para acabar con él. Acabar con él. ¿Por qué sintió feo al pensarlo? ¿Por qué una sonrisa agría se formo en su rostro? Los últimos días fueron más tranquilos, hablaban y hasta se acurrucaban junto al otro. Cariño. Era eso. Le había agarrado cariño. No era algo de que alarmarse. Eso no cambiaría nada. No iba contra sus planes. Talvez estaba disfrutando seducirle, talvez era mucho más placentero que todas las cosas que hacia, pero no cambiaría nada.

—Al final cuando puedes abrazarla. —Su hermano tenía la vista perdida, por fin la pelirroja le dio una perezosa mirada ¿Había estado tan distraída para no notar que su hermano ya estaba vestido?—. Cuando sabes que ella también te quiere, te ama, sabes que es donde quieres estar, sin importar que.

¿Sin importar que? Su ceño se frunció. Movió ligeramente la cabeza en señal de negativa. No. Ella en definitiva no echaría todo por la borda por un cariño. No. Su hermano fue un bobo idiota que se dejo llevar, arruino su imagen con su padre. Ella no defraudaría a su padre. Decían que una persona enamorada es capaz de hacer cualquier cosa por amor, ella no se sentía de ese modo. Tenía limites, tenía ordenes, no iría contra ellas. Nunca has sido buena siguiendo ordenes. Era cierto. Obediente no era una palabra que la describiría, no fallar era la única que seguía, la única orden autoimpuesta que sí seguiría al pie de la letra.




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